13 de julio de 2022

EL GOLPE DE ESTADO DE FRANCO DEL 18 DE JULIO Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. (Parte 1 de 3)

 

Al cumplirse el próximo lunes  18 de Julio,  86 años del golpe de Estado de Franco contra la República, continuamos insistiendo en la recuperación de la Memoria Histórica que sigue siendo una demanda de los familiares de aquellos que lucharon por la República, la Democracia  y por un mundo mejor.

Reclamamos una vez más,  Verdad Justicia y Reparación, en honor de aquella generación de mujeres y hombres que  ofrecieron su vida con un valor y una generosidad sin precedentes en aquella sangrienta batalla impuesta por los nazi-fascismos de Franco con el apoyo de Hitler y Mussolini.

Ofrecemos este breve  relato histórico con un enfoque crítico de izquierda, que es un extracto escrito por el compañero Lucas, que elaboró hace unos años, pero que merece la pena recordar porque como dicen que dijo el Filósofo Santayana, aunque la frase está atribuida a muchos otros, como Nicolás Avellaneda, Cicerón, Ortega, etc, (con algunas variantes), pero que en síntesis dice:   “Los pueblos que no conocen  su historia están condenados a repetirla”,  por lo que invitamos a toda persona interesada en esta cuestión a que lean el artículo siguiente:

 

“El 18 del mes de julio se cumple el aniversario del Golpe de Estado que dio lugar a la guerra civil. La gesta de los obreros españoles en su lucha contra el fascismo continúa conquistando aún hoy la imaginación de millones que aspiramos a transformar de arriba a abajo esta sociedad. Y para lograrlo, comprender lo ocurrido entonces es fundamental.

Las insoportables condiciones de vida de los obreros y jornaleros españoles fueron dando lugar a una situación revolucionaria en el país. Las distintas etapas que atravesó el proceso moldearon la conciencia de las masas, que aprendieron a confiar tan sólo en sus propias fuerzas. Así, tras la arrolladora victoria del Frente Popular en febrero de 1936, no esperaron a que el nuevo gobierno resolviese sus problemas —algo que nunca hubiese ocurrido— sino que emprendieron la acción, expropiando a los terratenientes, liberando a los presos políticos, ocupando fábricas y empresas y declarándose en huelga para forzar la readmisión de los obreros despedidos.

Por su parte, los capitalistas españoles, quienes sometían a una miseria indescriptible a la clase trabajadora —hasta el punto, en el caso de los jornaleros, de provocarles la muerte por inanición entre cosecha y cosecha—, tenían claro que la única forma de preservar sus privilegios era ahogando en sangre la revolución.

"Tras la arrolladora victoria del Frente Popular en febrero de 1936, las masas no esperaron a que el nuevo gobierno resolviese sus problemas; algo que nunca hubiese ocurrido; sino que emprendieron la acción"

El 18 de julio lanzaron su ataque. Las guarniciones militares de las principales localidades se sublevaron y declararon el estado de guerra. Frente a esta amenaza mortal, el gobierno del Frente Popular, que había renunciado a detener la conspiración golpista en sus inicios, llamaba a la calma. Es más, tanto Azaña en Madrid, como Companys en Catalunya se negaron a armar a los trabajadores. Pero la criminal actuación del gobierno fue contrarrestada por la acción revolucionaria de los obreros quienes, en muchas ocasiones, tan sólo provistos de escopetas de caza o cuchillos, sitiaron y asaltaron los cuarteles sublevados de las principales ciudades.

La clase obrera se hace con el poder real.

Tan sólo 24 horas después del inicio del golpe de Estado, los trabajadores lo habían aplastado en Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, Gijón y otras ciudades clave. Y mientras esto acontecía, Martínez Barrio, jefe del gobierno, proponía al golpista Mola la formación de un gobierno cívico-militar (propuesta que fue rechazada por los golpistas). El golpe de Estado y la acción independiente de los trabajadores provocó el colapso de todo el aparato estatal.

El ejército, en su mayoría, se había pasado al bando fascista, al tiempo que la policía se descomponía y todo el protagonismo pasaba a manos de los trabajadores en armas y sus organizaciones, en especial la CNT y también la UGT. Lo que pretendía ser un triunfo militar rápido de la reacción, se convirtió en el inicio de la revolución socialista. Una situación de doble poder se fue extendiendo por todo el territorio republicano, puesto que los obreros armados no se detuvieron tras derrotar la intentona golpista: tomaron el control de la práctica totalidad de los ayuntamientos en la zona republicana, que fueron sustituidos por comités obreros de CNT y UGT, expropiaron a los principales capitalistas y organizaron milicias para dirigirse al frente y combatir a los fascistas.

En Catalunya es donde este proceso llegó más lejos: los trabajadores tomaron el control directamente de todas las empresas y reorganizaron la economía de forma extraordinariamente eficaz, estableciendo el control obrero sobre la producción. El proletariado catalán llevó acabo todo esto a pesar de que la dirección de sus organizaciones (CNT, UGT, PSOE o POUM) no impulsó esta iniciativa y de que las organizaciones estalinistas (como el PSUC y el PCE) se opusieron por entero.

Las colectivizaciones demostraron cómo bajo el control y la capacidad creadora de los trabajadores, la economía funciona de forma mucho más eficaz que bajo la anarquía capitalista.

En Barcelona, empresas colectivizadas como los ferrocarriles, el metro, cines, agua, gas…, subieron los salarios, redujeron algo la jornada y aumentaron la producción.

“El sindicato de la madera de la CNT barcelonesa, (…) cerró centenares de talleres ineficientes, concentrando la producción en dos grandes plantas. Se evitó el despilfarro mediante el control de la producción desde la tala en el Valle de Arán hasta el producto final”(1).

En el resto de la zona republicana la situación era similar. “En Alcoy también se centralizó la importante industria textil, concentrando 103 empresas con más de 6.000 trabajadores bajo el control del Sindicato Textil de la CNT, doblando las ventas hasta los veinte millones de pesetas” (2).

Tras el 18 de julio, en la amplia zona republicana el poder real había pasado a manos de los trabajadores, aunque al frente del Gobierno formal, sin ningún poder real en ese momento, se situaban los republicanos burgueses amparados por las organizaciones obreras.

(Continuará el viernes 15/6 con la parte 2)

ESCRITO POR LUCAS PICÓ.

(1) Víctor Taibo, La revolución inconclusa. El movimiento anarcosindicalista. Fundación Federico Engels. Madrid, 2012, p. 87.

(2). Ibíd., p. 88.

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