Colapso del Dow Jones y contagio mundial. |
Con el
derrumbe de las bolsas mundiales agudizado en el pasado lunes negro del 5-2-18
cuando el Dow Jones, principal indicador del mercado bursátil mundial, registró
una fulminante caída de 1.175,21 puntos, (4,60%), contagiando al resto de las
bolsas, hemos entrado en un nuevo proceso del modelo capitalista que se
caracterizará por una ralentización de la economía en su lenta agonía. Este
modelo está agotado, corroído por la corrupción, la especulación y
la exacerbada concentración de los capitales habiendo cumplido su función
histórica, por lo que merece profundizar en el análisis de si se avecina una
recaída de la recesión o si se podría evitar.
El
desarrollo del mercado mundial en su fase imperialista multinacional, continúa acelerando su
tendencia al monopolio. A pesar del inmenso incremento de la productividad del
trabajo y el permanente desarrollo de la técnica, la ciencia, la robótica y los
nuevos adelantos tecnológicos, la producción a escala planetaria se ha
estancado. La brecha entre ricos y pobres se agudiza. La economía se encuentra
frenada por la concentración de la propiedad privada de los medios de
producción, el comercio y el transporte muy globalizados, polarizado en manos
del 1% de los archi-capitalistas, que
controlan en torno al 90% de las riquezas.
Esos frenos
junto con la distorsión que representan las fronteras nacionales se convierten
a la larga en contradicciones insalvables porque en el otro polo de pobreza se
ven afectadas más de 3.600 millones de personas que representan el 50 % de la
población mundial y que reciben menos del 10 % de las rentas totales del
planeta. “El Programa Mundial de Alimentos
(PMA) asegura que hoy en día hay 925 millones de personas desnutridas en el
mundo” (Fuente: Wikipedia. Hambre Mundial).
Con la
crisis económica de 2007/8 el capitalismo demostró que había cumplido su misión
histórica, pero a base de expandir los créditos que dispararon los déficits
públicos y privados, se proporcionó
artificialmente un nuevo caudal de recursos monetarios, la mayoría de ellos dinero
fiduciario sin respaldo real, con la trampa de darle a la maquinita de
hacer billetes, principalmente en EEUU,
con lo que se consiguió cubrir con un falso velo de apariencia, que todavía la crisis no representaba un
freno absoluto al colapso causado por la saturación de los mercados, sino que
era más bien relativo.
La crisis
estructural tuvo una de sus causas en el subconsumo, pues la demanda
global de los productos puestos en el mercado mundial, es inferior a la
oferta global de la producción
lanzada a los mercados, porque el poder de compras de los consumidores que en
su inmensa mayoría son trabajadores y pobres, pierden capacidad de compras por
la extracción de plusvalías que realiza el capitalista, agravada por los ataques y recortes
salariales para intentar estabilizar la tasa de ganancia intentando salir de la
crisis, pero esa contradicción no puede ser salvada definitivamente en líneas
capitalistas.
La crisis
estructural general del capitalismo se reflejó en el hecho de que las fuerzas
productivas no podían crecer al mismo ritmo del pasado y al cabo de 10 años de
recesión y semi/estancamiento, vemos que las bolsas y la capitalización
bursátil global no han alcanzado el nivel conseguido antes de la crisis.
Tomemos el ejemplo del IBEX-35 que según nos dice Rajoy es la economía que más
crece en Europa: Poco antes de la crisis de 2008 el índice estaba en torno a
los 16.000 puntos y tras el nuevo derrumbe de 2018 perdió la cota de los 10.000,
lo que indica que está todavía situado
en un 60 % por debajo del límite máximo alcanzado en el boom anterior y nos
enfrentamos a una posible recaída de la recesión, pese a los trucos, las
mentiras y la demagogia de Rajoy y su Ministro De Guindo.
Al cierre
del ejercicio económico de 2007 la Deuda del Estado era de 384.000 millones de
euros. En el último ejercicio: ”La deuda pública alcanzó 1
Billón 144 mil millones al final de diciembre/2017”. (Fuente:www.datosmacro.com),
el incremento ha sido del 297’91 % que el Gobierno Rajoy lo carga sobre las
espaldas del contribuyente. La población española a febrero de 2018 era de
45.892.282 habitantes lo que representa
una deuda por persona de 24.927 euros. Esa es la herencia que nos deja Rajoy
que nunca podremos pagar.
El
inevitable ciclo de producción capitalista está tomando ahora una nueva curva
descendente, aunque digan lo contrario esos “insignes” defensores de la
burguesía capitalista. Se han terminado los largos auges del pasado, donde cada
boom era más elevado que el anterior, pero en la actualidad ocurre todo lo
contrario. Ahora tendremos auges más bien raquíticos seguidos por recesiones y
estancamientos largos con un claro peligro de que la economía se enfrente en el
horizonte a una depresión. Pero una recesión no puede continuar indefinidamente
descomponiendo y deteriorando las condiciones de vida y de trabajo de las masas
sin dar soluciones a los problemas del paro, la desigualdad y las tensiones de
los conflictos territoriales nacionalistas sin que se produzcan luchas sociales
y cambios bruscos y repentinos en la toma de conciencia de las masas.
La crisis
económica actual es también política, social y cultural aunque con un alto
nivel de producción, que se acelerará en los próximos 2, 5 ó 7 años, por la robótica y demás adelantos técnicos,
sustituyendo mano de obra por máquinas, que modifican las crisis anteriores
donde los auges posteriores absorbían la mano de obra cesante, pero ahora, el
paro se agudizará y caerán los beneficios empresariales pues en momentos como
los actuales opera de forma negativa y
más visible la “Ley de la Tendencia decreciente de la
cuota de ganancia del capital”, que aunque con cierta controversia
por parte de los liberales, tendremos que seguir debatiendo en otro momento por
su complejidad, para demostrar sus perversos efectos. Marx denomina “composición
orgánica del capital” a la relación entre el “capital constante” y “capital variable”, el primero
representado por la masa de capital invertido en medios de producción y el
segundo lo que invierte el capitalista en fuerza de trabajo.
La cuestión
de las crisis cíclicas del sistema capitalista está vinculado a esta Ley
formulada por Marx y expuesta en el tomo 3º de “El Capital”, sección 3º, para
los interesados en estudiarla y comprender si opera o no, que es el permanente
debate. En la medida que las inversiones en “capital constante”
aumentan mucho más que el “capital variable”, por la
introducción de nuevas tecnologías y otros factores, pero una vez alcanzado el
equilibrio por la competencia, la tasa de beneficio tiende a caer, aunque en
los auges aparece tan ralentizada que algunos economistas burgueses la niegan.
En las recesiones, y sobre todo en las depresiones, la aceleración puede
convertirse en vertiginosa y desestabilizadora del sistema. Esta tendencia a la
disminución perpetua de la tasa de beneficio del capitalismo, unida a las otras
tendencias, permitirá comprender la afirmación de Marx, de que “el
capitalismo está infectado por el germen de su propia destrucción”,
pero que nunca caerá solo, porque “la emancipación de la clase trabajadora,
será obra de la propia clase trabajadora, o no será” y por tanto
requerirá el concurso de la lucha de la clase trabajadora organizada y unida
pero con una dirección potente que represente la vanguardia del factor
subjetivo para producir los cambios necesarios que eviten la catástrofe, porque
al final, como señaló Rosa Luxemburgo “o socialismo o barbarie”.
Los nuevos
inventos como la robótica, nuevas tecnologías, industria 4.0, internet,
ordenadores y otros términos son usados para describir lo que se ha dado en
llamar la nueva revolución industrial. Los propagandistas del capitalismo nos
quieren hacer creer que en el futuro la humanidad vivirá pacíficamente y
liberados de la mayoría de trabajos pesados, sucios y agobiantes, pero eso es
una falacia
bajo el capitalismo, porque es solamente de la mano de obra donde el
capitalista extrae las plusvalías del asalariado y ni del robot y ni del resto
de la composición técnica del capital representada por el capital
constante.
La burguesía
está robotizando
al trabajador asalariado con ritmos infernales y jornadas prolongadas
tendente a la esclavización, que junto
con la robotización que sustituye a miles que obreros, aumentará el paro
forzoso al producirse un excedente que provocará un paro estructural crónico.
Esa situación de desigualdad creciente, más temprano o más tarde, producirá un
aumento de la indignación de las masas ociosas con el consiguiente proceso molecular
de toma de conciencia que dará lugar a
convulsiones sociales como vimos en procesos históricos cuando se
produjo la rebelión de los esclavos luchando por su supervivencia y
emancipación, hechos convulsivos que se podrían producir a un nivel superior.
Las guerras
terribles, las migraciones causadas por los conflictos con la consecuencia de
terribles hambrunas que afectan a pueblos y continentes de todo el planeta,
podrían acelerar la desorganización y decadencia de este belicoso modelo
imperialista afectando también a la vieja Europa, provocando la descomposición
del modelo capitalista. Esa situación, si se produce la depresión, podría
llevar a la desorganización del capitalismo y a la necesidad de reorganización
de la producción en bases a la planificación científica de los recursos
productivos a una escala europea e internacional, acometida en base a la
democracia social participativa para avanzar al socialismo. Si esa posibilidad no se aprovecha, será a
causa de la debilidad y división de las direcciones de los partidos de
izquierdas y los sindicatos de clase debido a la pusilanimidad y capitulación
de sus líderes, porque la clase trabajadora y los sectores oprimidos de la
pequeña burguesía arruinada se verán obligados en un momento dado a lanzarse a
la lucha de forma desesperada y acumularán la fuerza necesaria para cambiar la
sociedad no una vez sino cien veces si hiciese falta.
La
dialéctica marxista explica que la teoría del colapso espontáneo del
capitalismo y su autodestrucción es incorrecta y si los trabajadores no
conseguimos encontrar una salida a la barbarie y el infierno al que nos podría
llevar el capitalismo mafioso, que produciría terribles sufrimientos si las
fuerzas reaccionarias toman el camino del neo-nazi-fascismo, que asoma sus orejas
en toda Europa, el drama se podría repetir si no lo evita una firme batalla
del movimiento socialista internacionalista. La lucha de clases no ha
desaparecido como los voceros y voceras del capitalismo nos quieren hacer
creer, por lo que para acabar con el modelo de explotación capitalista y
superarlo, (pues de lo contrario el capitalismo siempre encontrará una salida),
debemos continuar reorganizándonos marchando hacia la unidad porque solamente
con la intervención consciente de los trabajadores bajo la bandera unitaria de
una coalición de partidos de izquierdas, junto con sindicatos y organizaciones
sociales de forma solidaria, podremos encontrar una salida digna para la toda
la Humanidad.
Escrito por José Martín Rodríguez. (*)
Coordinador de Comunicación.
Izquierda Socialista de Málaga-PSOE. A
(*) Fuente: Colaboración para Diario 16 publicado en ese medio el 23-2-18.
La bolsa es, por si no lo sabéis, la gran patraña de la historia contemporánea, y una de las causantes del deterioro de la humanidad y del planeta.
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