No todo es basura en las redes, aunque cada
vez encontramos más imbéciles y “fake news” interesadas por algunos de los
bandos y bandas en litigio. Me dijo una vez un viejo filósofo que “lo
importante no es solo saber, sino, dónde encontrar el verdadero saber”, así que
rebuscando en FB el otro día me encontré un interesante debate, del cual recojo
este extracto de uno de los que mejor me han parecido, sobre las luchas
sociales en Francia, Cataluña y el resto
del planeta que se está convirtiendo en un auténtico polvorín, con el reciente
altercado entre EEUU y China, que podría servir para incrementar las tensiones
bélicas:
El debate se agudizó tras este primer breve
comentario al que siguieron algunas respuestas de menor calado y luego llegó a
elevarse hasta un grado muy interesante:
M. escribió:“ El factor subjetivo será clave para el
desarrollo social, pero en la actualidad, éste se encuentra muy debilitado en
relación a las condiciones objetivas. Una coordinación entre ambos factores
acelerará el paso de una formación económica a otra más avanzada. Es en la
sociedad socialista, cuando se hará posible desarrollar de manera planificada
la vida social, si el pueblo se incorpora a edificar el socialismo, con
organizaciones potentes, mediante la lucha firme por una democracia limpia y
toma el control de la economía a favor de la clase trabajadora. Las condiciones
objetivas no solo están maduras, sino que se están pudriendo, pero las actuales
direcciones del movimiento obrero, por su bajo nivel de conocimientos
políticos, sus egoísmos y la defensa de sus sillones, son incapaces de estar a
la altura que las circunstancias requieren(…)
J. comenta: Las
barricadas hechas con coches de particulares o sus incendios obedece a una
exaltación piromaníaca que no garantiza ninguna revolución de éxito. Esa
interpretación vale tanto para el París de 1968 como para el de 2018 y otras
fechas intermedias de revueltas callejeras escénicamente muy llamativas
pero con resultados de poco futuro aunque hicieran tambalear gobiernos. El
problema práctico de esos colectivos exaltados que toman las calles para jugar
a batallas campales olvidan lo esencial de toda revuelta: el control
inteligente de los centros estratégicos de cada geografía: desde instituciones
a peajes de la red viaria.
M. responde a J.: El método violento de
incendiar coches, y destrozar mobiliario urbano, no es muy recomendable. Es
propio del lumpen y de gente cabreada que no tiene una alternativa. Eso retrasa
la toma de conciencia de clase, se convierte en algaradas inútiles, desarrolla
la espiral de represión y da alas a la clase dominante para que justifique la
intervención contundente (En Cataluña) y piensen en un dictador para acabar con
esa espiral, como están haciendo ya agentes de la burguesía y lideres del PP,
C`s y sobre todo Vox.
J. responde a M: He venido observando desde hace muchos años el
comportamiento de los manifestantes propensos a incendiar containers y romper
escaparates y siempre me he quedado intrigado de dónde sacan alguna
justificación para hacerlo. No me ando con chiquitas para exponer mi critica
radical y tomarlos por lo que son: unos contrarrevolucionarios que confunden el
fuego con la depuración social. El pirómano es un enfermo severamente empujado
a la destrucción. Si encima encuentra un pretexto para hacerlo pasará ante
algunos como un héroe de campaña. No negaré que retrospectiva e históricamente
el cóctel molotov o la botella de gasolina con trapo quemando asomando por el
cuello tuviera su valor como recurso autodefensivo. No es el caso. Raramente un
cóctel incendiario llega a las filas de las policías o a sus vehículos, es
empleado para quemar lo que salga al pasado en detrimento de los propios
recursos ya que le show de la humareda tanto más incrementada con bengalas y
gases lacrimógenos convierte el espacio en un ring de palos de ciegos. A falta
de petate de arena en casa propia o de pista de senderismo donde ir a
entrenarse y a sudar hay personal que utiliza las manifestaciones para sacar
sus rabias y leches rancias. Al destruir propiedad privada lo más que consiguen
es poner parte de la población en contra de las luchas reivindicativas. Es
sumamente triste que la gente de los comercios tenga que proteger sus puertas y
cristaleras por las hordas incivilizadas convocadas para la siguiente protesta. La crítica a las maneras es indispensable ya que el apoyo a un movimiento que
quiera proteger su poder adquisitivo queda contrabalanceado por la desconfianza
que genera por un comportamiento peligroso e incívico. Si los manifestantes
quieren quemar algo que quemen comisarias pero no mobiliario urbano que es de
todos. Tampoco sería algo para bendecir ya que toda infraestructura y
equipamiento no tiene porque ser destruido sino reorientado y rehabilitado para
otras funciones más importantes socialmente. El hecho es que las chusmas
envalentonadas con sus fuegos destructivos sirve más para confirmar fuerzas de
control del incivismo que no para proponer su disolución. Quiero creer que no
es el sentir de la mayoría de manifestantes los que están por la suciedad
urbana y la tensión escénica, pero basta un 1 por mil para que los 999
restantes pasen por cómplices.
J. responde a M.: Las clases
existen, existen las clases económicas y las clases de conductas. Existen
clases de cultura y clases de luchas. Una clase es una agrupación de individuos
dentro de una categoría que reúne un conjunto de características. En lo
económico, la condición económica, poder adquisitivo y tipo de ubicación residencial
son homologadores o factores de clasificación. Una vez estudiada y reconocida
una clase socioeconómica no significa que toda la clase tenga unos mismos
intereses. La denominación “intereses de clase” que tantas veces hemos empleado
en los análisis de correlaciones de fuerzas es otra denominación a repasar. En
una misma clase hay intereses diferentes y en pugna. En última instancia como
sabemos, cada grupo queda especificado en el relato de todos y cada uno de sus
miembros. Los conflictos de clases nunca han logrado esconder ni relativizar
del todo los conflictos entre individuos.
M. responde a J.: Me gusta ese planteamiento de rechazo
a los métodos violentos de los grupos sectarios, (que comparto), porque van a
incendiar coches y hacer un daño inmenso al mobiiliario urbano, como estamos
viendo ahora en el movimiento de Francia de los Gilets Jaunes que es en verdad
un movimiento de 'tous ensemble' ('todos juntos'). Ese movimiento empezó de
forma pacífica pero los grupos violentos lo pueden abortar. El sectarismo
violento maleduca a las masas, que no dejan de ser masas, cuando necesitamos
que se conviertan en clase trabajadora organizada, en clase para sí. El
elemento crucial de lucha podría convertir este grito de rabia masiva en una
fuerza para transformar a la sociedad, en líneas socialistas, pero necesitan un
partido que tenga claro los objetivos. Una de las características del
movimiento actual es que parece no tener líderes y, por lo tanto, nadie a quien
el gobierno pueda convencer para que cancele la acción. Pero con una dirección
socialista marxista, firme y organizada, Macron podría ser derrotado. Se
podrían forzar convocar nuevas elecciones. Pero cualquier gobierno que se
mantenga a cargo de una economía en la que las clases dominantes estén en gran
medida en manos de propietarios privados y banqueros corruptos, volverá, una y
otra vez, a hacer que los trabajadores y los pobres paguen por sus crisis
recurrentes. Con un partido potente de izquierdas que llamase a la lucha
pacífica y persistente, los comités de lucha de masas podrían convertirse en un
gobierno de trabajadores y personas pobres. Podrían conseguir llevar a cabo un
programa de todas las demandas del movimiento y que la toma de la propiedad
pública de grandes bancos y principales empresas sean democráticas y estén al
servicio del pueblo, pero eso solo podría consolidarse llevando a la práctica
las consignas de 'Igualdad, libertad y fraternidad', que solamente con el
cambio al socialismo podría ser posible. Pero esos movimientos, si se quedan en
el plano nacionalista, al igual que ocurre con la lucha por la repùblica en
Cataluña, serán descarrilados, porque ahora el sistema requiere una lucha
Internacionalista, apoyada por la clase trabajadora de todos los países, que
sigue madurando Solidariamente, pero debe vincularse la lucha inmediata por un
salario mínimo, el restablecimiento de los impuestos sobre los archimillonarios,
una inyección de miles de millones en educación, salud y medio ambiente con la
lucha por el socialismo. Esto implica luchar por una sociedad que esté
“planificada democrática y ecológicamente para satisfacer las necesidades de
todos y no los beneficios de un puñado de corruptos burgueses y ladrones de
guante blanco impuestos a la fuerza por las multinacionales, que es un método
antidemocrático. Necesitamos luchar por una sociedad verdaderamente
democrática, fraternal y tolerante, libre de guerras, pobreza, racismo y
sexismo. Ese es el programa por el que merece la pena seguir luchando, de forma
organizada, unida y pacíficamente, hasta conseguir tomar las direcciones de las
izquierdas, luchando por un cambio que nos conduzca a un mundo mejor para toda
la Humanidad. Salud, socialismo y república.
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