Una vez más, la clase trabajadora y los sectores
empobrecidos se encuentran atrapados en una crisis de las direcciones
políticas, enfrentándose por una parte, por la izquierda con algunos sectores
que practican un sectarismo(1) paralizante y en la otra parte, con el
oportunismo(2) que deriva hacia la derecha más bien proclive a jugar el papel
de muleta de este Estado Burgués, estancado en una crisis estructural de este
modelo capitalista, corrupto y
degenerado que muestra síntomas una agonía decadente, con lo que ha quedado expresado
claramente que el llamado pacto del 78
se ha roto por considerar una mayoría que está totalmente amortizado, aunque
muchos todavía no lo quieren reconocer.
La división de las izquierdas sigue haciendo un daño
terrible a los intereses de la clase trabajadora y capas más empobrecidas de la
sociedad, como estamos viendo en la realidad actual, con la situación tan complicada que se
presenta para formar un gobierno favorable a los trabajadores tras el triunfo
en las urnas de los votos de las izquierdas las elecciones del pasado
20-D.
El giro social demostrado por la mayoría de votos
conseguidos por las organizaciones de clase,
demuestran el resurgir de fuerzas emergentes, alguna de derechas, otras
de izquierdas y algunas buscando a empujones el centro que tantos unos como
otros se disputan, y entran legítimamente en el panorama de la lucha por el
poder, bien en plan oportunista, bien sectario, pero a las que les damos la bienvenida
al debate ideológico y programático, que desde nuestro punto de vista es lo
verdaderamente importante para el pueblo trabajador, no así los personalismos
que pueden derivar en presidencialismo, caudillismo, bonapartismo y cosas
peores.
Ello nos obliga a
profundizar en la discusión democrática sobre diversas cuestiones, ya que siguen
solapados las problemáticas sociales y la cuestión territorial de los
nacionalismos, por lo que no queda más opción que remontarnos incluso a los
procesos históricos, pues se sigue
agravando la situación; así pues invitamos a otras fuerzas a entrar de forma seria en estos debates e intentar
arrojar entre todos, un poco de luz
sobre los errores que podamos estar cometiendo, para intentar corregirlos, tanto por los oportunismos de derechas que se
vuelven irreconciliables con los sectarismos, entorpeciendo la marcha de los
acontecimientos, como el resto de corrientes y sensibilidades políticas estamos
observando.
Tomando como base unos análisis publicados en el mes de
abril por nuestra corriente I.S. PSOE (hará
dentro de unos meses los cuatro años), que conservan casi completamente todo su
vigor, excepto algunas modificaciones de actualizaciones, entramos en materia, explicando que “existe en la izquierda una enorme cantidad de
grupos sectarios y oportunistas que se reclaman de la socialdemocracia, del socialismo o del comunismo, en todas sus
variantes, pero la mayoría de ellos, están dirigidos por compañeros que
desconocen, han olvidado o han tergiversado el método, las ideas, la estrategia
y la táctica que puede conducir a la clase trabajadora a la toma del poder y
construir una nueva sociedad genuinamente socialista, como alternativa global
al sistema capitalista, que en su fase imperialista multinacional ha entrado en
una recesión grave que incluso pone en peligro la especia humana sobre el
planeta, por la explotación, la especulación y la depredación de los recursos naturales, del
Medio Ambiente, de las materias primas y
el frenazo a la investigación y al desarrollo.
La burguesía insiste en la muerte del marxismo, pero para algunas corrientes críticas, el
materialismo dialéctico representa una herencia preciosa que debemos seguir
desarrollando a la vez que animamos a
los jóvenes y a la clase trabajadora en general a que lean a los clásicos,
aunque en realidad no podemos tomarlos como un esquema acabado del proceso
histórico, sino que es preciso adaptarlos a la realidad concreta, para
transformarla en favor de los pobres y
la clase menos favorecida, la clase asalariada y las capas empobrecidas por la
crisis.
Es necesario reconocer que debido a las desviaciones del
estalinismo y a la deriva hacia la derecha del reformismo socialdemócrata, los verdaderos marxistas, quedaron prácticamente aislados en pequeños
grupos diseminados, siendo atacados principalmente por el capitalismo, pero
también por el estalinismo y la socialdemocracia.
Remontándonos en la historia se observa que terminada la II
Guerra Mundial, salieron fortalecidas las corrientes estalinistas y en cierta
medida la II Internacional socialdemócrata también, pues ante el miedo de la
burguesía a la revolución, infiltró y utilizó a los dirigentes reformistas para
que actuasen de cortafuego, otorgando
algunas mejoras a los trabajadores para contrarrestar los avances que
experimentaba la URSS que se había convertido en un polo de atracción para los
obreros del mundo.
Pero ni los estrategas del estalinismo ni los reformistas
socialdemócratas fueron capaces de comprender los acontecimientos internos y
las luchas sociales que el proceso histórico hizo imparables e inevitables,
incrementándose el desarrollo de los Estados estalinizados en el Este de
Europa, que se convirtieron en estados bonapartistas obreros deformados y
degenerados, que la burguesía empezó a llamar del “socialismo real”, cuando en
realidad se estaba dando desde hacía años una contra-revolución que caminaba
hacia el capitalismo, si no se producía una revolución política donde los
trabajadores interviniesen implantando el control obrero y la planificación
democrática, pero el proceso se produjo a la inversa asumiendo la burocracia
corrupta el modelo capitalista del que estaban más cercano.
Mucho antes de esa implosión, las revoluciones que ocurrieron
posteriormente a 1944 con los acontecimientos de Grecia, las Revoluciones
en China y Cuba, junto con otros cambios
similares que se estaban dando en otras zonas e incluso en el Mayo francés del
68, no fueron previstas por ninguna fuerza política con garantías de llevarlas
a buen puerto, por la incapacidad burocrática de sus direcciones y su sumisión
al capitalismo, en el abrazo del oso que representó la guerra fría, donde los
estalinistas y los socialdemócratas negaban la posibilidad de avanzar al
verdadero socialismo democrático y autogestionario.
La confirmación más clara de la bancarrota de la dirección
estalinista se dio en la Revolución de los claveles de Portugal, donde el PCP que tuvo todo el poder en sus
manos, fue incapaz de desarrollar un plan que concediese el poder y la
autogestión de las empresas a los trabajadores y colaboraron en deshacer la reforma agraria que se había llevado a cabo
en la práctica por las propias masas de
los campesinos y jornaleros, y con la
participación activa de la dirección del PCP, procedieron a la devolución de los latifundios
y de las empresas a los capitalistas.
En los textos de los clásicos del marxismo la interrelación
entre el llamado factor subjetivo y los factores objetivos ocupan bastantes libros.
Una de las principales conclusiones es la necesidad de una Internacional
marxista, debido a la disolución de la I Internacional de Marx y Bakunin, al sometimiento de la II a sus burguesías
respectivas aprobando los créditos de guerra y la práctica disolución de la III
Internacional sometida al nacionalismo Gran Ruso por Stalin, y al abandono del
“internacionalismo proletario”, que hace
comprender a la clase trabajadora que está a merced de direcciones endebles y
desconfían de sus dirigentes porque han conseguido llevarles a una derrota tras
otra. La IV Internacional, tras el
asesinato de su fundador, se dividió y atomizó de tal forma que existen
diversos grupos y pequeños partidos que se reclaman los legítimos herederos,
muchos de ellos practicantes natos del sectarismo. El abandono de la teoría, del método
dialéctico, que es el mejor que puede ayudarnos a clarificar las
contradicciones que se producen en el proceso de lucha para alcanzar la
transformación social, supuso un
verdadero desastre y un drama angustioso para las masas bajo la bota del
imperialismo capitalista.
El capitalismo mundial, en esta fase imperialista
multinacional que hemos sufrido más aceleradamente durante las últimas tres o cuatro décadas, ha
desarrollado todo su potencial y posibilidades que quedaban como sistema
progresista, no solamente en los países desarrollados, sino en todo el planeta
por la expansión total de los mercados en la llamada “globalización”, que
dialécticamente ha tocado sus límites.
El aumento de la producción alcanzó antes de la crisis de
2007, las cotas más altas jamás conseguidas por ningún otro sistema, creando
productos nuevos que superaban en su fase de capitalización bursátil, al menos
10 veces el valor del Producto Interior
Bruto Mundial, superando los 500 billones de dólares.
Debido a la elasticidad de los créditos e hipotecas, incluso
a dos vidas, los capitalistas
consiguieron artificialmente que el sistema liberal burgués tuviese una aparente y relativa estabilidad,
lo que, por una parte fortaleció a la burguesía que acumuló enormes beneficios
en el proceso de concentración acelerada del capital, y por otra,
jugó el papel de crear falsas ilusiones en los trabajadores, que
alentados por las direcciones reformistas, tragaron el anzuelo de la lógica del
capitalismo que empezó a decir que se había llegado al fin de la historia y que
el capitalismo había superado las crisis cíclicas, lo cual se ha demostrado un
craso error, como así habían previsto los analistas marxistas que aplicaban
correctamente el materialismo dialéctico como el mejor método de análisis de al
realidad.
El proceso revolucionario que vivió hace unos años el
continente africano, con los levantamientos revolucionarios que afectaron desde
Túnez a Siria, pasando por casi todos los países de la periferia del
capitalismo mundial, es una indicación de los procesos que están afectando al
corazón del capitalismo, que sufre arritmias constantes y poniendo a veces al borde
del infarto a países de la vieja Europa, como Grecia, Portugal, Italia o el
propio Estado español.
Esto indica que la revolución colonial inacabada se sigue
manifestando tomando formas peculiares y con maneras distorsionadas, que se
debe fundamentalmente a la correlación de fuerzas que ejercen los problemas
sociales que no pueden ser resueltos por las burguesías respectivas, ni por
métodos dictatoriales ni por métodos democráticos, lo que confirma la Teoría de
la Revolución Permanente, que algunos mal interpretaron como “automática”, que
era una tergiversación de esa teoría.
La problemática social que debe ser abordada, como la cuestión agraria de los latifundios y
de la producción industrial, así como la cuestión de los nacionalismos y el
ecologismo, son necesidades urgentes que
no pueden ser resueltas, por lo que se necesita proceder a la transformación de
la sociedad ya que no pueden ser
abordadas a favor de los ciudadanos bajo
líneas de propiedad privada capitalista. Si realmente se quiere evitar un
estancamiento total y la imposición de unas condiciones tremendas de recortes,
hambrunas y penuria para las masas, que
lastran e impiden el desarrollo pleno de las fuerzas productivas encorsetadas
bajo el capitalismo latifundista, la lucha por un nuevo modelo se hace
imprescindible.
Al no existir partidos socialistas o comunistas que llamen a
la transformación social, con suficiente fortaleza que tengan apoyos de masas
dinámicos y en acción, ni en los países más
pobres ni en los capitalistas industrializados que sirviesen de polo de
atracción para la clase trabajadora, a la vez que no existe ni un estado obrero
socialista sano, con democracia social que sirva de polo de referencia, los levantamientos de las
neo-colonias se han desarrollado de forma distorsionada, carentes de
direcciones correctas, quedándose el proceso más bien en tablas, cuyo ejemplo
es el mundo árabe, pero también Venezuela, Cuba y demás países de América
latina, donde el proceso al socialismo
está atascado, dado que bajo el
capitalismo no hay salida, pero el imperialismo tampoco tiene fuerzas para
aplastar a las masas como hiciese en décadas pasadas apoyando dictaduras
sangrientas.
El estancamiento de la Revolución Cubana que siguió los
parámetros, similares al estalinismo aunque con algunas diferencias, así como
la deriva hacia el capitalismo de la poderosa Revolución China, que se
desarrolló en un principio dentro del marco de la correlación de fuerza mundial,
con influencias estalinistas-maoistas siguiendo el modelo de la extinta URSS,
demostraron igualmente la imposibilidad de construir el socialismo ni en un
solo país, ni mucho menos cada cual a su aire y enfrentados, que fue uno de los mayores errores de la
táctica estalinista, demostrándose que tampoco existe allí ni ha existido nunca
lo que la burguesía llamaba “socialismo real” y ahora renombran en China como “socialismo de mercado”, cuando es una
monstruosa mezcla de Capitalismo de Estado y Dictadura contra el
Proletariado.
Todos esos sucedáneos y desviaciones del objetivo de construir el
verdadero socialismo han sido analizados y criticados por diversos
intelectuales. Por ejemplo, la revolución de Cuba, comenzó con una dirección y
objetivos democrático burgueses, pero debido a diversas circunstancias de
presión del imperialismo, errores de la
dirección de la revolución y otras, acabó organizándose de manera
bonapartista-proletaria al girar hacia el estalinismo de Moscú. Como consecuencia del carácter atrasado de su
economía, así como el bajo nivel de comprensión del auténtico método del
marxismo de la casta militarista del guerrillerismo cubano, (del que El Che y una
pequeña minoría eran la excepción al criticar a la burocracia de Moscú), le
llevaron a aceptar el “socialismo real estalinista calcado e impuesto por la
URSS” de quien recibía el apoyo. Pero aquello se convirtió en un sistema
dominado por una casta burocrática militar, de características similares al
modelo de Rusia, China y demás países estalinizados, donde hacía tiempo se estaba dando un termidor
burocrático de orientación al capitalismo que ahora se recrudece y en su evolución
capitalista, corre el peligro de entrar en crisis desestabilizando aún más la
economía mundial.
Incluso teniendo en cuenta las deformaciones burocráticas de
los países de bonapartismo proletario, la economía de Rusia y China se estaban
desarrollando en aquella época como grandes potencias, pisándole los talones a
EEUU en algunos campos del desarrollo y estaban liquidando el atraso histórico
con una velocidad sin precedentes, por lo que actuaban como un poderoso polo de
atracción.
Pero esa especie de “capitalismo estatalizado”, sin control
obrero y subordinado al imperialismo, con el pacto tácito de impedir las nuevas
revoluciones sociales, se convirtió en un freno para poder desarrollar las fuerzas productivas, que chocaba con la
incapacidad y la ineficacia de la planificación centralizada estrangulada por la casta burocrática, que fueron las
principales causas, junto con el error de la teoría de “la construcción del
socialismo en un solo país”, cada cual
por su lado, siendo esos los
factores fundamentales que influyeron en su desplome ante los ataques económicos del
imperialismo.
Dando la impresión de que habían conseguido una nueva
versión del marxismo que negaba la teoría de la revolución permanente, esa casta de
militares se convirtieron durante un tiempo en los agentes históricos de la
revolución, creyendo que bastaba llevar a cabo la estatización de la economía, (pero
sin control obrero, sin democracia participativa, solo manu militari), para construir el socialismo, cuyo método
falló estrepitosamente, pasando del sistema estalinista al capitalista como
quien pasa de un vagón del tren a otro.
Es preciso comprender que esos procesos de pasos atrás en la
historia se debían al retraso en la
construcción del factor subjetivo necesario de la revolución socialista en los
países desarrollados. Pero la caída del
estalinismo, al representar una desintegración de un sistema, a la larga
también está minando los cimientos del capitalismo mundial, cuando éste ha
entrado en un proceso de declive global y camina hacia una brutal recesión, ya
que China está desacelerando su crecimiento de forma alarmante y Rusia tiene
dificultades y desestabilizaciones territoriales, con lo cual, podría
desembocar todo ello, junto a la situación bélica en Ukrania, Siria y Oriente
medio en una desestabilización económica con una recaída de la crisis hacia una depresión incluso peor que la de los años
30 del siglo pasado.
En los procesos vividos durante la desintegración de esos
países estalinizados, la mayoría de los gobiernos dictadores que eran regímenes
bonapartistas proletarios, empezaron una lucha por su independencia nacional, saltando de la
sartén al fuego, pues ese era el camino que les llevaba diametralmente opuesto
al socialismo, que debe ser internacionalista o
no es verdadero socialismo, pues se requiere una integración,
colaboración, cooperación, solidaridad y apoyo mutuo en su filosofía de clase.
Históricamente, las tensiones vividas entre las diversas
castas militares de China, Rusia y demás estados estalinistas fortalecían el poder militarista de las
burocracias, elevándose éstas cada vez más por encima de las masas, dedicando
ingentes recursos a la carrera bélica, detrayéndolo de la economía que evitaba
y cercenaba las atenciones sociales de los pueblos, que junto con el
despilfarro y el robo sistemático de la burocracia a la producción, se
convirtieron en un freno absoluto para el desarrollo real de las fuerzas
productivas preparando el colapso de la economía estaliniana burocratizada, que necesitaba el control democrático como el
cuerpo humano necesita al oxigeno para limpiar la sangre y para lo cual era necesaria la revolución
política para acabar con aquella casta de burócratas que, siendo solamente el 3 %, se incautaba del 64 % del PIB.
Asimismo otros factores influyeron en la degeneración de
esos estados, como el largo auge del capitalismo en los países
industrializados, la degeneración burocrática que también se daba en los
partidos obreros de masas en los países capitalistas desarrollados que interactuaban y reforzaban la degeneración
mutuamente. Durante toda una época esta era la característica fundamental que
se daba, lo que representaba un circulo vicioso que degeneraba el desarrollo
del estudio teórico y práctico del
verdadero marxismo, tan necesario para avanzar en la construcción de
organizaciones sindicales y partidarias, que se salvaran de los dos precipicios
fundamentales por los que todos descarrilaban, como son el oportunismo por
la derecha y el sectarismo ultra por la izquierda.
En una situación similar, no existían posibilidades reales
de organizar partidos obreros que no sucumbieran a esas presiones, dado que la
II Internacional socialdemócrata se había diluido en el capitalismo y la III
Internacional había sido destruida y desmantelada por Stalin. A su vez, los
restos de la IV Internacional trotskista se subdividieron en diminutos
grupúsculos siendo incapaces ninguno de
ellos de encontrar el camino correcto para convertirse en un partido fuerte de
masas, que superasen los errores estratégicos, tácticos, ideológicos y
políticos cometidos por la cantidad de sectas a la que fueron reducidos,
cogidos entre el fuego cruzado del imperialismo y del estalinismo, que casi
fueron exterminados, no solo políticamente, sino incluso muchos físicamente.
En realidad existían además factores objetivos que eran la
principal razón de la debilidad de esas tendencias revolucionarias, que se
enfrentaban a esos dos potentes polos, imperialismo por la derecha y
estalinismo por la izquierda. La
eliminación, degeneración y destrucción
de los grupos y sectas que se denominaban “trotskistas” fue asimismo una
consecuencia de este periodo largo del auge del capitalismo y de la ferocidad
de cómo eran tratados por los estalinistas, que producía cada vez más
alejamiento de las masas sin tener la más mínima posibilidad de convertirse en
organizaciones potentes de masas.
Muchos hijos de la pequeña burguesía radicalizados y con
ganas de cambiar el mundo, fueron
atraídos en aquella época por las ideas del Che y de Castro que aparecían como
el camino romántico y a su vez violento de acabar con el capitalismo, lo que
resultó un espejismo por los errores intrínsecos de ese modelo para conseguir el verdadero
socialismo como ha demostrado la historia.
Incluso muchos grupos autodenominados como de “oposición de izquierdas” que surgieron en el
seno de los Partidos Comunistas, evolucionaron igualmente hacia esa dirección
abrazando el método del “guerrillerismo”, al caer en la confusión de que tanto
Castro en Cuba, como Tito en Yugoslavia
eran “trotskistas inconscientes” y esta confusión se daba, no solamente en los
países industrializados con poderosas formaciones obreras, sino incluso en algunos
países estalinistas. (…)
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
…Continuará con (Parte II.) SITUACIÓN POLÍTICA
MUNDIAL.
NOTA: Para participar
en el debate escribir a
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
(1)
Sectarismo es la intolerancia, odio o
discriminación que surgen de dar importancia a las diferencias percibidas entre
diferentes grupos sociales, políticos o religiosos, o entre las subdivisiones
dentro de un grupo, como las diferentes manifestaciones de una misma religión o
facción de un movimiento político.
(2)
Oportunismo es la actitud o conducta
política, económica, religiosa, etc que prescinde en cierta medida de los
principios fundamentales, aprovechando al máximo las circunstancias personales
o políticas para obtener mayor beneficio posible, sin tener en cuenta
principios y convicciones que se dice defender.
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