15 de febrero de 2024

GALIZA-18 F: DERROTAR AL PP EN LAS URNAS Y CON LA LUCHA EN LAS CALLES.


“Tras cuatro mayorías absolutas consecutivas con Feijóo, la posibilidad de impedir que el PP revalide su dominio de la Xunta está abierta. Todas las encuestas coinciden en lo ajustado del resultado.

Pero la clave estará en la movilización del voto de izquierdas. Obviamente la estrategia de paz social impuesta por el PSOE y sus aliados parlamentarios, y la frustración con muchas de sus políticas, es un factor que empuja a la abstención. Pero quince años de brutal corrupción del PP, de constantes recortes y ataques a la clase trabajadora y la juventud han generado un enorme malestar. La reciente movilización con decenas de miles inundando las calles de Compostela contra la nefasta gestión de la Xunta de Rueda en la crisis por el vertido de pellets, o la previsible masividad de la manifestación en defensa de la sanidad pública el 4 de febrero demuestran que el potencial para derrotar a la derecha existe.

Gobernando para los suyos sin disimulo.

Nada más convocar las elecciones, Alfonso Rueda, actual presidente de la Xunta, repartió a dedo dos millones de euros del presupuesto público a los principales medios de comunicación gallegos, que ocultaron el vertido hasta que pudieron, mientras tomaban represalias contra los trabajadores de la televisión pública gallega que denuncian la constante manipulación informativa.

La clave estará en la movilización del voto de izquierdas. Frente a la paz social impuesta por el PSOE y sus aliados parlamentarios, quince años de brutal corrupción del PP, de recortes y ataques a la clase trabajadora y la juventud han generado un enorme malestar. 

Todos los servicios públicos están en la diana de la derecha. En los últimos 13 años la Xunta ha construido la ridícula cantidad de 6.313 viviendas públicas en Galiza. La destrucción de la enseñanza pública y la sanidad públicas ha sido otro de los ejes permanentes de esta estrategia: han cerrado 145 colegios e institutos (casi dos de cada diez) desde 2009, y mientras nuestros hospitales y ambulatorios se desbordan por falta de medios materiales y personal, las subvenciones públicas a la sanidad privada se han multiplicado y ya acaparan el 28% del gasto sanitario total.

Teniendo en cuenta la inflación, hoy se invierte menos en la sanidad gallega que en 2009, hay menos médicos de familia que en 2015, y en poblaciones de decenas de miles de habitantes no hay ni un solo pediatra. Galiza tiene, junto con Andalucía, la atención primaria más saturada de todo el Estado.

La izquierda y el ascenso del BNG.

El ciclo de grandes movilizaciones sociales inaugurado con el 15M tuvo en Galiza uno de sus epicentros. La coalición Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), una alianza de la izquierda estatal (Esquerda Unida) con Anova (escisión del BNG encabezada Xosé Manuel Beiras), obtuvo en las autonómicas de 2012 unos resultados formidables.

En 2015 ese espacio político, ya con la irrupción de Podemos y agrupado en las Mareas, se hizo con las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Compostela, y en las generales la candidatura de En Marea (Podemos, EU y Anova) adelantó al PSOE con el mejor resultado de una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia (25,04%). Pocos después, las autonómicas de 2016 convirtieron a En Marea en primera fuerza de la izquierda, con el 19% de los votos, por delante del PSOE y del BNG.

Pero la decepcionante experiencia con estas candidaturas, que fueron incapaces de liderar una gestión que dignificara los barrios obreros de nuestras ciudades, que no acometieron la remunicipalización de los servicios públicos privatizados, y que siguieron sin hacer nada serio para construir miles de vivienda públicas con alquileres sociales, no tardó en reflejarse de manera catastrófica.

En las municipales de 2019 las Mareas perdieron los ayuntamientos de A Coruña, Ferrol y Compostela, y en las autonómicas de 2020, bajo el nombre de Galicia en Común, quedó como fuerza extraparlamentaria tras perder sus 14 escaños.

En este mismo escenario, el BNG triplicó sus resultados y se convirtió en primera fuerza de la izquierda, una tendencia que se consolidó en las pasadas municipales de mayo de 2023, tras subir 5 puntos de apoyo.


El avance del BNG tiene que ver con las renuncias políticas que ha protagonizado la nueva izquierda. La idea de renunciar a la lucha de clases para asaltar los cielos utilizando el Boletín Oficial del Estado se ha resuelto fatalmente para los líderes de Podemos. 

El voto de protesta por la izquierda de decenas de miles de trabajadores y jóvenes ante el giro a la derecha de Podemos era evidente. Nada que ver con una supuesta baja conciencia de la clase obrera y la juventud, que fue el argumento que muchos dirigentes de la formación morada utilizaron para justificar sus penosos resultados.

El avance del BNG tiene que ver con las renuncias políticas que ha protagonizado esa nueva izquierda, cuyo papel dentro del Gobierno de coalición con el PSOE ha sido el de blanquear su flanco izquierdo, abandonar abiertamente la movilización por la institucionalidad, blindar la paz social junto a la patronal y la burocracia sindical de CCOO y UGT, y hacer todo tipo de propaganda falsa sobre un supuesto escudo social que tiene enormes agujeros y que no ha impedido el crecimiento de la pobreza, la precariedad y los salarios miserables.

La idea de renunciar a la lucha de clases para asaltar los cielos utilizando el Boletín Oficial del Estado se ha resuelto fatalmente para los líderes de Podemos.

La crisis que sacude a este espacio, y que ha culminado con la ruptura entre Podemos y Sumar, y la conformación del nuevo Gobierno liderado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en posiciones más a la derecha que la anterior coalición están detrás del ascenso que vaticinan las encuestas al BNG.

Con su denuncia de las políticas del PP, su alusión a los problemas sociales y, muy importante, el no estar implicado en la nefasta experiencia del Gobierno central, se han convertido para cientos de miles de jóvenes y trabajadores en la herramienta más útil para batir al PP y castigar las políticas del Gobierno PSOE-Sumar.

Y también explica que, tras más de una década, se haya producido un acercamiento  muy significativo de Anova, con Martiño Noriega y Beiras, al BNG y su petición del voto para la candidatura de Ana Pontón.


Los resultados del BNG reflejan algo semejante a lo que sucede en Euskal Herria con el voto a EH-Bildu. Como en el caso de ELA y LAB con Bildu, el BNG mantiene lazos sólidos con las luchas sociales y obreras a través de la CIG. 

Los resultados del BNG refleja algo semejante a lo que sucede en Euskal Herria con el voto a EH-Bildu. Como en el caso de ELA y LAB con Bildu, que el BNG mantenga lazos sólidos con las luchas sociales y obreras a través de la CIG, les está proporcionando un apoyo en las urnas muy importante. Aquí se ve la íntima conexión entre la movilización social y el frente electoral, que algunos, cuando tocan sillón, olvidan fácilmente.

 

Votar no es suficiente.

La posibilidad de una Xunta sin el PP, integrado por el BNG y el PSOE está presente en la situación. Y no somos equidistantes, no pensamos que un Gobierno de este tipo sea lo mismo que el PP. No somos sectarios.

Ahora bien, es muy importante aprender de la experiencia de estos años. Si se abandona la movilización y se rompe el vínculo con los movimientos sociales y las luchas obreras, si se renuncia al enfrentamiento con los grandes poderes económicos y caciquiles para llevar a cabo una acción de Gobierno en beneficio de la clase obrera y la juventud, entonces, de nuevo, la frustración se extenderá y la derecha avanzará.

Pase lo que pase el 18F la conclusión es clara: votar no basta. Hay que construir una izquierda revolucionaria, una izquierda que no aspire a gestionar las migajas del sistema, sino a levantar un programa para acabar con el capitalismo. 

No está escrita la derrota del PP. Pero lograrla sería muy importante para fortalecer las acción en la calle y exigir desde el primer día a un Gobierno BNG-PSOE que cumpla con sus promesas.

Pase lo que pase el 18F la conclusión es clara: votar no basta. Hay que construir una izquierda revolucionaria, una izquierda que no aspire a gestionar las migajas del capitalismo, sino a levantar un programa de expropiación de las grandes fortunas y nacionalización de las palancas esenciales de la economía, para poner todos esos recursos al servicio de la inmensa mayoría de la sociedad. Una izquierda que no se deje asimilar por el Estado capitalista y sus instituciones, que defienda abiertamente la revolución y el socialismo”.

Fuente: Prensa El Militante número 377 (Febrero 2024)

 

 

 

 

 

                                                  

 

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