Siempre he admirado la profesión del periodismo crítico y
combativo que arriesga bastante buscando las noticias que el poder no quiere
que se revele. Agradezco a Diario 16 que
me haya dado la oportunidad de ejercer mi libertad de expresión (que veo
peligrar), ofreciéndome la ocasión de
publicar artículos de colaboración. En tiempos difíciles hace más de 40 años
colaboré en periódicos como “El
Socialista” (PSOE-Histórico), Avance Socialista, Nuevo Claridad, más tarde El
Militante y otros. Nunca hubo mercadeo por ninguna de las partes,
garantizándome mi completa libertad, lo cual agradecí y agradezco enormemente.
No tengo título, pero he venido colaborando con esos periódicos de izquierdas, ya que los de
derechas siempre me han tenido vetado. Incluso en la época moderna con
Gobiernos PP es peor que en la transición desde que desempeño la tarea de Comunicación en Izquierda Socialista-Málaga,
por ser muy crítico con los poderes fácticos. No tengo estudios y me considero
un autodidacta. Me hubiese gustado ser periodista porque en el fondo soy
rebelde y entiendo que no es igual ser periodista combativo que ser periodista
sumiso. Pero comprendo que eso depende la mayoría de las veces de la
línea editorial ideológica que el empresario marque.
Algunos directores de prensa mantienen la idea perversa de
que solamente lo que vende periódicos es
información, habiéndose creado especialidades, cátedras y periodistas
apoltronados, cimentándolo especialmente
en el marketing. La mayoría de las
empresas de información burguesas han hecho de eso una mercancía caprichosa y
desleal con la verdad, prostituyendo el trabajo del auténtico periodista. Éste
a veces lo sufre y está siendo cada vez
más deformado y esclavizado, como persona explotada que es obligada a violar su conciencia sobre
la realidad tanto en aspectos individuales como colectivos, porque se les exige
por el patrón/editor, renegar de la realidad
de la lucha entre clases.
Manipulen o no los hilos de la información, la lucha de
clases no se detiene en la puerta de los periódicos de derechas, cada vez más
mediocres, corruptos y serviles. Pero
hay periodistas eminentemente combativos reflejando la realidad social. Existen empresas mercachifles de noticias que
se han convertido en maquinaria de guerra ideológica capitalista putrefacta y
degenerada, lo que constituye un fracaso y al mismo tiempo una delación, pues
los lectores ven cómo se delata su financiación
por PPartidos dopados. Parten de la función distorsionada y lo que
debiera servir para informar a la sociedad, se convierte claramente, en un negocio para alienar la mente de las masas.
Esa deformación de la información reina
en la cabeza de muchos editores/patronos
con la idea de que es un tipo de periodismo útil como arte mercenario de
comprar y vender la pluma al mejor postor, imperando el peregrino criterio de
que periodismo es mercadear con la sinceridad, camuflando la realidad con la
falacia de la necesidad de la demagogia para adular la “objetividad” burguesa.
Empresas periodísticas sometidas a las feroces leyes del
capitalismo tratan a sus trabajadores como mercancía, con salarios bajísimos
siguiendo el criterio político del Gobierno Rajoy que llevó el coste de
reproducción
de la mano de obra por debajo del límite mínimo de supervivencia, según
mi libre opinión. No cobro por escribir ni dependo de ninguna empresa, hablo a
favor de la juventud pues estoy jubilado y vivo apretadamente con pensión menor
a mileurista.
La realidad que genera la vida social, cultural, artística,
política, social, económica o medioambiental, a partir de su motor histórico
que es la lucha entre las clases, no puede ser ignorada por maniobras
comerciales aunque sea pervertida según los intereses del capitalista,
confundiendo lo que es información veraz con propaganda camuflada de
opinión. Ocurran cuándo y dónde ocurran
esos hechos cotidianos, la sociedad está dividida en clases y además de
requerir análisis científicos, también requiere capacidad de relato
clarificador, emancipador, creativo y veraz que contribuya a elevar el nivel de
conciencia social y que también esté orientado a contribuir a la expansión del
nivel de conciencia democrática y colectiva incluso aportando
conocimiento para resolver problemas sociales e individuales.
El trabajo analítico de información periodística, además de
ser una praxis ética cotidiana, debería
también tener utilidad como trabajo
organizador para transformar el mundo. Así lo han venido haciendo personas
poniendo su vida en peligro como
reporteros de guerra, de investigación, o sufriendo cárcel en la Dictadura de
Franco. Actualmente se viven desfalcos informativos similares a
desfalcos bancarios, en contra del sentido común que humilla a
la inteligencia de los lectores y de los asalariados de la información, sometiéndolos a principios y fines
empresariales corruptos, mediocres y a veces delictivos. Conocemos las
arbitrariedades cometidas por algunos grandes capos de la información. Debería
estar regulado por Ley que en las cabeceras de prensa se declarase la línea
editorial, bien de izquierda, de centro, de derecha, científica, ecologista,
religiosa o cualquier otra materia, como
ocurre en algunos países europeos avanzados.
Conozco a estudiantes que cursan estudios en la Facultad de
Ciencia de la Información que comentan la existencia de materias empeñadas en
formar mano de obra dócil, barata, mansa y carente de crítica. Orientan su
preparación para aguantar como becario, arropados con disfraces academicistas,
situaciones laborales aberrantes a cambio de la falsa ilusión que pregona la
fama burguesa, el prestigio del mercachifle y la rentabilidad cómplice de
algunos creativos, a la hora de disimular las verdades más crudas o
criminalizar a los sectores y personas que luchan por la emancipación de la
clase trabajadora, pues en el periodismo también hay clases y defensores de
ideología ultraderechista, progresista,
de centro, también de izquierda que mantienen
la prensa obrera y no reciben financiación de la banca e
intentan resistir contra viento y marea pero sabemos que pululan plumíferos
amancebados con el capitalismo y sus odios, lo hagan por sentimientos
ideológicos transmitidos por el antiguo régimen, o por la necesidad de mentir, calumniar, etc.
Un
becario a veces, si lo ordena su superior, por ser necesario auspiciar o
defender mentiras, golpes de estado, magnicidios o barbaridades, le invitan a
asumir y tener claro que “el que paga la orquesta decide la partitura”. Contrariamente vemos otras actuaciones
heroicas que dignifican el trabajo periodístico entendido como un reto social
grandioso. No se resuelven problemas
ocultándolos de manera gremialista, ni con cortesía y buena voluntad. Esta profesión debiera tratarse de un oficio
o tarea para controlar esa política atascada en el pantano de la corrupción y
contra la guerra ideológica y mediática burguesa que está colaborando con los
corruptos, perjudicando al pueblo
trabajador cuyo grado de desigualdad se hace insoportable y preciso es seguir denunciando.
Somos muchos los que anhelamos dignificar la definición y la
función de periodista que comprende factores muy diversos. Podríamos partir de
la base concreta luchando contra el trabajo alienante y contra las
condiciones de insalubridad ideológica extrema que bajo el capitalismo se
desarrolla, incluyendo este sector que no es distinto a los demás. Dignificar
el trabajo periodístico implica emprender, permanentemente, una
revolución de conciencia y acción que devuelva a la producción
informativa su alma rebelde, su poder
como herramienta emancipadora de conciencias. Según mi humilde opinión, eso
implica devolver al periodismo combativo de izquierda sus brújulas y sus
responsabilidades en el camino de la transformación de la sociedad.
Naturalmente eso necesita exigencias programáticas,
organizativas y disciplinarias, que no pueden eludir la lucha de clases y cuya
praxis debe marchar al lado de las luchas emancipadoras de los trabajadores y
los sectores empobrecidos que sufren las consecuencias de la crisis, sus
saqueos, mordidas y robos de ladrones de guante blanco que se
refugian en la impunidad, favorecidos
por la maraña legislativa burguesa que les protege mediante largos procesos
cuyos delitos prescriben tras 8, 10 y más largos años, demostrándose que esas
leyes está pensadas adrede para que la clase dominante pueda delinquir
impunemente.
También existe en el gremio la famosa frase:
perro no come carne de perro. Representa una aberración corporativa que
oculta una idea perversa. Así cualquier energúmeno que publique canalladas,
bajo cualquier método y medio, se hace llamar periodista a costa de degenerar
la verdad que pertenece a los lectores que compran prensa. Frenar esas vilezas
implica desarrollo científico y político para conquistar un poder profesional
capaz de ponerse al servicio de la regeneración y la catarsis, aunque sea en situación de desventaja como
están haciendo bastantes grupos de periodistas honestos, en redes
sociales o jugándose el tipo por un periodismo crítico, serio, de investigación
auténticamente ético. Eso implica impulsar estilos nuevos de la comunicación con conciencia transformadora
que haga avanzar la sociedad en su conjunto hacia la igualdad. Precisamos
potenciar generaciones nuevas de trabajadores del periodismo, emancipados de la
lógica del mercado informativo capitalista putrefacto, lo cual no es nada fácil pero completamente
necesario.
Muchos trabajadores de izquierdas estamos asqueados por la
desfachatez y la impunidad con que exhiben sus ruindades los amos y sus vasallos
periodísticos de la derecha reaccionaria que en programas y tertulias
defienden a sus amigotes del Gobierno y no los evidencian. En momentos como los
actuales cuando la náusea nos sacude y la irracionalidad del mercado
informativo se transmuta en comando golpista y magnicida, las izquierdas
debemos organizarnos de manera más democrática, plural y combativa buscando la
unidad y la acción estructurada desde abajo como causa ética suprema.
En momentos dramáticos como los actuales, donde se alían las
mafias mediáticas formando su ejército de periodistas sumisos para
bombardearnos con misiles de injurias y mentiras, los trabajadores, los
sindicatos, los partidos de izquierdas y las organizaciones sociales, debemos
apoyar al periodismo combativo para caminar hacia un frente riguroso en
sus principios éticos, adaptándolos cada cual en su organización, pero con el
objetivo de sumarnos abiertamente en un
conjunto de todas las fuerzas de la comunicación emancipadora. Condenamos
la corrupción y su causa principal, como es la lógica perversa del lucro
privado del capitalismo por encima del bien común. Algunos voceros y voceras del Gobierno son
títeres de la tiranía mafiocrática, por lo cual hay que continuar el combate
para quitarles la careta de farsantes y mercenarios, defendiendo la profesión
de
periodista combativo dotándonos
de la herramienta creativa de la ética al servicio de una sociedad mejor para
toda la Humanidad.
Escrito por José Martín Rodríguez.
Coordinador de Comunicación.
Izquierda Socialista de Málaga-PSOE
de Andalucía.
(Colaboración para Diario 16, publicado en la sección de opinión de ese medio el 16-2-18).
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