El arriesgado
adelanto electoral decidido por Susana Díaz con la ayuda de una Izquierda Unida
de varias almas que no supo contener la aversión de su ala izquierda a los pactos
con el PSOE y cuya Asamblea Regional acordó in extremis una resolución que
mandataba a la dirección a realizar un referéndum para decidir la continuidad
del gobierno de coalición, ha traído, a pesar del éxito electoral relativo, más
que la estabilidad pretendida por Díaz, un inquietante futuro inmediato que no
asegura su investidura ni tampoco pactos de la izquierda representada en el
Parlamento ni para acuerdos de legislatura ni de gobierno. Al menos de momento.
Dados los resultados
(PSOE 47 diputados; PP 33; Podemos 15; Ciudadanos 9; IU 5 y la mayoría absoluta
en 55 diputados), son varias las posibilidades para la investidura o para
evitarla debido a la peculiar ley andaluza que no prevé la investidura del
candidato de la lista más votada y si no se logra hay que convocar nuevas
elecciones.
El hecho de que casi
el 70% de los votos y el 61% de los parlamentarios pertenezcan a las tres
formaciones de izquierda presentes en el Parlamento andaluz, debería dar una
señal inequívoca de por dónde deberían ir las cosas. Pero, de momento, la
salida a la situación de bloqueo no parece ir por ahí.
Susana Díaz ya ha
recibido tres negativas en sendas votaciones. Ahora parece querer esperar al
día después del 24M cuando los cálculos electoralistas del resto de fuerzas del
Parlamento se hayan hecho o no realidad.
¿Gobierno en
minoría, con acuerdo de legislatura a dos o tres bandas o gobierno de coalición
también a dos o tres bandas? Primero hay que alcanzar la investidura y tras las
valoraciones oportunas del post 24M, negociar en base no sólo a las
pretensiones ya expresadas por el resto de fuerzas políticas, excluyendo al PP
que no está dispuesto a dejar gobernar a la lista más votada en plena
contradicción con lo que ha venido defendiendo obsesivamente hasta ahora, sino
en base a otras de mayor calado que configurasen un gobierno de izquierdas en
toda regla, un gobierno de la izquierda dividida hasta ahora que se uniera para
poder servir de modelo y de iniciación a una experiencia nueva e ilusionante en
otros territorios y en el conjunto del Estado tras las generales.
¿Cuál podría ser el
recorrido para lograrlo? El PP se ha enquistado en el no del odio al socialismo
que siempre le pasa por encima en Andalucía, incluso muchos de sus próceres son
partidarios de bloquear la situación hasta provocar una nueva convocatoria de
elecciones, a pesar de estar avisados por los sondeos de que su caída todavía
podría ser mayor.
Ciudadanos jugando a
ser más guapos y más progres que los del PP, menos corbatas, menos uniformidad
pija, pero bebiendo de las fuentes de la FAES de Aznar, señalando sólo la
corrupción en el PSOE y olvidando la del PP, ya que al fin y al cabo serán sus
socios preferentes como así le exigirán los del IBEX35, que para eso son los
hijos probeta de lo mejorcito del neoliberalismo criminal que casi da ya por
finiquitado el ciclo de Rajoy y su PP lleno de corruptos descubiertos con las
manos en la masa. “Riverita” y sus subalternos, cual torero de tronío, saltará
a la plaza a lidiar con el morlaco socialista y renovará las cloacas del
neofranquismo patrio, pero darán sus primeros pasos de la mano de sus
antepasados en la ignominia. ¿Darán su brazo a torcer con la investidura de
Díaz si, al final, Chaves y Griñán son imputados y dimiten de todo? ¿Y qué
harán si ocurre lo contrario y no son imputados? A saber, que comer papas no es
lo mismo que tragarse el falso discurso
anticorrupción.
IU, a pesar de sus
muchos errores y sus diversas almas, desde su socialdemocracia revolucionaria a
lo peorcito del estalinismo, pasando por un trotskismo amable y los restos de
la tradición libertaria campesina muy bien abrigada por Sánchez Gordillo y
Cañamero, es una izquierda sólida en lo ideológico y en lo organizativo, con
empaque y solera en la lucha de clases, pero infantil en lo referente a
programas y pactos electorales. Muchas más veces de las deseadas, al llegar a
la encrucijada, yerran el camino y en vez de seguir al lado del hermano mayor
se va con las malas compañías que le equivocan de enemigo, como muy bien saben por
las obras de Anguita y Rejón, que dejaron ha tiempo de ser sus referentes pero
cuyo rastro sigue presente en muchas de sus decisiones erróneas. Cuentan poco
en lo referente a la investidura pero serían muy importantes en un gobierno de
izquierdas andaluz.
Y Podemos desandando
caminos. Los caminos de la retórica hueca, del discurso fácil y demagógico a
ratos. Del diagnóstico acertado, más engendrado en las ubres del 15M que de
elaboración propia, a un discurso de hoja parroquial, preñado de buenismo de corto
alcance y al que ahora quieren calificar de socialdemócrata. De la frescura de
sus inicios al travestismo ideológico, del dedo acusador que señalaba los
verdaderos problemas al error de acusar a todos los demás como culpables
exculpándose a sí mismos, olvidando que muchos de los suyos proceden del
pasotismo más indecente y colaborador en tantas renuncias. De la inocencia a la
impostura, de la virginidad al fango. Acercándose a la casta con un descaro no
exento de ingenuidad, para pillar cacho, para tocar poder. Eso sí, en su afán
renovador, arrasando a la izquierda de la izquierda, haciendo equipo con la
derecha más indecente en atacar a los sindicatos de clase, con idénticos
discursos elaborados en los cenáculos de la brigada azul mediática. De la manipulación
de conceptos básicos (izquierda/derecha, arriba/abajo) a la traición de
encubrir la lucha de clases como único motor para lograr el socialismo y la
democracia sin adjetivos. A saber, que no es lo mismo lo nuevo que la
novelería. ¿Y qué harán el 25M, se abstendrán formando equipo con PP, IU y
Ciudadanos y permitirán un gobierno socialista en minoría, o tendrán un ataque
de lucidez y entrarán en coalición con PSOE e IU para formar un gobierno de
izquierdas?
¿Y está Susana Díaz
por un gobierno de izquierdas o prefiere gobernar en minoría con una oposición
de cuatro aristas que no dudará en bloquear sus decisiones? ¿Tomará nota el
PSOE-A que recuperar la hegemonía de la izquierda en Andalucía pasa por hacer
políticas socialistas que favorezcan los intereses de la clase obrera, los
trabajadores del campo, los trabajadores de los servicios, funcionarios,
autónomos y clase media? ¿Y se dará cuenta que el mejor camino es dejar atrás
la acomodaticia y desclasada forma de gobernar de la Junta en estos últimos años?
¿Alguien, digamos la compañera Díaz, centrada en Andalucía y dejando para otra
ocasión su pelea con Ferraz, se atreverá a plantear el gobierno que necesita
esta tierra y levantará a nuestros
hombres y mujeres de su resignación a lo que imponga la ceguera
capitalista?
¿Y sobre qué habría
que acordar para lograr ese gobierno de izquierdas? Sobre la realidad de la
situación económica de Andalucía, sobre el cambio de modelo productivo y la
consolidación de lo ya puesto en marcha por los gobiernos socialistas, la
recuperación de la industria automovilística, la consolidación de la industria
aeronáutica, recobrar el trabajo en las cuencas mineras aún rentables, la
investigación científica, una verdadera reforma agraria y la potenciación de la
industria agroalimentaria, la inversión en infraestructuras de transporte
público, ferrocarril, autovías, carreteras secundarias, metro y tranvías en las
capitales que lo necesiten, incremento de la inversión en sanidad, en
dependencia, en la educación pública a todos los niveles y con atención
prioritaria a la calidad de la enseñanza universitaria y, en general, de todos
los servicios públicos, reducción drástica del paro y la pobreza en base a lo
descrito más arriba y un compromiso solidario con la igualdad, con la inmigración
y con nuestros propios migrantes, con la juventud expulsada de nuestra tierra
por la política de recortes y la secular rapiña a la que es adicta nuestra
burguesía.
MANUEL PEÑALOSA
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