
El objetivo es ampliar el mercado de bienes y servicios entre los países firmantes mediante la eliminación de aranceles e impuestos. Esta es la parte oficial. Realmente el propósito de este tratado no es tanto la reducción de los aranceles, ya bajos en la actualidad (3,5% en EEUU y 5% en la UE), si no rebajar las regulaciones existentes en materia medioambiental, laboral, salud pública, propiedad intelectual y un largo etcétera que afectarán de forma muy negativa a los derechos actuales de los ciudadanos, sobre todo en los países de la UE, donde existen este tipo de regulaciones que protegen estos derechos, pero no así en EEUU. Para que un tratado de estas características sea beneficioso para las partes firmantes todas tienen que tener las mismas normas y estándares. Las regulaciones existentes son un problema para las multinacionales, en su opinión es un gasto innecesario que les impide ganar más dinero del que ya obtienen.
Todo vale para conseguir más beneficios
El TTIP se empezó a negociar en secreto en 2009, aunque no hemos sabido nada de él hasta que EEUU y la UE anunciaron el inicio de las negociaciones en junio de 2013. Está pensado para frenar al grupo de países que conforman los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica,), aunque el principal objetivo es parar el avance de China y Rusia. La actual crisis económica ha afectado más a los países desarrollados que a los emergentes, apartir de 2015 el 90% del comercio se realizará fuera de las fronteras de EEUU y la UE.La élite política y económica norteamericana y europea busca con este tratado obtener mucho más poder y mayor libertad de movimiento para las grandes empresas multinacionales, que son una de las armas que utiliza la clase dominante europea y estadounidense para imponer su modelo político y económico al resto del mundo.

Vía libre a las multinacionales
Los que están a favor del TTIP lo venden como una oportunidad para que a las empresas les vaya mejor porque si se eliminan todas estas regulaciones podrán abaratar sus productos, los consumidores tendremos la oportunidad de comprar más, por tanto las empresas obtendrán más beneficios y esto las hará crear empleo. Lo que no nos dicen es que el empleo que creará será de mala calidad y con salarios muy bajos, como hoy vemos en el Estado español después de la aplicación de la Reforma Laboral. Informes de la propia UE revelan que la aplicación del tratado implicaría la pérdida de entre 430.000 y 1,1 millones puestos de trabajo, otro estudio de la Universidad de Massachussets sitúa esta pérdida de empleos en 600.000 y una caída salarial para los trabajadores de 5.000 euros por persona y año. Es decir, el tratado sólo servirá para provocar una mayor caída de los salarios y el aumento de la precariedad. En palabras, de Marx, se trata de la tendencia a salarios de subsistencia.

Para poder poner todo esto en práctica el tratado contempla la creación de tribunales internacionales privados dirigidos por las multinacionales, como el ISDS (solución de controversias inversor-Estado), al que se adhirió en 1994 el Estado español, con Felipe González como presidente del gobierno. Este paso significará la deslocalización de la justicia. A partir de la firma del TTIP, una empresa podrá denunciar a un gobierno por no obtener los beneficios que pensaba debido a un cambio en las leyes de ese país. Y las multinacionales tienen todas las de ganar como se ha demostrado durante el tiempo en el que el ISDS lleva “impartiendo justicia”.
Privatización de los servicios públicos
Pero este no es el único tratado que se está negociando. También se negocia el TISA (Acuerdo sobre el Comercio de Servicios) que afecta a la gestión de los servicios públicos, salud, educación, que se podrán ser gestionados por empresas privadas de otros países. En el Estado español ya tenemos experiencia de estos intentos de privatización, sólo hay que recordar las movilizaciones de la Marea Blanca contra la privatización de los servicios públicos de salud de hospitales en Madrid y la Marea Verde, con el Sindicato de Estudiantes a la cabeza, contra la privatización de la educación, que quiere imponernos el gobierno del PP con el Ministro Wert a la cabeza.
El objetivo es dejarlo todo atado y bien atado para que posibles gobiernos de izquierda, como el de Syriza en Grecia, que quieran actuar a favor de las necesidades de la mayoría de la población se queden sin margen de maniobra.

De aprobarse estos acuerdos supondrán un antes y un después en las políticas sociales, medioambientales o laborales a favor de los grandes lobbies económicos. Una de las consecuencias de la crisis económica es una guerra feroz entre las grandes potencias capitalistas por el control de los mercados. Una de las debilidades del capitalismo son las crisis de sobreproducción y la sobreacumulación de capitales, los grandes capitales buscan dónde invertir su dinero para obtener los mismos beneficios, o más, que conseguían antes del inicio de la crisis, lo que pone en evidencia que estamos ante una estrategia de clase aplicada por el Estado para reducir el valor de la fuerza de trabajo y apoderarse de una cantidad mayor de plusvalía.
Los jóvenes y trabajadores debemos oponernos con todas nuestras fuerzas al TTIP, TISA, ISDS y el largo etcétera de tratados, acuerdos comerciales y demás que sólo tienen como objetivo cargar la crisis sobre los hombros de los trabajadores y enriquecer a las grandes multinacionales. Representan un peligro real para la clase trabajadora. La aprobación de leyes como la infame Ley Mordaza, la reforma del Código Penal, el Pacto anti-yihadista o la inversión masiva en material antidisturbios por parte del gobierno del PP no es una casualidad ni es un hecho aislado. Es un instrumento necesario para la clase capitalista para frenar y reprimir las movilizaciones y protestas que sin duda protagonizará la clase trabajadora tanto en Europa como en EEUU en defensa de sus derechos y contra las consecuencias de estos tratados.
CARMEN TURRERO.
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