Las 737 personas más ricas del mundo poseen el 80 % del valor total de las acciones de las 43.000 compañías multinacionales del planeta. La nueva época del la “libre competencia”, del “mercado libre” dejó paso a un sistema económico mundial globalizado que está controlado por unas 147 grandes multinacionales. El monopolio surge inevitablemente del libre mercado. Aquellas empresas que son capaces de producir más barato desalojan de la competencia a aquellas otras que emplean métodos de trabajo más anticuados y, por lo tanto, producen mercancías más caras. Los grandes se comen a los pequeños. La concentración del capital es la consecuencia inevitable del modo de producción capitalista.
Cada innovación tecnológica en la producción obliga a nuevos desembolsos y créditos con los bancos, lo que solo se pueden permitir las empresas más fuertes. Una vez que estas grandes empresas conquistan el mercado de su país se vuelven hacia el mercado mundial conquistando nuevas esferas de influencia. Estas multinacionales van desalojando de la competencia a otras grandes empresas en otras partes del mundo, lo que provoca la aparición del monopolio en cada rama de la producción. Así pues, son cuatro o cinco grandes multinacionales y monopolios quienes controlan férreamente cada sector importante de la producción a escala internacional: acero, automóvil, petróleo, química, telefonía móvil, ordenadores, bebidas, café, minería, etc. Son empresas gigantescas con 100.000, 200.000 y hasta 600.000 trabajadores repartidos por todo el mundo.
Esos enormes monopolios y multinacionales despliegan una lucha a muerte entre ellas en la arena mundial para controlar las fuentes de materias primas y los mercados. Les va en ello su supervivencia. Con el desarrollo de las multinacionales no desaparece la importancia de los Estados nacionales, al contrario. Éstos se fortalecen. Cuando estas multinacionales no pueden acceder a determinados mercados o controlar determinadas materias primas en algunos rincones del mundo, recurren a la guerra o a la amenaza de la misma, para hacer vales sus intereses. Pero las guerras solo la pueden hacer los ejércitos, y éstos están basados en los estados nacionales, que llevan adheridos una burocracia estatal compuesta por altos funcionarios, jueces y administradores para su funcionamiento cotidiano.
Los grandes capitalistas de cada país someten al aparato del Estado y a los Gobiernos a sus intereses más directos. Los Gobiernos burgueses no son más que el Consejo de Administración de los intereses comunes de los capitalistas de cada país. El militarismo, el fortalecimiento de los cuerpos represivos es la consecuencia necesaria de este estado de cosas. El aparato del Estado y las grandes empresas y capitales constituyen un cuerpo único.
La dominación militar y económica de las naciones más débiles a manos de las multinacionales y estados más poderosos es lo que constituye el Imperialismo moderno, y es el resultado inevitable del dominio económico de los monopolios y multinacionales. Son las grandes potencias imperialistas de EEUU, La Unión Europea, China, Rusia y con sus zonas de influencia, quienes se reparten los mercados mundiales y las fuentes de materias primas. (…)
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
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