12 de octubre de 2009

ES DE JUSTICIA.

El paro, es la mayor lacra de la sociedad española; el paro rompe el entramado social, destruye psicológicamente a las personas y divide profundamente a la sociedad.

En estos momentos en los que la actividad económica se ha paralizado casi por completo, no queda más que intentar sostenerla y activarla mediante la intervención pública.

El golpe sufrido, ha sido brutal; en un año, España, ha pasado de una tasa del 8 % de paro a casi el 19 %, con casi 4.000.000 de personas paradas; una losa peligrosísima para nuestra estabilidad social.

Si el Estado no mantiene e incrementa las inversiones, el crack social esta garantizado.

Pero por contra, observamos cómo en el proyecto de Ley de Presupuestos aunque se mantiene la inversión pública, la misma se rebaja ostensiblemente, cuando, en mi opinión, todavía es pronto para empezar a rebajarla. Pero claro, está el problema del déficit; ahora mismo, el estado ingresa menos de lo que gasta y lo teóricos de la economía lanzan sus gritos al cielo.

Esta situación de profunda crisis financiera, económica y laboral hace que tengamos que apostar por un incremento de la intervención pública, mantenido en el tiempo, a la vez que intentemos un recorte del déficit público (la cuadratura del círculo).

¿Cómo conseguirlo?

Primeramente realizando un incremento fiscal, pero no exclusivamente como el que se nos presenta en el proyecto de presupuestos, sino apostando por una auténtica reforma fiscal: habría que sumar a los ya aparecen en el proyecto la reimplantación del impuesto de patrimonio, del impuesto de sucesión, desaparición de la especial tributación de las SICAV, subida de hasta el 50 del tipo impositivo de los salarios más altos, no rebajar el impuesto de sociedades, un tipo de IVA especial para artículos de lujo, nuevos impuestos como el transacciones financieras, el verde, etc.

En segundo lugar, desinflando la estructura del Estado, unificando Ministerios, Secretarías de Estado, Direcciones Generales, etc.

Se deberían convocar todas las plazas de la oferta de empleo público, esto no es crear más puestos de funcionarios, sino ocupar las plazas que se han producido como consecuencia de jubilaciones, vacantes no cubiertas, etc.

Hay que reactivar la economía y si eso supone mantener el déficit por mas tiempo, pues tenemos la obligación moral de hacerlo aunque eso si, de la forma mas equilibrada posible y crear unas reglas de juego, que regulen y controlen los mercados, reestructurando democráticamente el sistema financiero.

¿Porqué España es el país de la U.E., donde más rápido y en mayores proporciones se ha destruido empleo? Pues muy sencillamente; es el país europeo donde más fácil, sencillo y barato es despedir.

Tenemos tal cantidad de tipos de contrato “basura”, que el despido llega a ser totalmente gratuito. El gran problema, no son los EREs (los EREs dan cierta protección y garantía). El gran problema son la cantidad de contratos que no se renuevan, los trabajadores de ETT, los contratos de obra y servicio, lo contratos en prácticas, todos contratos “basura” y el hecho de no renovar a los trabajadores que se encuentran bajo este tipo de contratos, no deja de ser un auténtico despido totalmente gratuito.

Esta crisis ha dejado claramente constatada cual es la mentalidad del empresariado español: “en época de vacas flacas no mirar más allá; mantener sus beneficios e ingresos mediante las ayudas estatales, la rebaja de impuestos y el despido indiscriminado de los trabajadores”

Por todo ello urge la reforma democrática del sistema financiero, del mercado laboral, poniéndolos al servicio de la justicia social y la sostenibilidad ambiental; eliminando todos los contratos “basura”, reforzando la posición de los más débiles, garantizando el derecho al empleo digno. Reforma que obligue a los empresarios, que regule sus beneficios, que controle los salarios más altos, los ingresos de los consejos de administración, las transacciones financieras, los mercados, etc.

En definitiva: intervención pública para suplir la falta de actividad económica, profunda reforma fiscal, laboral, financiera, y . . . socializar la economía.

Que la economía esté al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio de la economía. Sí en tiempos de crisis socializamos las pérdidas, es de justicia que en los tiempos de bonanza económica socialicemos los beneficios.




Escrito por Jesús Molíns Guitarte.

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