El próximo domingo 18 de Julio se
cumplen 85 años del inicio del tremendo drama que comenzó con el Golpe de
Estado de Franco contra la “República Democrática de Trabajadores de todas
clases” y es preciso recuperar la Memoria Histórica que sigue siendo todavía una demanda de Verdad,
Justicia y Reparación para todos aquellos que lucharon contra el fascismo y por
la revolución social, ofreciendo con una generosidad y valor sin precedentes y
para sus familiares que buscan los restos enterrados en cunetas y fosas
comunes. Muchos historiadores y la
burguesía cómplice hasta ahora, siguen tratando una y otra vez de ocultar la
verdad de aquellos dramáticos acontecimientos.
La historia nos relata que tras la
arrolladora victoria del Frente Popular en Febrero de 1936, las masas que
estaban en ebullición, no esperaron a que el nuevo gobierno resolviese sus
problemas, sino que emprendieron la acción directa, expropiando a los
terratenientes, liberando a los presos políticos, ocupando fábricas y empresas
y declarándose en huelga para forzar la readmisión de los obreros despedidos.
Todo ello ocurría como el proceso lógico
debido a las insoportables condiciones de vida de los obreros y jornaleros
españoles, que avanzaban en la necesidad de los cambios necesarios, dando lugar
a situaciones revolucionarias en el país.
Las distintas etapas que atravesó el
proceso moldearon la conciencia de las masas en acción, que sacaron la
conclusión y aprendieron que solamente podrían confiar en sus propias fuerzas,
unidos y organizados contra el capitalismo y sus esbirros.
Por su parte, eran los capitalistas
españoles, quienes sometían a una miseria indescriptibles a la clase
trabajadora, hasta el punto, en el caso de los jornaleros, de provocarles la
muerte por inanición, entre cosecha y cosecha, y tenían claro que la única
forma de preservar los burgueses sus privilegios era ahogando en sangre la
revolución con el Golpe de Estado.
El 18 de Julio de 1936 lanzaron su
ataque. Las guarniciones militares de las principales localidades se sublevaron
y declararon el Estado de Guerra. Frente a esa amenaza mortal, el gobierno del
Frente Popular, que había renunciado a detener la conspiración golpista en sus
inicios, llamaba a la calma.
Tanto Azaña en Madrid, como Companys en
Catalunya se negaron a armar a los trabajadores. Pero la criminal situación del
Gobierno fue contrarrestada por la acción directa de los obreros, los cuales,
en muchas ocasiones, tan sólo provistos de escopetas de caza o cuchillos,
sitiaron y asaltaron los cuarteles sublevados de las principales ciudades.
Tan solo 24 horas después del inicio del
golpe de Estado, la clase obrera se hace con poder real en muchas zonas. Los
trabajadores habían aplastado el golpe en Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao,
Gijón, Málaga y otras ciudades. Pero mientras que esto acontecía, Martínez
Barrio, Jefe de Gobierno, proponía al golpista Mola la formación de un gobierno
cívico-Militar (propuesta que fue rechazada por los golpistas).
El golpe de Estado y la acción
independiente de los trabajadores provocó el colapso de todo el aparato
estatal.
El ejército, en su mayoría, se había
pasado al bando fascista, al tiempo que la policía se descomponía y todo el
protagonismo pasaba a manos de los trabajadores en armas y sus organizaciones,
en especial la CNT y también la UGT.
Lo que pretendía ser un triunfo militar
rápido de la reacción, se convirtió en el inicio de la revolución socialista.
Una situación de doble poder se fue extendiendo por todo el territorio
republicano, puesto que los obreros armados no se detuvieron tras derrotar la
intentona golpista: tomaron el control de la práctica totalidad de los
ayuntamientos en la zona republicana, que fueron sustituidos por comité obreros
de de CNT y UGT, expropiando a los principales capitalistas y organización
milicias para dirigirse al frente y combatir a los fascistas.
En Catalunya es donde este proceso llegó
más lejos: los trabajadores tomaron el control directamente de todas las
empresas y reorganizaron la economía de forma extraordinariamente eficaz,
estableciendo el control obrero de la producción.
El proletariado catalán llevó a cabo
todo esto a pesar de que la dirección de sus organizaciones (CNT, UGT, PSOE o
POUM) no impulsó esa iniciativa y de que las organizaciones estalinistas (como
PSUC y PCE) se opusieron por entero.
Las colectivizaciones demostraron cómo
bajo el control y capacidad creadora de los trabajadores, la economía funciona
de forma mucho más eficaz que bajo la anarquía capitalista.
En Barcelona, empresas colectivizadas
como los ferrocarriles, el metro, cines, agua, gas…, subieron los salarios,
redujeron algo la jornada y aumentaron la producción.
“El sindicato de la madera de la CNT
barcelonesa (…), cerró centenares de falleres ineficientes, concentrando la
producción en dos grandes plantas. Se evitó el despilfarro mediante el control
de la producción desde la tala en el Valle de Arán hasta el producto final”.
En el resto de la zona republicana la situación
era similar. “En Alcoy también se centralizó la importante industria textil,
concentrando 103 empresas con más de 6.000 trabajadores bajo control del
Sindicato Textil de la CNT, doblando las ventas hasta los veinte millones de
pesetas”.
Tras el 18 de julio, en la amplia zona
republicana el poder real había pasado a manos de los trabajadores, aunque al
frente del Gobierno formal, sin ningún poder real en ese momento, se situaban
los republicanos burgueses amparados por las organizaciones obreras.
La verdad es que bajo la Dictadura,
cientos de miles fueron asesinados, internados en campos de concentración,
torturados y vejados o arrojados a prisiones o tuvieron que marchar al exilio.
No solo se trata de recuperar la Memoria
Històrica, sino que es la obligación de cualquier persona decente, sea de la
ideología que sea, seguir reivindicando una justicia y una dignidad nunca
reconocidas por las Direcciones de las Derechas, cuyos herederos naturales de
PP, C’s y Vox, niegan el golpe y algunos
hacen apología del Golpismo, pero debemos aprender las lecciones del
pasado reatando el nudo de las tradiciones de toda una generación que se
levantó contra el Golpe en defensa de la Igualdad, la Justicia y la Libertad,
para seguir construyendo una sociedad mejor.
“La dictadura de Franco abarca un largo
y tétrico periodo de la historia reciente. Situado entre dos puntos de
ebullición del movimiento obrero en el Estado español, la revolución de los
años treinta y la llamada Transición de los años setenta, suele aparecer como
un periodo gris y carente de lecciones políticas y teóricas.
Realmente no es así. De entrada, la
dictadura franquista es una prueba evidente de que ni la más sofisticada,
brutal y prolongada maquinaria de represión es capaz de anular la voluntad de
la clase obrera de transformar la sociedad.
El carácter revolucionario de la clase
obrera nace de su papel en la sociedad y eso es una realidad mucho más poderosa
que todo el terror que pueda desatar la burguesía para mantener sus
privilegios.
UN
EJERCITO FORJADO POR EL ODIO AFRICANO.
El método del terror y el exterminio
empezó inmediatamente después del golpe militar de julio de 1936 y se aplicó a
fondo durante los tres años que duró la guerra civil.
El triunfo del ejército dirigido por
Franco, en abril de 1936, inicia un periodo negro en la historia del Estado
español cuya característica fundamental ha sido la represión brutal y masiva.
El carácter marcadamente represivo del
ejército español y de Franco en particular, tenía ya una larga tradición cuando
se produce el llamado alzamiento nacional.
Cuando estalla la huelga general de
1917, que afectó a todo el país, Franco era comandante y estaba destinado en
Asturias, donde dirigió una columna del ejército dedicada a “restaurar el
orden. Franco estaba bajo el mando del general Burguete, el gobernador militar
de Asturias, que anunció que cazaría a los huelguistas como “bestias salvajes.
Envió tropas regulares y guardias civiles a las cuencas mineras para desatar,
con el toque de queda, una campaña de terror.
La represión causó 80 muertos, 150
heridos y 2.000 detenidos, de los cuales muchos fueron cruelmente golpeados y
torturados. El ejército se lanzó contra la población minera con el mismo “odio
africano” con el que estaban acostumbrados a someter a la población marroquí,
desatando una orgía de violaciones, pillaje, violencia y tortura.
Otro capítulo importante de la escuela
de Franco fue su paso por la Legión en 1920, fundada por Millán Astray, a la
que imprimió una crueldad brutal y una total indiferencia por el sufrimiento
humano.
Franco adoptaba un benévolo paternalismo
hacia sus subordinados, que regularmente se dedicaban a realizar salvajes
expediciones contra la población.
Entre 1928 y 1932 Franco dirigió la
Academia General Militar de Zaragoza, dejando constancia de forma muy clara y
abierta de un acérrimo anticomunismo.
Muchos de los militares que se formaron
bajo su supervisión participarían activamente en el golpe de 1936.
Sin embargo, fue la salvaje represión de
la revolución asturiana de 1934 el precedente más importante en la formación del
futuro golpista y dictador.
Franco la dirigió desde el Ministerio
del Ejército, enviando al ejército marroquí. No fue suficiente con la rendición
de los mineros, era necesario el castigo ejemplar a todos los implicados, tarea
en la que se empleó a fondo el comandante de la Guardia Civil, Lisardo Doval.
Desde entonces la prensa de derechas
empezó a referirse a Franco como el “salvador de la República. Su papel
determinante en la represión de la revolución asturiana dio a Franco un
considerable prestigio en los círculos militares y de la burguesía.
UN
TERROR PREMEDITADO, MASIVO Y ORGANIZADO.
El enfrentamiento con los mineros
revolucionarios asturianos en octubre de 1934 convenció a los principales
organizadores del golpe, que se puso en marcha tras la victoria del Frente
Popular en febrero de 1936, de la necesidad de una represión masiva y aniquiladora.
El general Mola, principal arquitecto
del golpe, teniendo también presentes las conclusiones del prematuro
pronunciamiento del general Sanjurjo en 1932, daba la siguiente directriz en
abril de 1936: “””Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo
violenta, para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien
organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los
partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento,
aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos, para estrangular los
movimientos de rebeldía o huelgas””.
En el golpe, Franco se encargó del
ejército africano. Igual que en 1934 en Asturias llevó las tropas marroquíes a
la península, donde la Legión y los Regulares pudieron aplicar sus atroces
prácticas durante su avance hacia Madrid en los primeros meses de la guerra
civil. “
Las matanzas eran útiles desde diversos
puntos de vista. Satisfacían el carácter sanguinario de las columnas africanas;
eliminaban gran número de oponentes potenciales (anarquistas, socialistas y
comunistas a quienes Franco despreciaba como chusma) y, sobre todo, generaban
un terror paralizante” (Paul Preston. Franco, caudillo de España.RBA
Coleccionables, 2005).
Una de los capítulos más atroces de ese
periodo inicial de la guerra civil fue el paso de las tropas franquistas por
Badajoz, donde los legionarios, comandados por Yagüe cometieron una matanza
salvaje e indiscriminada, en la que fueron fusiladas y asesinadas 7.000
personas.
Yagüe declaró a un periodista
norteamericano que le acompañó durante la marcha hacia Madrid: “Claro que
fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar cuatro mil rojos conmigo
mientras mi columna avanzaba contrarreloj? ¿Suponía que iba a dejarlos sueltos
a mi espalda y dejar que volvieran a edificar una Badajoz roja?” (Ibíd).
Esas palabras eran un claro reflejo de
la política general de exterminio que practicó Franco durante la guerra civil,
y revela que la represión sistemática y planificada militarmente, fue un
componente esencial para la consolidación de la dictadura y el aplastamiento
del movimiento obrero.
El odio y la violencia de los militares
golpistas eran un odio y una violencia de clase. Era la reacción de la
burguesía y de los terratenientes contra los trabajadores y los campesinos, que
en los años anteriores y durante la misma guerra civil, desafiaron sus
privilegios ancestrales.
Son significativas las declaraciones del
capitán Gonzalo de Aguilera —Conde de Alba y Yeltes, encargado de la prensa en
la zona nacional del norte del país—, que reflejaban las creencias comunes de
muchos oficiales del bando nacional.
Alegando que las masas españolas eran
“como animales, declaró ante responsables extranjeros: “Tenemos que matar,
matar y matar”, jactándose ante ellos de
haber fusilado a seis de sus trabajadores el día que estalló la guerra civil,
“para animar a los otros.
Solía explicar que: “”De no haber
alcantarillas en Madrid, Barcelona y Bilbao, todos esos jefes rojos habrían
muerto en su infancia en lugar de incitar a la chusma y hacer que se vierta la
buena sangre española” (…) “Las alcantarillas son un lujo que se reservará a
quienes lo merezcan, a los jefes de España, no a la masa de esclavos”…
Franco contaba con multitud de
colaboradores, destacadamente falangistas y todo tipo de elementos
desequilibrados, deseosos de participar en las tareas concretas de represión.
El dictador era consciente de que
algunos subordinados disfrutaban de las labores más sanguinarias, como era el
caso del director general de prisiones Joaquín del Moral, que se deleitaba con
los fusilamientos del día.
Dar rienda suelta a los sectores más
putrefactos de la sociedad, lo que da una idea del tipo de régimen que
consolidó Franco tras la guerra civil, también tenía su sentido.
La represión no sólo aterrorizaba al
enemigo sino que también ligaba, inexorablemente, a quienes la cometían con su
propia supervivencia: la complicidad de estas personas garantizaba que se
aferrarían a él como el único baluarte contra la posible venganza de sus víctimas.
En gran medida, la táctica militar de
Franco durante la guerra estuvo determinada por un objetivo político claro. En
sus mismas palabras: “”Debemos realizar la tarea, necesariamente lenta, de
redención y pacificación, sin la cual la ocupación militar sería totalmente
inútil. La redención moral de las zonas ocupadas será larga y difícil, porque
en España las raíces del anarquismo son antiguas y profundas” (…)
Los bombardeos devastadores contra la
población civil, como el de Gernika, satisfaciendo las ansias experimentales de
la aviación alemana de Hitler, eran otra manera de masacrar al pueblo, como el ataque por Tierra, Mar y Aire,
bombardeando a la población civil de Málaga, en la masacre conocida como “la
Desbandá”, con un feroz ataque contra el pueblo malagueño que ocurrió durante
la entrada de los fascistas en la Capital,
el 8 de febrero de 1937, huyendo despavoridos ante la masacre que habían
iniciado en los pueblos de la provincia donde murieron miles y miles de
personas, sobre todo, mujeres, ancianos y niños… (…)
(Continuará
mañana con la parte 2 de 3).
Extracto de Libros de la Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels:
1.- La revolución inconclusa. El movimiento anarcosindicalista (Autor:
Victor Taibo)
2.- Poder Obrero y
Contrarrevolución. (Autor: Juan Ignacio Ramos.
3.- Revoluciòn y Contrarrevolución en España. (Autor: Felix Morrow).
4.- Rusia: De la revolución a la
Contrarrevolución. (Autor: Ted Grant)
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algún libro pude dirigirse al siguiente link:
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