Con el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista de los grandes monopolios y las multinacionales, las grandes potencias despliegan una lucha a muerte por los beneficios en la arena mundial, con el objetivo de controlar los mercados y las materias primas utilizando las guerras.
Continúa la invasión de Putin contra Ucrania, el genocidio del Pueblo de Palestina por el sionismo israelita de Netanyahu y el peligro del nuevo foco bélico, envenenando la guerra en el Líbano, que ha sufrido un bombarde por parte de Israel, el más mortifero en 20 años, causando el primer día más de 500 muertos, provocando una oleada de terror de la poblalción, mientras las masas siguen saliendo a las calles en todo el mundo, reivindicando un Alto al Fuego, exigiendo acabar con las guerras, donde existen, solo en África unos 25 conflictos bélicos, fomentados por los intereses capitalistas.
Les va en ello sus beneficios y su supervivencia porque con el desarrollo de las multinacionales, los monopolios y los grandes capitales, no desaparece la importancia de los Estados Nacionales, al contrario, esas potencias tratan de controlarlos y someterlos, con esos métodos de concentración, creciendo la acumulación de los capitales, fortaleciendo a los monopolios y cuando esa tendencia no pueden acceder a determinados mercados o controlar y extraer determinadas materias primas en algunos países del mundo, sobre todo los menos desarrollados, recurren a la amenaza de la guerra, las invasiones o golpes de Estado para hacer valer sus intereses y acaparar beneficios.
Pero está claro que las guerras necesitan de los ejércitos y éstos están basados en Estados Nacionales que se componen de una burocracia compuesta por altos y bajos funcionarios bien remunerados, jueces, etc que hacen el trabajo cotidiano, sobre todo, utilizando cuando lo necesitan, fuerzas represivas, policías y militares.
Los grandes capitalistas de cada Estado, someten a sus gobiernos a sus intereses más directos, utilizándolos para obtener las máximas ganancias, porque los gobiernos, sean liberales, sean socialdemócratas o de cualquier otro signo, sobre todo en Dictaduras, no son en realidad más que Consejo de Administración de los intereses comunes de los capitalistas de cada Estado. El militarismo, el fortalecimiento de los cuerpos represivos, es la consecuencia necesaria de ese estado de cosas.
El aparato del Estado y las potentes empresas capitalistas, constituyen en realidad un cuerpo único que bajo el dominio económico y militar de las naciones más debilitadas, sometidas por las multinacionales de los Estados más poderosos, es lo que constituye el imperialismo moderno, y es el resultado inevitable del dominio económico de los monopolios y las multinacionales que dominan el planeta.
Son esas cuatro grandes potencias imperialistas, EEUU, CHINA, RUSIA Y EUROPA, las que se reparten los mercados mundiales y las fuentes de materias primas, fomentando disputas y guerras.
La propiedad privada capitalista de los grandes medios de producción, junto a la existencia de esos potentes Estados, constituyen la esencia del modelo capitalista actual.
La economía del sistema capitalista funciona de forma anárquica. Eso quiere decir que no se produce para satisfacer la demanda de las necesidades de la sociedad, sino que las empresas producen con el único objetivo de vender mercancías y/o servicios, con el objetivo de obtener los máximos beneficios.
Los empresarios, los capitalistas, los dueños de las fábricas, como por ejemplo, la de los automóviles, como lo dijo Henry Ford, que habló con claridad con aquella frase: “Yo no fabrico autos. Yo fabrico dinero”.
La obtención del Beneficio de los Capitalistas va ligado a la venta en el mercado, en el que la plusvalía que es el valor del trabajo excedente no pagado al asalariado, cada empresario particular se ve inclinado, obligado o estimulado por la competencia (a veces estrangulada cada vez más por las Multinacionales), la lucha del empresariado es vender cuanto más mejor.
Por eso, la producción capitalista tiende irresistiblemente a la producción en masa y cada vez más tecnificada, para poder obtener el máximo posible de ganancias y asimismo con la intención de arrebatar la mayor porción posible del mercado al resto de los capitalistas en su batalla de la competencia.
De esa forma, la brutal anarquía del mercado capitalista, donde su única regla es obtener el máximo beneficio, hace que en un momento dado, se produzcan más mercancías de las que los consumidores pueden comprar, sobre todo en procesos de salarios menguantes.
Esa es la consecuencia, por un un lado, de la tendencia ilimitada a la producción que se da en la economía capitalista, y por otro lado, por el consumo necesariamente limitado de las masas.
Llegado a un cierto punto, “sobran” productos de todo tipo y aumentan los stocks sin vender. La caída de las ventas y la disminución de precios por la agudización de la competencia, que se agudiza más cuando más avanza la saturación de los mercados, hace que los beneficios del capitalista descienda.
La inversión productiva también desciende para intentar ajustar la producción a las ventas, con lo que se cierran plantas industriales y crece el paro, creciendo los despidos de la clase trabajadora. Los bancos dejan de dar créditos y llega la crisis, que puede avanzar hacia la recesión, entrando todo el sistema capitalista en una espiral descendente que puede producir una parálisis de la economía, que puede desatar una recesión de onda corta o de onda larga, como explicaron algunos economistas. Las crisis capitalistas son pues, consecuencias de la tendencia de la economía a la sobreproducción de las mercancías y servicios.
Eso no quiere decir que sobren mercancías, porque las necesidades sociales de la población, se agudizan cuando hay crisis y despidos, creciendo el paro, menguando los salarios de las masas, con lo que, habiéndo millones de personas que no pueden acceder a una vivienda digna, no pueden comprar suficientes productos, produciendo malestar en las masas, que se sienten cada vez más explotadas y mal pagadas, por lo que la toma de conciencia se agudiza y los asalariados comprenden que es necesario luchar contra la agudización de la explotación que la clase trabajadora sufre.
Al haber demasiadas mercancías en los mercados y, a la vez, descender el poder de compras de la población, los precios podrían bajar con lo cual, las masas podrían comprar más barato, pero el capitalista dice: “Alto, esta es mi propiedad y bajando precios, no podré obtener suficientes beneficios y me voy a la ruina”. Los empresarios autónomos y pymes intentan resistir, pero si la crisis se agudiza y avanza hacia la recesión, las convulsiones sociales de las masas podrán entrar en acción.
A veces, los capitalistas prefieren entrar en quiebra o despedir parte de la plantilla. Vemos aquí la paradoja de la “sinrazón” del sistema capitalista: La producción en “EXCESO” en el sistema capitalista es lo que provoca la crisis y avanza hacia la recesión, con lo cual, llega el empobrecimiento de la clase trabajadora, las penurias, la escasez de las familias de la clase trabajadora, la juventud sin futuro, e incluso las guerras.
De esa forma, observamos cómo la propiedad privada de los grandes medios de producción, bajo el sistema capitalista, cuando entra en decadencia, que sigue buscando el máximo beneficio, hasta que se topa directamente con la crisis, y por tanto, se convierte en un obstáculo para desarrollar las fuerzas productivas armoniosamente, empobreciendo al conjunto de la sociedad, incrementándose la brecha entre Ricos y Pobres, siendo los ricos los que se forran mientras que la clase trabajadora avanza hacia la miseria.
La existencia de potentes monopolios y multinacionales, se niegan a prevenir las crisis y recesiones, mediante el modelo de la “Planificación Científica de los recursos productivos”, como podría realizarse bajo un nuevo modelo de Democracia Participativa y Ética, que permita avanzar a la humanidad hacia el verdadero Socialismo Científico.
Ha quedado atestiguado durante el último siglo que el “capitalismo es horror sin fin”, pues la economía capitalista es ahora una economía mundial y muchos países están enfrentados por llevarse las ganancias del mercado mundial, siendo los agentes principales las multinacionales y los monopolios, cada vez más enfrentados en guerras y genocidios brutales.
Con las modernas tecnologías, esos monopolios, utilizando estadísticas, ordenadores, inteligencia artificial y la disputas por la carrera espacial y territorios, podrían anticipar con cierta antelación, la caída de las ventas y acoplar la producción para no saturar los mercados, pero esos elementos mafiosos que dirigen las Multinacionales, anteponen siempre sus ganancias al bienestar de la humanidad y prefieren fomentar guerras, invasiones y genocidios, donde también consiguen grandes ganancia con la industria militar, asesinando con bombas y metrallas, a miles y miles de personas.
La situación en los países capitalistas más atrasados es desesperada y eso es lo que existe detrás de las llegadas de migrantes que huyen del hambre, las guerras y los genocidios.
Las masas migrantes se juegan la vida en las pateras buscando a la desesperada el camino de la liberación, pero sin entender todavía que eso no puede venir por las buenas y solo se podrá dar con el derrocamiento del capitalismo, luchando de forma cada vez mejor organizados, hasta expropiar a las oligarquías nacionales y a los imperialistas, pero para ello necesitamos una potente Internacional que unifique las fuerzas de las izquierdas.
Hemos visto la voluntad de las masas oprimidas y explotadas. luchando por acabar con su opresión y su miseria, necesitando abrir el camino para la transformación socialista de esta podrida sociedad capitalista, que sigue desarrollándose en los países atrasados y desarrollados, donde el ataque a los niveles de vida salariales y sociales de la clase trabajadora, no tiene precedente desde la II guerra mundial.
Esas luchas bélicas actuales ponen de manifiesto el sufrimiento de la clase trabajadora y al mismo tiempo la enorme fuerza de las masas, de los sectores oprimidos; una fuerza que armada con el programa del Genuino Socialismo Democrático y Participativo, debemos luchar unidos por un mundo mejor, porque no encontraremos salida bajo este podrido sistema capitalista injusto y degenerado.
Necesitamos una potente alianza Internacional de las fuerzas de las izquierdas, tanto políticas, sindicales y sociales, defendiendo un programa que acometa la expropiación de los grandes capitales de sus riquezas acumuladas, fruto de la explotación histórica a los asalariados, nacionalizando la banca, los monopolios, los latifundios y las multinacionales, para poner la economía al servicio de la clase trabajadora y sin pagarles indemnización, salvo necesidad comprobada, porque será así como podremos utilizar los colosales recursos que ya existen, para que sirva a toda la sociedad y así poder resolver los problemas de las masas necesitadas.
Poniendo la economía al servicio de la sociedad, de una forma igualitaria, podríamos acabar con el paro, mejorar la sanidad, la educación, las infraestructuras, el problema de las viviendas, la cultura y el ocio, aplicando los recursos de forma planificada democráticamente mediante una persona un voto para resolver conflictos, tanto en las empresas como en todos los Estamentos del Estado, controlando los recursos bajo el control y al servicio de la clase trabajadora, aplicando los avances tecnológicos con lo cual sería posible reducir la jornada laboral para toda la población y así poder disfrutar toda la ciudadanía de una vida digna y mejor.
Bajo el Socialismo Científico, con un método Democrático, Participativo y Ético, la economía no se podría planificar para el máximo beneficio de una minoría que son los Capitalistas, que no quieren adoptar la Democracia porque son unos parásitos, sino que en el verdadero socialismo, podríamos planificar los recursos productivos, en beneficio de la abrumadora mayoría que somos los trabajadores y trabajadoras, los pensionistas, la juventud y las masas en general.
De esa forma, estaríamos en condiciones de avanzar hacia la construcción de una nueva sociedad Genuinamente Socialista, Democrática, Solidaria e Igualitaria, donde podamos ser liberados de la lucha cotidiana por la supervivencia y con los medios de producción bajo un control democrático de la verdadera mayoría de la sociedad, para así poder colaborar y participar de forma consciente y ética, en las decisiones políticas, sociales, económicas y culturales para llevar cabo un ocio sano para toda la sociedad, erradicando entre todas y todos la corrupción.
Los que nos consideramos partidarios del Socialismo Científico, herederos de la teoría del materialismo dialéctico, que defendían Pablo Iglesias Posse, Largo Caballero y los primeros socialistas, junto con Engels, Marx, Lenin y otros defensores del movimiento obrero que nos enseñaron que con la fuerza organizada y unida como clase trabajadora con conciencia social, será hoy más posible que nunca derrotar al capitalismo, pero basado en una Potente Internacional de las Izquierdas .
Esa tarea nos obliga a una mayor participación en la lucha de las masas trabajadoras, aglutinando una fuerza capaz de acabar con el Capitalismo, porque bajo ese sistema y sus guerras, su explotación y las miserias que generan, NO encontraremos salida para la humanidad.
COMISIÓN PERMANENTE.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA.
PSOE DE ANDALUCÍA.
(*) Invitamos a toda persona de izquierda que quiera conocer gratuitamente nuestra propuesta de programa, puede solicitarlo en el correo de abajo poniendo en asunto: MANIFIESTO. ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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