Con la actual dirección liderada por
Susana Díaz, el PSOE de Andalucía registra los peores resultados de la
historia, consiguiendo 33 escaños, aunque sigue siendo la primera fuerza en
esta CCAA. El PP conserva su segundo
puesto pese a su descomposición, obteniendo 26 escaños. En realidad, el partido
ganador ha sido C’s que se alza con una victoria de 21 escaños. Tampoco sale
demasiado bien parada la coalición Adelante Andalucía que consigue 17 escaños.
Lo más sorprendente es el triunfo de VOX que entra con fuerza obteniendo 12
escaños pese a que es considerada como una fuerza de extrema derecha e incluso
anticonstitucional y neofascista.
Tanto PSOE, PP como C’s se postulan ya
como dispuestos a formar gobierno, aunque la situación es bastante complicada.
La opción aritmética que arroja mejores resultados sería una coalición de las 3
derechas que sumarían 59 Parlamentarios, cuando la mayoría es de 55, pero poco
probable, dado que esa situación radical indicaría que se “legaliza el
franquismo” y se opta por la deriva hacia las derechas extremas. La opción de
coalición de izquierda se queda corta pues PSOE-A + Adelante Andalucía arroja
solo 50 escaños que con los votos en contra de las derechas no es posible. La tercera opción es buscar un gobierno
híbrido que comportará tremendos desgastes, o conseguir un gobierno débil hasta
próximas elecciones.
Una cuestión a tener en cuenta es la
tremenda abstención que alcanza un 41,4 % indicando que en torno a 2.700.000 votantes no
han sido convencidos por ninguna de las 18 fuerzas presentadas en estos
comicios para que merezca su confianza, quizás por el bochornoso espectáculo de
los contrincantes, que han estado en la bronca y la descalificación, echándose
unos a otros las corrupciones y sus mezquindades antes de dedicarse a explicar programas serios que resuelvan los
problemas sociales, territoriales y medioambientales, que a todos nos interesan
más que esos espectáculos grotescos envueltos en corrupciones y latrocinios.
El vuelco experimentado es tremendo en
el arco Parlamentario, lo que indica que será preciso hacer una profunda
autocrítica y un análisis, que Izquierda Socialista lo efectuará en la Asamblea
Federal convocada para el sábado 15 de este mes. Pero la situación indica
que se confirma lo que habíamos previsto, que hemos entrado en una nueva época que será
preciso analizar más detenidamente, por lo que iniciamos el debate con lo que
puede representar ese peligroso resurgimiento del fascismo.
Si las direcciones de izquierdas no
tienen una comprensión del fascismo, porque abandonan el método del análisis
basado en el materialismo dialéctico, que es la filosofía clásica del
movimiento socialista, es imposible combatirlo y frenarlo de manera efectiva.
Una de las cuestiones más importante
para la clase trabajadora y la necesidad que tenemos como demócratas y
antifascistas es comprender la naturaleza de estos “neonazifascismos”,
comprender por qué surge y actuar en consecuencia.
Si no se analiza la cuestión desde el
ángulo de la estructura de clases de la sociedad capitalista, ahora en su fase
imperialista multinacional junto a la correlación de fuerzas, las direcciones
no podrán preparar a la clase trabajadora para la lucha futura contra esos
movimientos que han repuntado tanto en Europa como en Latinoamérica y poder derrotar a sus movimientos en ascenso.
Históricamente el sistema capitalista
se desarrolló a partir de la decadencia del feudalismo, al cual derrotó y
superó. Al principio era un sistema progresista que revolucionó las fuerzas
productivas, avanzando el poder de los seres humanos sobre la naturaleza,
consiguiendo a su vez un aumento del nivel de vida y cultura en una parte del
planeta, aunque a costa de una brutal explotación y con las manos manchadas de
sangre por sus guerras de rapiña.
En la lucha contra la explotación
capitalista, las clases trabajadoras crearon sus propias organizaciones de
clase, organizaciones políticas, sindicales y sociales. Necesitamos recordar
siempre que los derechos que hoy hemos conseguido, derecho al trabajo, a reunión,
libre sindicación, manifestación, libre expresión, etc… e incluso el derecho
al voto, fueron arrasados y negados por
todos los nazifasismos, que aquí se prolongó en el Estado español hasta la
muerte del Dictador Franco, al que esas nuevas fuerzas emergentes de Vox y sus
defensores, reivindican.
El capitalismo trae consigo la
concentración de capital y la tendencia al monopolio, necesitando el desarrollo
del mercado mundial, que es la función histórica de ese sistema, en
determinadas etapas de las naciones capitalistas, que pugnan virulentamente
mediante incluso las guerras, por los mercados y sus intereses de los núcleos
burgueses, que entran en conflictos entre si, en un frenético intento de
extender sus mercados, pero en la actualidad, por el proceso de globalización,
han encontrado sus límites, tanto a la enorme concentración de sus capitales
ociosos y especulativos, como a las
fronteras nacionales, que son frenos absolutos para el desarrollo.
El capitalismo que en su última crisis
desde 2007/2008 ha reducido a la clase trabajadora y capas medias a un estado
de pauperización, porque no puede proporcionar ninguna seguridad, ni resolver
los problemas como el paro, la vivienda,
las necesidades sociales y sustento para las masas hambrientas del
mundo, arruinando también a las capas medias, profesionales autónomos, pequeños
empresarios, trabajadores de cuello blanco… que es ese estrato de la población
cuya posición social se encuentra entre la clase obrera industrial y la
burguesía.
Debido a la polarización en líneas de
clase, cuando los ricos se hacen más ricos y el empobrecimiento se extiende,
las clases menos favorecidas, después de haber sido atacadas y privadas de
parte de sus derechos, empiezan a reclamar la parte que les corresponde y los
capitalistas ya no pueden basarse solo en la fuerza de la represión encarnada
en la maquinaria del Estado. Ahora financian con los mismos dineros robados a
la clase trabajadora, esos grupos de derechas extremas, e incluso con la
utilización de su enorme aparato de propaganda, fomentan e intentan preparar
unas fuerzas de choque para poder destruir a las organizaciones obreras que les
estorban en sus planes.
Incluso debido a la podredumbre del
aparato del Estado, contaminado por la corrupción, que ha causado mucho daño a
la democracia y a la clase trabajadora, cuyo reflejo es la abultada cifra de abstención
experimentada en Andalucía, donde los votantes han rehusado al derecho al voto,
asqueados por la corrupción y el manejo de las cloacas del Estado que les ha
servido para fines contrarios a los que pretendían, (¿o quizás lo contrario?),
eso estaba “atado y bien atado” desde las fuerzas internas del franquismo, que
se quitan la careta y aparecen con toda su virulencia, descaro y esplendor.
La burguesía sabe que el fascismo
representa un movimiento de masas, compuesto por la clase media desilusionada y
las capas obreras de lo que antes llamaban lumpen/proletariado y hoy se asemeja
al “precariado”. Pero la clase
trabajadora, también cuenta en tiempos de crisis. Expresan sus aspiraciones y
luchas a través de las organizaciones existentes, o por fuera, cuyas
Direcciones se han moderado tanto en la
actualidad, que han caído en las redes “clientelares” del aparato del Estado y
han sido castradas, continuando con el modelo periclitado del “pacto por el
pacto”, sin contenido posible, por lo que están siendo superadas por las luchas
sociales del “espontaneismo”, el feminismo, los pensionista, los funcionarios,
y la clase trabajadora dispersa por su falta de unión, organización y planificación.
Pero la posición social de los
asalariados crea lo que se llama “conciencia de clase”, que se expresará más
temprano o más tarde, porque la clase trabajadora en tiempos de crisis,
expresará sus aspiraciones y luchas, creando otras nuevas si las actuales no
les sirven en la nueva etapa en la que hemos entrado. Las fábricas, grandes
plantas y sectores que componen amplias masas que serán los batallones pesados
el movimiento obrero, piensan cada vez más en términos de solucionar sus
problemas sociales, intentándolo primero por métodos reformistas y si no las
encuentran, porque sus organizaciones les han defraudado, aplicarán métodos revolucionarios, como
siempre ha ocurrido en la historia.
Las capas medias, que debido a su
posición en la sociedad, quedan a medio camino entre el gran capital y la clase
trabajadora, se balancea entre las dos clases, apoyando a veces a una y a veces
a la otra, pero si la situación de inestabilidad se prolonga y el reformismo no
puede mostrar una salida para esa “clase media”, después de probar a una y
otra, tomará el camino de la revolución cuando se agota el “reformismo” que es
lo que está ocurriendo ya en muchos países. Es un hecho histórico que el
fascismo alienta a la revolución y viceversa.
Enfrentada a esa feroz lucha de
clases, que muchos niegan pero que está ahí, la imposibilidad de encontrar
nuevos mercados en el mundo, agudizada por el “nacionalismo económico” impuesto
por gobiernos como EEUU, Brasil y otros de derecha extrema, y con el objetivo de aplastar a las luchas
reivindicativas de los trabajadores, la clase dominante busca una salida a la
crisis mediante la destrucción de las organizaciones de izquierdas y si se les
dejan y no les frenamos, lo harán otra vez, privando así a la clase trabajadora
de las armas democráticas a través de las cuales podamos defender nuestros
derechos y nuestras condiciones laborales
y ese Estado de Bienestar que nos prometían y que quieren eliminar,
privatizando los Servicios Sociales.
Pero como la crisis afecta a un país
tras otro, los capitalistas que están organizados a escala internacional a
través de sus multinacionales y sus organismos oficiales, expanden su ideología
fascista y se apoyan mutuamente. Por tanto, la necesidad de la clase
trabajadora de combatir a los “nacionalismos” y
potenciar organizaciones “internacionalistas” como clase
trabajadora, es más necesario que nunca.
Los capitalistas intentarán llevar a cabo de nuevo lo que hicieron Hitler,
Mussolini, Franco y demás dictadores, que sería aplastar una vez más a las
organizaciones y partidos de la clase trabajadora, arrebatándonos todos los
derechos. Ahí reside la esencia del “fascismo”, en todas sus variantes, que en definitiva es el “capitalismo
químicamente puro”. Hablando claro, como explica el socialismo científico, es
el modelo al que la clase trabajadora tiene que derrotar y superar porque ya lo
dijeron los clásicos: “Socialismo o Barbarie”.
José Martín Rodríguez.
Coordinador de Comunicación.
Izquierda Socialista de Málaga-PSOE.A
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