El pilla-pilla era una diversión muy querida por los niños cuando no había facebook en Internet ni, incluso, existía la televisión. Se jugaba a la hora del recreo en los patios de aquellos colegios. También en las plazas de los pueblos a la salida de clase y después de merendar. Consistía en dos reglas elementales. Si te tocaba pillar, tenías que perseguir al adversario hasta atraparlo, y si te tocaba correr, debías evitar que te tocara el pillador.
Esto, que parecía que había quedado en el baúl de los recuerdos, resulta que lleva un año de moda entre los líderes de los dos más importantes partidos políticos malagueños. Parecieran chiquillos entretenidos compitiendo a un pilla-pilla para arrebatarse los ayuntamientos.
Todo empezó el pasado año con el relevo de las direcciones provinciales del PP y del PSOE y el paso adelante de una joven generación imbuida de bisoñez.
Hace trece meses que este regodeo del pilla-pilla se inició por el PP en Gaucín. Aquí el duelo municipal entre el PP y el PSOE para quitarse la alcaldía se libró a favor del primero. En un dible, los populares se desmarcaron del gobierno municipal que compartían con los socialistas. Luego, con la ayuda que recibieron de los jugadores locales del PA, imputados en desórdenes urbanísticos junto a una consumación ludópata, pillaron la cabecera del Consistorio.
El socialista cogido tomó nota, y en su primera carrera le dio un ´velazo´ a su antagonista del PP. La capital de la Axarquía quedó en su poder. Para ello, tuvo que botar a mejor destino al cabeza de lista socialista que habían votado los ciudadanos. La minoritaria IU lo exigió para echarle una mano.
Más tarde, el pillador del PP, sin salirse de la misma comarca, emprendió un veloz sprint hacia Alcaucín. Allí localizó y pilló al socialista. Aprovechó el tumulto generalizado que montó la Guardia Civil para poner orden urbanístico, y económico en el bolsillo del regidor. Le despojó la alcaldía a un PSOE que se vio zancadilleado por una prima hermana. Diferente a lo sucedido en Gaucín, el PP le entregó el triunfo al PA.
Agotados por estas movidas, hicieron una pausa. Sin embargo, ninguno de los dos descansaron. Uno, el del PSOE, se fue a la Sierra de las Nieves para seguir preparándose. En una de sus entrenamiento pilló a un alcalde de la misma familia política criticándole su forma física. Le tocó al pariente de Alozaina, a pesar de que también era joven y con el voto de los vecinos había realizado la proeza de arrebatarle el ayuntamiento a IU que llevaba gobernando varias legislaturas. El otro, el del PP, huyó a la Costa a adiestrarse, a la vez que husmeaba la siguiente jugarreta a realizar.
Incorporados los dos a la competición, el del PSOE apareció a toda leche por la calle de Arroyo de la Miel. Allí, el del PP le dio un zumbido que le hizo perder el sentido y el Ayuntamiento de Benalmádena. El pillado socialista pidió auxilio y fue curado de sus percances en la sede de la Mancomunidad, donde se hizo fuerte. Aquí, expulsó a todo lo que oliera al adversario, aunque fueran los representantes de las aficiones al pilla-pilla que más público congregan en ese litoral. Pidió que los independientes de Ojén, con los que estuvo emparentado hacía un tiempo, le blindaran la puerta de entrada a su lugar de convalecencia. A cambio, tuvo que desacreditar y desheredar a sus familiares directos en esta localidad, contrapartida demandada para que los nuevos primos no le abrieran la puerta al contrincante.
Como ya no se fiaban, estuvieron unos días en la labor de impedir que se pillaran el uno al otro. El del PSOE, una vez recuperado, se escondió en Ronda. Fichó para salvaguardarse a nuevos aliados, muy proclives al cambalache. Procedían del mismo partido, el PA, que tanto daño le habían hecho en los pilla-pilla celebrados en Gaucín y Alcaucín. Tuvo que mandar a una de las suyas a Sevilla para que perdiera su silla en el Consistorio de la ciudad del Tajo. El del PP caminó a Torrox, refugiándose en el gobierno municipal para imposibilitárselo al socialista. Cuando se enteró tardíamente de la operación perpetrada por su contendiente en Ronda, disolvió allí a sus forofos y montó una gestora.
Para entonces, el del PSOE se había hecho invisible en Manilva. Sin entrar en el gobierno, desde fuera se prestó a un pacto con la tiesa alcaldía de IU, obteniendo a cambio un nuevo delegado en Mancomunidad por si su adversario lo pillaba en Estepona.
Rápidamente, la confrontación la trasladaron con nuevos bríos a Sierra de Yeguas. Esta vez el socialista posó para que el del PA ganara la partida con la ayuda de una ex-amante del PP.
Reaccionó el PP en Estepona no queriendo ganar el lance sino deprimir el bolsillo y la psicología de su contrario. Empleó la táctica ´luz de gas´ para volverlo loco poco a poco. De este modo, pensó, le sería más fácil pillarlo en el futuro.
Dicen que de aquí a mayo del 2011 hay nuevos choques del pilla-pilla para desequilibrar los ayuntamientos de Antequera, Mollina, Benaoján, Monda, Yunquera, Algatocín...
Una gozada de divertimento en la que están absortos los mandos de estos dos partidos con el auxilio de las demás opciones políticas. Inconvenientes: se perturba al interés general y a la marcha de las instituciones; se cuestiona en muchos de esos lugares la voluntad de las urnas, regla sagrada de la democracia; y se derrochan demasiadas horas para hacerse la puñeta en vez de aunar esfuerzos en la solución a los problemas que tiene nuestra ciudadanía.
La erradicación de este juego nocivo hace ineludible una reforma electoral. Entre tanto, se impone un pacto provincial ya que prolongar este pilla-pilla es de suicidas.
Escrito por Ignacio Trillo Huertas.
(Economista).
http://ignaciotrillohuertas.blogspot.com
15 de octubre de 2009
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