El día 2 de Mayo de 1879 se funda en Madrid el Partido Socialista Obrero Español, por lo que podemos considerarlo uno de los partidos obreros más antiguos que siguen existiendo.
Fue fundado por un grupo de compañeros socialistas encabezados por Pablo Iglesias con el firme propósito de representar y defender los intereses de la clase trabajadora, que surgía como consecuencia del desarrollo de la revolución industrial, con el objetivo declarado de la toma del poder político por parte de la clase trabajadora y la consecución de la nueva sociedad socialista, propio de la declaración de principios basada en el marxismo que inspiraba el programa.
Posteriormente, los socialistas fundarán la UGT (Unión General de Trabajadores). Desde un principio fue esencial en la estrategia socialista la vinculación con la clase trabajadora, clase a la que se dirigía el partido, empezando por sus organizaciones básicas, los sindicatos de trabajadores. La vinculación entre el sindicato (UGT) y el partido (PSOE) forma parte de la historia del movimiento socialista, y sigue siendo fundamental en el estado español, y a nivel internacional, el trabajo de los socialistas en los sindicatos de trabajadores a la hora de lograr el proyecto socialista.
Una parte importante de los debates durante todo el siglo XX dentro del PSOE fue el mantener una política de independencia de clase o el ir de la mano de partidos de las clases medias “progresistas” a la hora, por ejemplo, de formar listas electorales o ante acontecimientos de singular importancia.
La estrategia que habían defendido los fundadores del socialismo científico (Marx y Engels) propugnaba que el partido obrero no debía renunciar en ningún caso a ocultar su voz, programa y principios al movimiento obrero, no supeditando éstos a la hora de lograr acuerdo cualquiera con otra organización. Por otra parte, Marx y Engels siempre fueron muy críticos a la hora de lograr cualquier tipo de alianza con partidos burgueses, pues creían que distorsionaban ante los propios trabajadores los objetivos finales de la lucha por el socialismo, al poderse crear falsas ilusiones y confusión entre el movimiento obrero acerca de los representantes políticos de la burguesía, la hoy llamada “derecha política”.
Años más tarde, proclamada la II República, el PSOE obtiene 131 diputados, convirtiéndose en el partido más votado y siendo durante el bienio de 1931 a 1933 la fuerza fundamental en la coalición que se formó con los partidos Acción Republicana y el Partido Radical Socialista.
A lo largo de la historia, la situación social vino sufriendo procesos diversos de radicalizaciones y confrontaciones ideológicas motivadas por la lucha entre las clases, que también tuvieron sus reflejos en el debate interno del PSOE, como vimos en los años 30, sobre todo a partir de 1933, cuando gana las elecciones el partido reaccionario de la CEDA y suben al gobierno las derechas durante el bienio negro.
Progresivamente se producen confrontaciones de corrientes de opinión que salen a flote en la lucha dialéctica para dirigir al partido. Las fundamentales fueron las encabezadas por Julián Besteiro que era la más moderada, la de Indalecio Prieto que representaba al ala más centrista y el ala más a la izquierda liderada por Francisco Largo Caballero. Ésta última fue girando hacia posiciones cada vez más de rechazo a las instituciones podridas del sistema burgués y hacia la defensa de un programa de transición que rompiese con el capitalismo y pusiera las bases para construir el socialismo. Esta corriente es la que podríamos definir como la Izquierda Socialista en aquel momento dentro del partido, salvando las distancias con la actualidad.
Tras ser derrotada la República, principalmente por los errores cometidos por las direcciones del movimiento obrero, en la postguerra el PSOE realizó intentos en la clandestinidad para reconstruir el partido, pero varias direcciones fueron desarticuladas y encarceladas, por lo que la arriesgada actividad se fue debilitando y hubo de ser continuada en el exterior, en México y luego desde Francia, donde se reconstruyó su dirección
La historia del PSOE está documentada en miles de libros que recogen los más de 130 años de luchas del movimiento obrero en la búsqueda del camino hacia el socialismo, con sus aciertos y sus errores, por lo que, invitamos a todos a profundizar en ese periodo.
* Los años 70. La transición.-
Damos un salto en la historia y comenzamos a analizar en concreto el período a partir de finales de los años 1970 tras el paréntesis de 40 años de negra reacción franquista donde sufrimos la pérdida de las libertades, la represión más brutal y el exterminio y desmantelamiento de todas las fuerzas de la izquierda.
En el año 1972 el PSOE celebró un Congreso donde se produce una escisión entre los socialistas del exilio y los del interior, surgiendo dos alas: el PSOE (Histórico) y el PSOE (Renovado). En 1974 se celebra el Congreso de Suresnes (Francia) donde el nuevo PSOE (Renovado) recibe el espaldarazo formal de la Internacional Socialista, que estaba controlada por el Partido Socialdemócrata Alemán que dominaba la Internacional. Por otra parte, las Juventudes Socialistas habían adoptado en su congreso de Lisboa de 1974 un programa genuinamente marxista, que defendía la independencia de la clase trabajadora y la lucha de clases para la consecución de la toma del Poder por parte de aquella.
Aunque parezca una paradoja, el PSOE de esa época estaba a la izquierda del PCE, pues su programa político oscilaba entre la orientación al marxismo y el reformismo de izquierdas. Esto reflejaba el ambiente convulsivo y el estado de ánimo que existía entre las masas del movimiento obrero, que batallaba por mejoras salariales, por conquistar las libertades políticas y sindicales con enormes dificultades, pues necesitaban quitarse de encima el corsé de la Dictadura franquista. Pero la represión era tremenda.
En el 27º congreso, celebrado en diciembre de 1976, el PSOE reflejaba en su programa de transición al socialismo una alternativa basada en el análisis y las propuestas del marxismo. En la resolución política aprobada se recogía entre otros puntos la "superación del modo de producción capitalista mediante la toma del poder político y económico y la socialización de los medios de producción, distribución y cambio por la clase trabajadora".
También el programa recogía el derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas y otras medidas de carácter marxista. El PSOE era visto como un partido que iba a suponer un cambio real en las condiciones de cambio político y social que pedía la clase trabajadora. Todo ello fue determinante para que ya entonces en las primeras elecciones democráticas de 1977 el PSOE fuese el partido más votado en las cuatro provincias de Euskadi.
Los historiadores reconocen al 27º Congreso como uno de los más democráticos de la historia del PSOE. Asistieron unos mil delegados que eran elegidos directamente por las bases de las Agrupaciones locales. En este Congreso se enfrentaron abiertamente las dos corrientes fundamentales: una que representaba la alianza de fuerzas social-liberales y socialdemócratas moderados, que encarnaba la renovación y el giro a la derecha; la otra, la Socialdemócrata de izquierda, que seguía reivindicando el marxismo como seña de identidad del socialismo histórico, produciéndose la mayor crisis vivida en el seno del Partido desde la escisión “de facto” que se dio en los años 30.
En la etapa moderna, después de la llamada “transición” de la Dictadura franquista a la democracia burguesa actual, el acto de fundación de la corriente IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE podemos establecerlo por tanto en el 28º Congreso del PSOE que se celebró en Mayo de 1979.
Los puntos más relevantes de aquella polémica eran, en primer lugar, la definición ideológica del partido, donde la dirección sucumbió a las presiones de la Internacional Socialista que pedía en primer lugar la homologación europea del partido rechazando el marxismo; segundo, la estrategia política a desarrollar (reforma del sistema heredado del franquismo y no “ruptura” con él) y en tercero, el modelo de partido nuevo que se quería construir, con menos participación por parte de las bases.
En ese Congreso fue aprobada la gestión de la Comisión Ejecutiva por un 68%. Contradictoriamente, en la Comisión de la ponencia ideológica se rechazó la posición oficial que fue sustituida por la que presentó el sector crítico del ala izquierda, que era del tenor literal siguiente:
“El PSOE reafirma su carácter de partido de clase, de masas, marxista, democrático y federal.(…)”.
El 61 % de los delegados votan a favor de la ponencia ideológica presentada por el sector de lo que empezó a llamarse la Izquierda Socialista, lo que hace que Felipe González, ante tal derrota ideológica, anunciase que no se presentaría a la reelección de la nueva Comisión Ejecutiva. Hubo una reunión urgente del sector crítico, compuesto por Tierno Galván, Paco Bustelo, Pablo Castellano y Luis Gómez Llorente, donde valoraron si presentaban una candidatura alternativa.
La mayoría de los delegados que habían votado la ponencia de defensa del marxismo daban por hecha, sin ningún trauma, la decisión correcta de dotar al Partido de una dirección coherente con esa posición que estaba en concordancia con las resoluciones programáticas adoptadas. No obstante, desde nuestro punto de vista, se produce en esos momentos uno de los acontecimientos más trágicos en la reciente historia del PSOE. Los representantes del sector crítico de lo que sería luego la Izquierda Socialista no se atrevieron a dar la batalla y no presentaron la Candidatura alternativa a la Dirección Federal, revelando con ello ciertas dudas e inconsistencia en los hechos a la hora de poner el programa marxista en la práctica.
En su lugar, plantearon la creación de una Comisión Gestora que tuviese como misión la convocatoria de un nuevo Congreso, que tendría que ser Extraordinario, con el intento de elegir una dirección consensuada entre los dos sectores enfrentados con la sana intención de “salvar la unidad del partido”. Esta fue la manera en que el PSOE perdió la oportunidad de mantenerse en el camino del marxismo y el inicio del giro a la derecha que venimos observando en las tres últimas décadas.
Ese Congreso Extraordinario tuvo lugar en el mes de octubre y los oficialistas renovadores consiguieron la introducción de un cambio estatutario para la elección de los delegados que habrían de asistir en representación de los afiliados de base. Estos delegados no representarían ya a las agrupaciones locales de base, como democráticamente había sido norma en el partido, sino que daba poder de representación en segundo grado a las Federaciones Provinciales y Regionales.
Esa nueva fórmula, menos democrática, usurpaba radicalmente la representación directa de las bases. Al mismo tiempo, la corriente oficialista de Felipe y Guerra, también recurría a algunos subterfugios, como el hecho de celebrar asambleas mal convocadas conscientemente que excluían a los sectores críticos, debates limitados en el tiempo, reserva de modificar en las listas los dos primeros puestos y otros procedimientos que perjudicaban la democracia directa de los votantes.
Todo esto iba acompañado de una cierta “ingenuidad” por parte de la dirección del sector crítico que no quiso, no supo o no pudo prepararse con firmeza para dar la batalla democrática seria que la clase trabajadora con sus luchas estaba exigiendo. Todo ello propició que la Comisión Ejecutiva que encabezó Felipe González alcanzara el triunfo presionando para que en la resolución sobre el marxismo se acordara un compromiso, por lo que la definición de “marxista” del PSOE quedaba excluida.
En síntesis, la evolución del proceso tuvo las tres fases siguientes:
- 27º Congreso. Con el lema “Socialismo es Libertad” se celebra en Madrid en diciembre de 1976. Era el primer congreso que se celebraba en territorio español tras el golpe de Estado de Franco. Es elegido Ramón Rubial como Presidente y Felipe González como Secretario General. Las tesis aprobadas se reclaman del marxismo, en democracia y con libertades.
- 28º Congreso. Bajo el lema “Construir en Libertad” celebrado en Madrid en mayo de 1979. Como se explicó anteriormente, las bases del congreso rechazan la pretensión de Felipe de retirar la definición marxista del PSOE. Dimisión de Felipe y se forma la Gestora que dirige José Federico de Carvajal que convoca el nuevo congreso.
- CONGRESO EXTRAORDINARIO. Con el lema “Forjando el socialismo”, tiene lugar en Madrid, en septiembre de 1979. Abandono del marxismo como ideología oficial del partido, aunque se mantiene como instrumento crítico y teórico por la corriente Izquierda Socialista que queda constituida como corriente de oposición interna a las tesis oficiales.
Las dos posiciones enfrentadas se mantuvieron en el seno del partido, siendo la corriente mayoritaria ganadora la liderada por el Secretario General Felipe González, que planteaba que era necesario articular un proyecto socialista autónomo que no tuviese grandes vinculaciones orgánicas con otras fuerzas de la izquierda.
La consecuencia interna más importante de ese Congreso fue el fortalecimiento del aparato burocrático del partido y el aislamiento del sector crítico. Se perdió la oportunidad que existía de haber conseguido un giro a la izquierda en el PSOE, ocurriendo todo lo contrario. Para ello impuso los criterios de lo que vino en llamarse posteriormente el guerrismo, con un criterio de control férreo a través de la vicesecretaría general del partido que llevó a cabo Alfonso Guerra, número dos del partido. Éste fomentó la política interna de unidad por la fuerza para conseguir un partido muy disciplinado y compacto, debilitando la democracia interna y exacerbando el hiper-liderazgo de Felipe.
* La conformación de Izquierda Socialista.-
La corriente crítica era la liderada por Luis Gómez Llorente, que había quedado en minoría. En ella una gran mayoría de delegados continuaron reivindicando el modelo de partido y la estrategia política aprobada en el 27º Congreso, celebrado en diciembre del año 1976. En ese Congreso, como hemos venido explicando, se defendía un modelo de socialismo marxista, autogestionario, obrerista, con fuerte vinculación con los sindicatos de clase (sobre todo con UGT y CCOO), que propiciase un frente social de progreso con otras fuerzas de la izquierda y que planificara una política exterior neutralista para el Estado Español, defendiendo el NO a la OTAN claramente, a la vez que se rompiese definitivamente con los restos del antiguo régimen. Estas tesis conectaban el legado del marxismo con una corriente bastante libertaria que venía procedente de la crisis del 1968 que recorrió toda Europa y que enlazaba con la entonces reciente Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal.
Esta corriente de oposición se aglutinó en una corriente con el nombre de Izquierda Socialista-PSOE, sufriendo muchas dificultades, ninguneos e incluso desprecio por algunos compañeros, principalmente del ala más social-liberal y pro-burguesa. Esto queda claro en los mecanismos de elección de las listas, donde se primaba mucho más a los “personajes independientes” que a los propios militantes de Izquierda Socialista”, como puede comprobarse al examinar la historia ya que fueron descabalgados sistemáticamente de la mayoría de los puestos, tanto a escala orgánica como institucional. Bastantes compañeros críticos fueron defenestrados con métodos poco democráticos, apartados de la militancia. Otros cedieron a las presiones, incrustándose de forma oportunista en el aparato oficialista y abandonando la corriente con un claro lineamiento con las tesis oficialistas.
Izquierda Socialista criticaba que el partido, bajo la dirección de la corriente mayoritaria felipista centraba su acción política exclusivamente en el campo de las instituciones, abandonando la ideología, la movilización social, quitando poder a las Asambleas de base, difuminaba a los Comités de base de las Agrupaciones Socialistas a la vez que fomentaba las acciones del Partido en la exaltación de un adalid único, con un culto exagerado a la personalidad que estaba asumiendo toda la imagen y la referencia de la organización.
Izquierda Socialista criticaba también la introducción del interclasismo (pacto con otros partidos burgueses, o de derechas), verticalizando la actividad del partido, implantando el método de listas cerradas y bloqueadas para la elección de cargos, e impidiendo la elección y revocabilidad directa de los cargos, con lo que se eliminaba el control obrero de base dando pie a tendencias burocratizadoras, a la degeneración y a la corrupción, como desgraciadamente hemos podido comprobar.
Los hechos demostraron que el partido perdió militancia. Hubo a partir de entonces menos asambleas de agrupación y menos control de la base, potenciándose una presentación del partido a través de los mass media, con la introducción de técnicas burguesas en el aparato de propaganda, a la vez que se aplicaban métodos expeditivos con sanciones fulminantes y procesos de expulsiones de algunos sectores críticos que defendían el marxismo.
Con el objetivo inmediato de llegar a gobernar cuanto antes, tiraron por la borda los programas y propuestas acordados en el 27º Congreso, tesis que habían sido discutidas y apoyadas por miles de afiliados de base que planteaba una transformación socialista. Fue pues, asumida la moderación ideológica, defendida por la dirección “renovada”. Algunos sectores de izquierda vieron en esto también un requisito impuesto por los poderes fácticos a la dirección del partido para tener posibilidades de asumir algunas parcelas de poder y acelerar la marcha de la llegada al gobierno.
La interpretación de la Comisión Ejecutiva Federal encabezada por Felipe González, al analizar las elecciones de marzo de 1979 fue que todavía el partido aparecía como muy radical, lo que les alejaba del triunfo electoral que con impaciencia esperaban; así que sacaron la conclusión de moderar cada vez más las tesis del partido asumiendo claramente posiciones “social-liberales” de reformistas de derechas, lo que cada vez dejaba menos margen para reformas sociales profundas.
Los representantes e ideólogos de la burguesía comprendían que la correlación de fuerzas era favorable al movimiento obrero en su lucha por el socialismo, la democracia y la libertad. Por eso presionaban pública y privadamente a la dirección del partido de cara a lograr el aislamiento de los críticos. Está más que demostrado que la oposición interna de izquierda a la política oficial fue bastante mal tratada, a veces incluso calumniada y vapuleada, sobre todo por la prensa burguesa, que la denominaba como corriente crítica, radical y marxista, a la vez que alertaba de los peligros que un triunfo de esta corriente podría conllevar, sobre todo, bueno es reconocerlo, para los intereses de la burguesía.
La corriente Izquierda Socialista explicaba desde sus inicios que el Partido estaba abdicando de las señas de identidad propias del socialismo y que a su vez cedía y se acercaba a las preferencias de los segmentos electorales que permitían acceder a la mayoría, pero abandonando la ideología socialista, provocando giros de acercamientos cada vez más hacia la derecha. Posiblemente, la consecución del proyecto socialista reclamado por los defensores del marxismo hubiese implicado una labor pedagógica del partido mayor dentro de la sociedad. Pero, como explicaban los compañeros por entonces, inevitablemente sectores de las capas medias se unirían a los trabajadores en su lucha por el cambio político y social y podrían quedar anclados bajo la influencia socialista a condición de que el PSOE presentase un programa claro que solucionara los problemas de la inmensa mayoría de la sociedad, demostrando en los hechos que de manera duradera el socialismo suponía una ruptura con el capitalismo en el que se basó el franquismo.
Muchos de los representantes de Izquierda Socialista se dedicaron esencialmente a la batalla interna sobre aspectos orgánicos para evitar el deslizamiento de una organización obrera de izquierdas que corría el peligro de someterse cada vez más al servicio de un líder único, abandonando la lucha por la causa de los trabajadores y los pobres. Más de una vez, Pablo Castellano tuvo que intervenir en los Congresos denunciando estos temas, considerando por consiguiente que la valoración crítica del proceso en la Transición era mejorable como cuestión primordial, pero ya se había perdido la mayoría y sabemos que el pegamento que unifica el poder crecía y se desarrollaba con el nuevo modelo basado en el personalismo.
Tras el Congreso Extraordinario de 1979, con la introducción de modificaciones profundas en el régimen estatutario del partido que beneficiaba decididamente a las mayorías, cercenando a las minorías, la corriente Izquierda Socialista salía bastante debilitada, consolidándose de forma abrumadora las tesis de la corriente encabezada por Felipe González, pero la corriente minoritaria aguantó la presión y pudo consolidarse, continuando con bastantes dificultades, como corriente socialista democrática, con escasos recursos, muchas veces con financiación personal de algunos de los militantes porque la dirección del partido negaba a los militantes el pan y la sal.
En el Manifiesto de IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE de noviembre de 1980, entre otras tesis se defiende:
«El PSOE y, en su seno, la Izquierda Socialista, retomará como primordial objetivo interno y externo la lucha ideológica y la formación ciudadana, consciente de que dicho esfuerzo, por lento y difícil que sea, fortalece la organización obrera»
* Los años 80.-
El PSOE consigue la victoria electoral en octubre de 1982, fruto de la decepción de la inmensa mayoría de la sociedad con las políticas de ajuste de la derecha exfranquista, que ve cómo su descomposición queda patente con la crisis de la UCD. Reflejando un profundo descontento con todas las promesas incumplidas por Suárez, el que luego ha sido falsamente elevado como adalid de la democracia, más de 10 millones de votos populares llevan al poder por primera vez en la historia de este país a un partido obrero con mayoría absoluta, más de un 48% de votos y 202 diputados.
El entusiasmo era desbordante y decenas de miles de cohetes fueron tirados al aire, botellas de cava descorchadas anónima pero masivamente en muchísimas casas, muchas de ellas por militantes comunistas que, de esta manera, se unían alegres a la celebración colectiva de la clase trabajadora para celebrar que por primera vez un partido obrero ganaba las elecciones por mayoría absoluta. De hecho, las ganas de cambio fueron tales que. muchos centenares de miles de tradicionales votantes comunistas centraron sus votos en el PSOE con el fin de desalojar a la odiada derecha.
Como bien recuerdan todos los que vivieron aquello, nunca hubo un dirigente en la historia contemporánea de este país que concitase tantos apoyos como Felipe González en 1982, que tuviera tal posibilidad de cambiar la sociedad de arriba abajo por la fe que fue puesta en él como representante del principal partido obrero, fe prácticamente acrítica en muchas ocasiones, fruto de las ganas enormes de transformar la sociedad expresadas en esta ocasión electoralmente.
Desgraciadamente, la dirección del PSOE ahora unificada en torno a un programa genuinamente socialdemócrata, tenía una hoja de ruta que pasaba por no transformar las flagrantes contradicciones del capitalismo español, manteniendo la base del régimen económico. De hecho, sus primeras medidas supusieron una de cal y otra de arena pues, aunque entre otras cosas terminaron de generalizar la aplicación de la Seguridad Social a toda la población, llevaron a cabo un programa de ajuste para lograr el apoyo de la burguesía y del imperialismo.
Así, el PSOE, encabezado por Felipe González y Alfonso Guerra renunció a salirse de la OTAN, como había prometido en las elecciones. Cerró algunas de las empresas industriales más emblemáticas como Euskalduna, Altos Hornos del Mediterráneo y otras. Tras la dura recesión de 1981, que en el estado español se mantiene hasta 1985, la dirección del PSOE parte de la premisa de que el Estado no podía intervenir para dirigir la economía, a pesar de que la anarquía capitalista abocase al cierre a miles de empresas. Eso sí: billones de pesetas de las de entonces, con dinero de nuestros impuestos, fueron destinados a reflotar empresas y bancos en quiebra (Banca Catalana, RUMASA...) que siguieron en la órbita privada.
Se trataba de crear seguridad para las inversiones capitalistas foráneas que, aprovechándose de unos trabajadores que eran de los peor pagados de Europa, comenzaron a invertir de nuevo en nuestro país cuando el ciclo económico comenzó a repuntar. Fue entonces, en 1986, cuando el estado español entró en la UE (antes Comunidad Económica Europea) y comenzó a beneficiarse de los Fondos estructurales y de Cohesión: los capitalistas alemanes y franceses necesitaban del estado español para fabricar mercancías que fuesen en gran parte exportadas: por eso querían construir autopistas, puertos y vías férreas; para mejor exportar sus productos. Durante una generación la economía española ha jugado ese papel dentro de la división internacional del trabajo y, hasta cierto punto, se benefició de ello. Ahora esto se ha acabado, pero ya hablaremos de esto más adelante...
En lo que respecta a la Izquierda Socialista, la situación era bastante adversa pues tanto Francisco Bustelo como Gómez Llorente, dos de los líderes más destacados, se habían apartado voluntariamente de la actividad orgánica porque en realidad existía una cierta desazón entre la militancia de la Izquierda Socialista en el PSOE. Es preciso recordad como Pablo Castellano, que era el Portavoz de IS-PSOE se encontraba a menudo con el dilema de mantener la especificidad del Socialismo de Izquierda y a la vez someterse a la disciplina del voto en el Parlamento, viéndose obligado a romper dicha disciplina por motivos de conciencia.
Tras las jornadas de reflexión celebradas en Diciembre de 1986 en Hervás, en la provincia de Cáceres, donde se mantuvo un debate profundo sobre el futuro de la izquierda, la crisis de la democracia burguesa y el socialismo democrático, el filósofo García Santesmases, Pablo Castellano y algunos militantes más de la corriente, que eran miembros del Comité Federal del PSOE, sufrieron una reprobación por el partido, al posicionarse claramente Izquierda Socialista en la Campaña de la OTAN, por el NO en el referéndum, a la vez que pedían claramente la desaparición de las bases norteamericanas del suelo español.
Esta reprobación tensionó tanto la situación que meses después provocaría la expulsión de Pablo Castellano del partido en octubre de 1987, al denunciar este dirigente un caso de probable corrupción de un dirigente socialista. Eso provocó una pequeña escisión de compañeros de Izquierda Socialista, que, a través del PASOC (Partido Acción Socialista heredero del PSOE (Histórico), desembarcarán en Izquierda Unida. La dirección del PSOE en esa época cometió errores garrafales como hemos dicho: claudicaciones ante las Reformas de Reconversiones Industriales o el inicio de una cierta escalada de privilegios, cercanos a las corruptelas, de algunos líderes del partido en las instituciones.
Esto no fue nunca comprendido ni respaldado por los votantes o militantes del partido, ni tampoco el hecho de mirar para otro lado ante la escalada de corrupción que empezó a darse, que fue una de las causas de la derrota electoral en 1996, con Solbes como ministro de economía a las órdenes de Felipe González. Otra causa para esa derrota fue el gestionar nuevamente la economía capitalista ante otra recesión entre 1993-95, con cierres de empresas y el inicio de la privatización masiva de empresa públicas (REPSOL, Argentaria, Gas Natural, Endesa, Telefónica...), que luego culminaría el PP a partir de su victoria en 1996.
A partir de estos conflictos, Antonio García Santesmases es elegido portavoz de la corriente a partir de 1987, defendiendo Izquierda Socialista una idea de izquierda más plural, incluso defendiendo la unidad de acción con Izquierda Unida, adonde habían ido a desembarcar muchos compañeros desencantados con los procesos de corrupción, de falta de reformas profundas y estancamiento de la marcha del socialismo. La tesis de Izquierda Socialista, lideradas entonces por García Santesmases, Manolo De la Rocha y otros, seguía siendo la de defender en el seno del Partido el fortalecimiento y la consolidación de un ala de izquierdas lo más amplia posible, crítica y plural, que recuperase las parcelas de democracia interna y libertad de expresión que habían sido debilitadas por la práctica del proceso de burocratización e institucionalización sufrida por el Partido.
En Julio de 2001 se celebra en Madrid una Conferencia Política, en la que se reclama, entre otros, el “Derecho a expresar el propio pensamiento y proponérselo a los demás que compete a cada afiliado individualmente, así como al conjunto de afiliados que, coincidiendo en criterios y opiniones, constituyan una corriente en el seno del Partido”, lo que representaba la defensa irrenunciable de dos puntos básicos para el trabajo interno, como eran: “Libertad de Expresión y Democracia Interna”.
Estas tesis son desarrolladas por muchas otras zonas en las que son aplicadas de la siguiente forma, como podemos examinar en provincias como Málaga que adopta la siguiente resolución de funcionamiento:
“Somos parte de la corriente de opinión IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE; formamos en nuestra provincia la Izquierda Socialista de Málaga-PSOE-A, aglutinando a los compañeros que se quieran adherir a la corriente, desde el interior del partido o ingresando en la corriente y simultáneamente afiliándose al PSOE.
En esta corriente admitimos la coexistencia de opiniones diferentes y hasta divergentes siempre que vayan encaminadas a la lucha contra el sistema burgués y tengan como objetivo combatir a la derecha desde posiciones de la izquierda.
Consideramos que la diversidad de voces enriquece el debate político. Rechazamos la confrontación y los ataques personales que puedan generar situaciones insultantes o enfrentamientos ajenos a la lucha política.
Somos parte de esta corriente política socialista que defiende las ideas y el método del materialismo dialéctico con el objetivo de alcanzar un programa socialista internacionalista.
Defendemos y luchamos para que los recursos económicos y el desarrollo de la sociedad y de la cultura estén bajo el control democrático de la propia población y no en manos de las camarillas formadas por las multinacionales, los banqueros y los grandes empresarios.
También vemos necesario luchar por reformas parciales y por mejorar a corto plazo, las condiciones de vida y trabajo de la clase trabajadora y el resto de las capas oprimidas.
Pero coincidimos con los clásicos del socialismo en explicar que sólo con la transformación socialista de la sociedad pueden solucionarse de manera permanente los problemas de la clase obrera y de los pobres del mundo.
Por ello consideramos que sigue siendo necesario plantear las reivindicaciones socialistas encaminadas a la nacionalización de la banca, los monopolios y los latifundios para que toda esa riqueza sea gestionada democráticamente por los trabajadores, con un plan socialista de producción, con el objetivo de acabar con la explotación y la opresión y alcanzar una verdadera sociedad socialista.
Los valores que defendemos son los de la solidaridad, la cooperación, la fraternidad, la igualdad, la libertad socialista, la honradez y la firmeza.
Hemos sido críticos y lo seguimos siendo, en primer lugar contra el sistema imperialista, contra el capitalismo, la derecha política y sus defensores, contra sus guerras y sus invasiones, pero igualmente hemos sido críticos y lo seguimos siendo, con los regímenes estalinistas burocráticos, dictatoriales y degenerados como los que había en la URSS que tanto daño han hecho al socialismo y a los trabajadores.
Luchamos por una verdadera democracia socialista, la democracia de la mayoría, que es la clase trabajadora y los pobres.
Llamamos a seguir participando en los movimientos de masas de la clase obrera y de la juventud, con la táctica de buscar la unidad con el resto de partidos de izquierdas y en sintonía con los trabajadores y nuestros sindicatos de clase, sobre todo con los mayoritarios UGT y CCOO.
Hacemos nuestra la Resolución de la Conferencia política de Madrid, del 20 y 21 de Julio de 2001 reclamando, como en ella se menciona: “el derecho a expresar el propio pensamiento y proponérselo a los demás (que) compete a cada afiliado individualmente, así como al conjunto de afiliados que, coincidiendo en criterios y opiniones, constituyan una corriente en el seno del Partido”, lo que venimos haciendo a través de la corriente de opinión Izquierda Socialista-PSOE.A”.
En noviembre de 2004 se celebra una Conferencia a cargo de Antonio García Santesmases, en la que hace un resumen de los “20 años de Izquierda Socialista”, que está disponible para todo militante que quiera consultarlo con la sola molestia de solicitarla a nuestra corriente.
El día 26 de Junio de 2005 se celebra en Madrid una Asamblea General de la corriente en la que se aprueban una serie de resoluciones con una moción de urgencia en defensa del Pueblo Saharaui, en los que entre otros puntos decía:
“Expresar nuestra enérgica condena a la brutal represión contra las manifestaciones que tuvieron lugar recientemente en el Aaiun”(…)
El 4 y 5 de Febrero de 2006 se celebran las II Jornadas de Izquierda Socialista donde asisten unos doscientos representantes de la corriente de la práctica totalidad de la geografía, donde se aprueba una declaración final que resume los postulados y las tesis que defiende esta corriente.
Otras muchas reuniones y actos se continúan realizando como por ejemplo, una nueva reunión de la Coordinadora Federal en noviembre de 2006, donde se preparan documentos para presentar al Comité Federal con nuestras propuestas. Unas Jornadas en Castilla-León celebradas el 3 de marzo de 2007, el 27 de mayo se tratan cuestiones puntuales como “Autónomos y Dependencia”, el 18 de Mayo de 2007 se acuerda una resolución pidiendo una “Asamblea Constituyente Europea”.
En Valencia se celebraron las Jornadas Federales de la corriente, los días 22 y 23 de septiembre de 2007, donde se debatieron a fondo las cuestiones más importantes de la situación política, bajo el título de: “Ante la globalización neoliberal: la globalización socialista”.
Las condiciones objetivas y subjetivas están modificándose y de nuevo, como explica la dialéctica, los cambios bruscos y repentinos que se están produciendo en la conciencia de las masas, hacen que esté siendo más preciso que nunca un paso al frente de los afiliados, simpatizantes y militantes que queremos continuar la lucha por el socialismo, dado que las tesis de fortalecer el partido por la izquierda se empiecen a desarrollar como estamos viendo en Aragón, Valencia, Madrid, Asturias, Galicia, Andalucía y otros territorios, donde se vienen celebrando recientemente conferencias y asambleas de reorganización de la corriente crítica.
En la actualidad, Izquierda Socialista tiene como portavoz estatal al diputado por Madrid Juan Antonio Barrio de Penagos acompañados por los miembros de la Coordinadora Federal Pepa Pellicer y José Antonio Pérez Tapias. El compañero Pérez Tapias es, a su vez, portavoz en Andalucía junto a Miguel Manzanares y Manuel Gómez. Izquierda Socialista hasta las presentes elecciones en Europa de 2009 tenía también un representante por el PSOE en el Parlamento Europeo por Izquierda Socialista al compañero Vicent Garcés. Todos ellos trabajan en la línea de fortalecer la corriente, a la vez que tienen la misión de ejercer la crítica interna en los órganos de representación a los que pertenecen.
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NOTA: Este es un capitulo de la Revista que acaba de presentar nuestra corriente Izquierda Socialista de Málaga-PSOE. Si estás interesado en recibir la revista, puedes solicitarla y te la remitiremos gratuitamente, indicándonos mediante correo electrónico tu dirección postal para enviártela.
Escribrenos a:
is-psoe.malaga@terra.es
26 de julio de 2009
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En la historia de izquierda socialista expuesta en este artículo echo en falta algunos acontecimientos en relación con la formación de la corriente de la que fuí testigo.
ResponderEliminarNada se comenta de la Primera Conferencia de Organización del PSOE que creo recordar fue hacia el año 1983 o 1984. En ella compañeros representantes de la corriente de distintas federaciones, acudieron entre otros, L.G. Llorente, Carlos L. Riaño, Santesmases, Ginés Melendez por Madrid, los hermanos Garcés por Valencia, Ruiperez por Murcia, Ayuso, Bjormank por Andalucía, yo mismo por Castilla y León debatieron con la dirección del PSOE la incrdinación de la corriente en el PSOE, la proporcioalidad y otros aspectos. Esa conferencia es la que dotó de legitimidad a la corriente en el seno del PSOE.
Fue la posición de Carmen G. Bloise, secretaria de organización entonces, la que aposto por este modelo, incluso frente a Guerra, justo es reconocer el papel de la compañera, ya fallecida, su compromiso en hacer del partido un colectivo mas democrático.
Miguel Alvarez ( Salamanca )