Un terrible accidente en la autopista, dos camiones de
considerable dimensión chocan frontalmente, uno venía de Alemania dirección a
España y el otro el camino contrario dirección España procedencia Alemania.
El destrozo es total, ambos conductores heridos, la
carga desparramada sobre un gran trecho de carretera, miles de tomates manchan
todo de rojo.
Y después de poder asimilar tan dantesco paisaje y
algo pasado el recuerdo de la breve visión del estado de los conductores, surge
una pregunta.
Direcciones opuestas con un mismo cargamento, tomates.
Vacas sacrificadas, vides que se cortan, leche que se
vierten como desecho, patatas que cruzan mares, pimientos que viajan
kilómetros, pescados, cerdos y pollos de lejanas tierras y lo más curioso, si
los pimientos y los pollos pudieran hablar, podrían saludarse al cruzarse
durante el viaje y hablar de cómo es el lugar de donde vienen unos para que
tengan conocimiento los que van.
Aunque la producción cubra más del 100%, la obligación
de consumo de producción ajena por unas series de cuotas de mercado, convenios
de difícil entendimiento para un profano y no tan profano.
Competencia leal y racional dicen, para dar
oportunidad y solidaridad con otros países también nos cuentan, otras de las
razones cubrir con producto en los momentos de barbecho por la estacionalidad
parece ser la cuestión estrella pero....., si tomates eran en la misma estación
climática tanto los de Alemania como los de España.
Los vendo a 50 y el súper al 250.
El carburante, la mano de obra, empaquetado y
distribución encarecen el producto nos cuentan y digo yo, pero si a mí me sirve
igual la patata cultivada aquí al lado que la que viene de la India porqué
tengo que cargar con esos gastos.
Grandes supermercados acaparan producción a precios de
ganga con presiones de capitalistas, dejando en manos de la importación a los
pequeños para poder cubrir su mercado, grandes superficies que suman al coste
final de venta al público toneladas de alimentos que cada día van al contenedor
de orgánicos, tanto es el desperdicio, que ocultan tras cortinas de plástico,
cruel realidad para esa parte de la humanidad que muere de hambre.
Éste es el panorama de un país despensa del mundo que
cubre el 30% de frutas y verduras, unos productos demandados y apreciados en
todos los países menos el nuestro, que venden a precios de oro y otorgan tanto
valor alimentario como sanitario llegando a vender en farmacias aceite de
oliva.
Gobiernos, administraciones, comunidades y
ayuntamiento mirando hacia otro lado a saber los motivos, en vez de aportar a
agricultores y ganaderos proporcionándoles asesoramiento, herramientas y ayudas
para formar cooperativas colectivas y cercanas, donde unos pongan los
productos, otros los envases y otros la distribución.
En un mundo finito y limitado, mal hacemos
desperdiciando sus frutos por eso el título de éste artículo que aunque profano
es certero, pues no hay más "incomún" y menos solidario que éste
mercado común desordenado y absurdo.
ESCRITO POR ROSARIO CONDE SÁNCHEZ.
Coordinadora Provincial de I.S. de
Málaga y de la Comisión Permanente de I.S. de P.S.O.E. DE ANDALUCÍA.
Agrupación Socialista de Torremolinos
(Málaga).
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