Contra el Oportunismo y el Sectarismo:
Existe en la izquierda una enorme cantidad de grupos sectarios y oportunistas que se reclaman del socialismo en todas sus variantes, pero la mayoría de ellos, están dirigidos por compañeros que desconocen, han olvidado o han tergiversado el método, las ideas, la estrategia y la táctica que puede conducir a la clase trabajadora a la toma del poder y construir una nueva sociedad genuinamente socialista, como alternativa global al sistema capitalista, que en su fase imperialista multinacional ha entrado en una recesión gravísima que incluso pone en peligro la especia humana sobre el planeta, por la explotación, la especulación y la depredación de los recursos naturales, el Medio Ambiente, las materias primas y el frenazo a la investigación y al desarrollo.
La burguesía insiste en la muerte del marxismo, pero para algunas corrientes críticas, el materialismo dialéctico representa una herencia preciosa que debemos seguir desarrollando a la vez que animamos a los jóvenes y a la clase trabajadora en general a que lean a los clásicos, aunque en realidad no podemos tomarlos como un esquema acabado del proceso histórico, sino que es preciso adaptarlos a la realidad concreta, para transformarla en favor de los pobres y la clase menos favorecida, la clase obrera.
Es necesario reconocer que debido a las desviaciones del estalinismo y a la deriva hacia la derecha del reformismo socialdemócrata, los verdaderos marxistas, quedaron prácticamente aislados en pequeños grupos diseminados, siendo atacados principalmente por el capitalismo, pero también por el estalinismo y la socialdemocracia.
Remontándonos en la historia se observa que terminada la II Guerra Mundial, salieron fortalecidas las corrientes estalinistas y en cierta medida la II Internacional socialdemócrata también, pues ante el miedo de la burguesía a la revolución, infiltró y utilizó a los dirigentes reformistas para que actuasen de cortafuego, otorgando algunas mejoras a los trabajadores para contrarrestar los avances que experimentaba la URSS que se había convertido en un polo de atracción para los obreros del mundo.
Pero ni los estrategas del estalinismo ni los reformistas socialdemócratas fueron capaces de comprender los acontecimientos internos y las luchas sociales que el proceso histórico hizo imparables e inevitables, incrementándose el desarrollo de los Estados estalinizados en el Este de Europa, que se convirtieron en estados bonapartistas obreros deformados y degenerados, que la burguesía empezó a llamar del “socialismo real”, cuando en realidad se estaba dando desde hacía años una contra-revolución que caminaba hacia el capitalismo, si no se producía una revolución política donde los trabajadores interviniesen implantando el control obrero y la planificación democrática, pero el proceso se produjo a la inversa asumiendo la burocracia corrupta el modelo capitalista del que estaban más cercano.
Mucho antes de esa implosión, las revoluciones que ocurrieron posteriormente a 1944 con los acontecimientos de Grecia, las Revoluciones en China y Cuba, junto con otros cambios similares que se estaban dando en otras zonas e incluso en el Mayo francés del 68, no fueron previstas por ninguna fuerza política con garantías de llevarlas a buen puerto, por la incapacidad burocrática de sus direcciones y su sumisión al capitalismo, en el abrazo del oso que representó la guerra fría, donde los estalinistas y los socialdemócratas negaban la posibilidad de avanzar al verdadero socialismo democrático y autogestionario.
La confirmación más clara de la bancarrota de la dirección estalinista se dio en la Revolución de los claveles de Portugal, donde el PCP que tuvo todo el poder en sus manos, fue incapaz de desarrollar un plan que concediese el poder y la autogestión de las empresas a los trabajadores,y colaboraron en deshacer la reforma agraria que se había llevado a cabo en la práctica por las propias masas de los campesinos y jornaleros, y con la participación activa de la dirección del PCP procedieron a la devolución de los latifundios y de las empresas a los capitalistas.
En los textos de los clásicos del marxismo la interrelación entre el llamado factor subjetivo y los factores objetivos ocupan bastantes libros. Una de las principales conclusiones es la necesidad de una Internacional marxista, debido a la disolución de la I Internacional de Marx y Bakunin, al sometimiento de la II a sus burguesías respectivas aprobando los créditos de guerra y la práctica disolución de la III Internacional sometida al nacionalismo Gran Ruso por Stalin, y al abandono del “internacionalismo proletario”, que hace comprender a la clase trabajadora que está a merced de direcciones endebles y desconfían de sus dirigentes porque han conseguido llevarles a una derrota tras otra. El abandono de la teoría, del método dialéctico, que es el mejor que puede ayudarnos a clarificar las contradicciones que se producen en el proceso de lucha para alcanzar la transformación social, supuso un verdadero desastre y un drama angustioso para las masas bajo la bota del imperialismo capitalista.
El capitalismo mundial, en esta fase imperialista multinacional que hemos sufrido más aceleradamente durante las últimas tres o cuatro décadas,ha desarrollado todo su potencial y posibilidades que quedaban como sistema progresista, no solamente en los países desarrollados, sino en todo el planeta por la expansión total de los mercados en la llamada “globalización”, que dialécticamente ha tocado sus límites.
El aumento de la producción alcanzó antes de la crisis de 2007, las cotas más altas jamás conseguidas por ningún otro sistema, creando productos nuevos que superaban en su fase de capitalización bursátil, al menos 10 veces el valor del Producto Interior Bruto Mundial, superando los 500 billones de dólares.
Debido a la elasticidad de los créditos e hipotecas, incluso a dos vidas, los capitalistas consiguieron artificialmente que el sistema liberal burgués tuviese una aparente y relativa estabilidad, lo que, por una parte fortaleció a la burguesía que acumuló enormes beneficios en el proceso de concentración acelerada del capital, y por otra, jugó el papel de crear falsas ilusiones en los trabajadores, que alentados por las direcciones reformistas, tragaron el anzuelo de la lógica del capitalismo que empezó a decir que se había llegado al fin de la historia y que el capitalismo había superado las crisis cíclicas, lo cual se ha demostrado un craso error, como así habían previsto los analistas marxistas que aplicaban correctamente el materialismo dialéctico como el mejor método de análisis de al realidad.
El proceso revolucionario que vivió el año pasado el continente africano, con los levantamientos revolucionarios que afectaron desde Túnez a Siria, pasando por casi todos los países de la periferia del capitalismo mundial, es una indicación de los procesos que están afectando al corazón del capitalismo, que sufre arritmias constantes y poniendo a veces al borde del infarto a países de la vieja Europa, como Grecia, Portugal, Italia o el propio Estado español.
Esto indica que la revolución colonial inacabada se sigue manifestando tomando formas peculiares y con maneras distorsionadas, que se debe fundamentalmente a la correlación de fuerzas que ejercen los problemas sociales que no pueden ser resueltos por las burguesías respectivas, ni por métodos dictatoriales ni por métodos democráticos, lo que confirma la Teoría de la Revolución Permanente, que algunos mal interpretaron como “automática”, que era una tergiversación de esa teoría.
La problemática social que debe ser abordada, como la cuestión agraria de los latifundios y de la producción industrial, son necesidades urgentes que no pueden ser resueltas, por lo que se necesita proceder a la transformación de la sociedad ya que no pueden ser abordadas a favor de los ciudadanos bajo líneas de propiedad privada capitalista. Si realmente se quiere evitar un estancamiento total y la imposición de unas condiciones tremendas de recortes, hambrunas y penuria para las masas, que lastran e impiden el desarrollo pleno de las fuerzas productivas encorsetadas bajo el capitalismo latifundista, la lucha por un nuevo modelo se hace imprescindible.
Al no existir partidos socialistas o comunistas que llamen a la transformación social, con suficiente fortaleza que tengan apoyos de masas dinámicos y en acción, ni en los países más pobres ni en los capitalistas industrializados que sirviesen de polo de atracción para la clase trabajadora, a la vez que no existe ni un estado obrero socialista sano, con democracia social que sirva de polo de referencia, los levantamientos de las neo-colonias se han desarrollado de forma distorsionada, carentes de direcciones correctas, quedándose el proceso más bien en tablas, cuyo ejemplo es el mundo árabe, pero también Venezuela y demás países de América latina, donde el proceso al socialismo está atascado, dado que bajo el capitalismo no hay salida, pero el imperialismo tampoco tiene fuerzas para aplastar a las masas como hiciese en décadas pasadas apoyando dictaduras sangrientas.
El estancamiento de la Revolución Cubana que siguió los parámetros, similares al estalinismo aunque con algunas diferencias, así como la deriva hacia el capitalismo de la poderosa Revolución China, que se desarrolló en un principio dentro del marco de la correlación de fuerza mundial, con influencias estalinistas-maoistas siguiendo el modelo de la extinta URSS, demostraron igualmente la imposibilidad de construir el socialismo ni en un solo país, ni mucho menos cada cual a su aire y enfrentados, que fue uno de los mayores errores de la táctica estalinista, demostrándose que tampoco existe allí ni ha existido nunca lo que la burguesía llamaba “socialismo real” y ahora renombran en China como “socialismo de mercado”, cuando es una monstruosa mezcla de Capitalismo de Estado y Dictadura contra el Proletariado.
Todas esos sucedáneos y desviaciones del objetivo de construir el verdadero socialismo han sido analizadas y criticadas por diversos intelectuales. Por ejemplo, la revolución de Cuba, comenzó con una dirección y objetivos democrático burgueses, pero debido a diversas circunstancias de presión del imperialismo, errores de la dirección de la revolución y otras, acabó organizándose de manera bonapartista-proletaria al girar hacia el estalinismo de Moscú. Como consecuencia del carácter atrasado de su economía, así como el bajo nivel de comprensión del auténtico método del marxismo de la casta militarista del guerrillerismo cubano, (del que El Che y poco más eran la excepción al criticar a la burocracia de Moscú), le llevaron a aceptar el “socialismo real estalinista calcado e impuesto por la URSS” de quien recibía el apoyo. Pero aquello se convirtió en un sistema dominado por una casta burocrática militar, de características similares al modelo de Rusia, China y demás países estalinizados, donde hacía tiempo se estaba dando un termidor burocrático de orientación al capitalismo que ahora se recrudece.
Incluso teniendo en cuenta las deformaciones burocráticas de los países de bonapartismo proletario, la economía de Rusia y China se estaban desarrollando en aquella época como grandes potencias, pisándole los talones a EEUU en algunos campos del desarrollo y estaban liquidando el atraso histórico con una velocidad sin precedentes, por lo que actuaban como un poderoso polo de atracción.
Pero esa especie de “capitalismo estatalizado”, sin control obrero y subordinado al imperialismo, con el pacto tácito de impedir las nuevas revoluciones sociales, se convirtió en un freno para poder desarrollar las fuerzas productivas, que chocaba con la incapacidad y la ineficacia de la planificación centralizada estrangulada por la casta burocrática, que fueron las principales causas, junto con el error de la teoría de “la construcción del socialismo en un solo país”, cada cual por su lado, siendo esos los factores fundamentales que influyeron en su desplome ante los ataques económicos del imperialismo.
Dando la impresión de que habían conseguido una nueva versión del marxismo que negaba la teoría de la revolución permanente, esa casta de militares se convirtieron durante un tiempo en los agentes históricos de la revolución, creyendo que bastaba llevar a cabo la estatización de la economía, (pero sin control obrero, sin democracia participativa, solo manu militari), para construir el socialismo, cuyo método falló estrepitosamente, pasando del sistema estalinista al capitalista como quien pasa de un vagón del tren a otro.
Es preciso comprender que esos procesos de pasos atrás en la historia se debían al retraso en la construcción del factor subjetivo necesario de la revolución socialista en los países desarrollados. Pero la caída del estalinismo, al representar una desintegración de un sistema, a la larga también está minando los cimientos del capitalismo mundial, cuando éste ha entrado en un proceso de declive global y camina hacia una brutal recesión que podría desembocar en una depresión similar a la de los años 30 del siglo pasado.
En los procesos vividos durante la desintegración de esos países estalinizados, la mayoría de los gobiernos dictadores que eran regímenes bonapartistas proletarios, empezaron una lucha por su independencia nacional, saltando de la sartén al fuego, pues ese era el camino que les llevaba diametralmente opuesto al socialismo, que debe ser internacionalista o no es verdadero socialismo, pues se requiere una integración, colaboración, cooperación, solidaridad y apoyo mutuo en su filosofía de clase.
Las tensiones vividas entre las diversas castas militares de China, Rusia y demás estados estalinistas fortalecía el poder militarista de las burocracias, elevándose éstas cada vez más por encima de las masas, dedicando ingentes recursos a la carrera bélica, detrayéndolo de la economía que evitaba y cercenaba las atenciones sociales de los pueblos, que junto con el despilfarro y el robo sistemático de la burocracia a la producción, se convirtieron en un freno absoluto para el desarrollo real de las fuerzas productivas preparando el colapso de la economía estaliniana burocratizada, que necesitaba el control democrático como el cuerpo humano necesita al oxigeno para limpiar la sangre y para lo cual era necesaria la revolución política para acabar con aquella casta de burócratas que, siendo solamente el 3 %, se incautaba del 64 % del PIB.
Asimismo otros factores influyeron en la degeneración de esos estados, como el largo auge del capitalismo en los países industrializados, la degeneración burocrática que también se daba en los partidos obreros de masas en los países capitalistas desarrollados que interactuaban y reforzaban la degeneración mutuamente. Durante toda una época esta era la característica fundamental que se daba, lo que representaba un circulo vicioso que degeneraba el desarrollo del estudio teórico y práctico del verdadero marxismo, tan necesario para avanzar en la construcción de organizaciones sindicales y partidarias, que se salvaran de los dos precipicios fundamentales por los que todos descarrilaban, como son el oportunismo por la derecha y el sectarismo ultra por la izquierda.
En una situación similar, no existían posibilidades reales de organizar partidos obreros que no sucumbieran a esas presiones, dado que la II Internacional socialdemócrata se había diluido en el capitalismo y la III Internacional había sido destruida y desmantelada por Stalin. A su vez, los restos de la IV Internacional trotskista se subdividieron en diminutos grupúsculos siendo incapaces ninguno de ellos de encontrar el camino correcto para convertirse en un partido fuerte de masas, que superasen los errores estratégicos, tácticos, ideológicos y políticos cometidos por la cantidad de sectas a la que fueron reducidos, cogidos entre el fuego cruzado del imperialismo y del estalinismo, que casi fueron exterminados, no solo políticamente, sino incluso muchos físicamente.
En realidad existían además factores objetivos que eran la principal razón de la debilidad de esas tendencias revolucionarias, que se enfrentaban a esos dos potentes polos, imperialismo por la derecha y estalinismo por la izquierda. La eliminación, degeneración y destrucción de los grupos y sectas que se denominaban “trotskistas” fue asimismo una consecuencia de este periodo largo del auge del capitalismo y de la ferocidad de cómo eran tratados por los estalinistas, que producía cada vez más alejamiento de las masas sin tener la más mínima posibilidad de convertirse en organizaciones potentes de masas.
Muchos hijos de la pequeña burguesía radicalizados y con ganas de cambiar el mundo, fueron atraídos en aquella época por las ideas del Che y de Castro que aparecían como el camino romántico y a su vez violento de acabar con el capitalismo, lo que resultó un espejismo por los errores intrínsecos de ese modelo para conseguir el verdadero socialismo como ha demostrado la historia. Incluso muchos grupos autodenominados como de “oposición de izquierdas” que surgieron en el seno de los Partidos Comunistas, evolucionaron igualmente hacia esa dirección abrazando el método del “guerrillerismo”, al caer en la confusión de que tanto Castro en Cuba, como Tito en Yugoslavia eran “trotskistas inconscientes” y esta confusión se daba, no solamente en los países industrializados con poderosas formaciones obreras, sino incluso en algunos países estalinistas. (…)
…Continuará mañana con la Parte II titulada "EUROPA CAMINA HACIA EL ABISMO")
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA MALAGA-PSOE.A.
is-psoe.malaga@terra.es
20 de abril de 2012
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