11 de diciembre de 2025

¡¡POR LA PAZ EN PALESTINA Y EN ORIENTE MEDIO¡¡

 

Lo ocurrido en Gaza es un genocidio que todavía no ha terminado, porque los imperialistas de las guerras se disputan las ganancias económicas como estamos viendo por los informes de los Medios de Difusión, del que sacamos estos extractos. Trump y la burguesía estadounidense no ven en el régimen nazisionista de Netanyahu un mal menor sino un activo fundamental para defender sus intereses en una región clave como Oriente Medio. 

La maquinaria militar sionista no aguantaría 24 horas sin el apoyo militar, político y financiero de EEUU. Esto ya era evidente bajo la administración Biden, pero con Trump se ha hecho más explícito aún. De octubre de 2023 a octubre de 2024 Washington envió ayuda militar por 17.900 millones de dólares, el equivalente al 38% del presupuesto militar israelí en 2024. 

Las empresas norteamericanas invirtieron ese mismo año 39.200 millones de dólares en Israel, aunque son las firmas y bancos europeos quienes lideran la inversión extranjera directa, con 72.100 millones. La mayoría de esas inversiones están relacionadas con la industria militar o los planes para reconstruir Gaza. Otras se concentran en los territorios ocupados ilegalmente en Cisjordania. Por su parte, China espera llegar este año a 20.000 millones en inversión directa, siendo ya el primer inversor y proveedor en algunas industrias clave para el aparato tecnológico y militar sionista.

Esa es la causa de la impunidad del régimen nazisionista y el apoyo del que goza por parte no solo de EEUU sino también de la UE. También explica porque el bloque imperialista rival de EEUU formado por China y Rusia no han adoptado ninguna medida enérgica para apoyar al pueblo palestino. Anteponen sus proyectos de la Ruta de la Seda e inversiones millonarias en Oriente Medio (incluido Israel). Su prioridad es la estabilidad regional y evitar cualquier movimiento revolucionario que pueda amenazar los intereses y negocios de sus propios capitalistas.

Los intereses geoestratégicos de Washington y los enormes beneficios que los bancos y las grandes empresas de todo el mundo esperan obtener con los proyectos turísticos e inmobiliarios vinculados a la reconstrucción de Gaza que, según distintas estimaciones, solo en su primera fase oscilaría entre 50.000 y 70.000 millones de dólares, y la explotación de los recursos arrebatados al pueblo palestino: gas, agricultura, pesca, etc, es lo que está detrás del apoyo unánime de los Gobiernos e instituciones capitalistas a la farsa del “plan de paz”.

Las propuessas legalizan el genocidio y convierte a Gaza en una colonia del sionismo y del imperialismo estadounidense, pero los criminales de guerra que han martirizado al pueblo palestino pretenden presentarse como héroes. Es difícil contemplar un acto más horrendo. Es como si Hitler y Mussolini hubieran sido jaleados por la comunidad internacional después de cometer el holocausto contra el pueblo judío.

El plan de “paz” arrebata Gaza a los palestinos negándoles la más mínima posibilidad de justicia, y les convierte en súbditos de Donald Trump y Netanyahu. Todo ello con reconocimiento y apoyo de la ONU y los Gobiernos del mundo.

En sus declaraciones el propio Netanyahu  lo dejó claro al presentar sus propuestas, diciendo que ““el ejército israelí permanecerá en la mayor parte de Gaza y jamás reconocerán un Estado palestino”El ministro de Finanzas sionista Bezalel Smotrich, líder de las bandas de colonos fascistas, proclamaba orgulloso: “El Estado palestino está siendo borrado del mapa, no con eslóganes, sino con hechos. Cada colonia, cada barrio, cada unidad de vivienda es otro clavo en el ataúd de esta peligrosa idea””. 

Como asesinos y bandidos imperialistas que son, utilizan el apoyo internacional a su “plan de paz” para eliminar las huellas de los crímenes cometidos y de los que piensan seguir cometiendo en una Gaza bajo su bota militar. Trump estará al mando de las fuerzas de ocupación, llamadas eufemísticamente “Fuerza Internacional de Estabilización” (FSI), y que incluirían soldados de los Gobiernos árabes aliados de Washington. La llamada “Junta de Paz” que gobernaría el territorio también la presidiría Trump, y contaría entre sus prohombres con otro criminal de guerra: el exprimer ministro británico Tony Blair.

El control de los recursos gasíferos y los planes para transformar una Gaza arrasada en un resort de lujo, quedarán en manos del presidente estadounidense, que se encargará de repartir concesiones a sus propias empresas y aquellas otras que él mismo decida, y que podrán utilizar a discreción a la población palestina que quedase como una fuerza laboral sin derechos.

Con este plan, el imperialismo estadounidense envía un mensaje al mundo: no renunciará a sus posiciones e intereses sin sembrar la máxima barbarie y recurrir a las medidas colonialistas e imperialistas más extremas.

La alianza estrecha entre Washington y Tel Aviv responde a quienes pensaban que Trump había infligido una derrota humillante a Netanyahu y la ultraderecha sionista, obligándoles a “aceptar la paz”. En su discurso ante el parlamento sionista, Trump alabó el “coraje y patriotismo excepcionales” de su amigo Bibi y afirmó triunfalmente: “Israel, con nuestra ayuda, ha ganado todo lo que podía ganar por la fuerza de las armas. Han ganado. Quiero decir, han ganado. Ahora es momento de traducir esas victorias contra los terroristas en el campo de batalla en el premio definitivo: la paz y la prosperidad para todo Oriente Medio”. 

Y así es. Como explicó el ministro de Finanzas, Smotrich, en un foro con inversores inmobiliarios: “la Franja de Gaza se está convirtiendo en una auténtica bonanza inmobiliaria (...) el plan para su futuro ya está sobre el escritorio del presidente Trump (…) Israel ha comenzado conversaciones con Estados Unidos para elaborar un plan de desarrollo para el enclave. Hemos pagado mucho dinero por esta guerra, ahora debemos decidir cómo repartir los porcentajes de la tierra en Gaza”

Esos elementos  nunca habrían podido avanzar tanto en sus planes coloniales y genocidas sin la complicidad criminal de los regímenes capitalistas árabes, que mientras hacen declaraciones de apoyo a Palestina mantienen relaciones con Israel y se han prestado a avalar toda esta farsa.

Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Egipto no dudaron ni medio segundo en dar su apoyo. Turquía, Arabia Saudí o Catar, clave por su apoyo y financiación a Hamás, se vendieron algo más caro, pero lo han aceptado igualmente.

Muchos activistas del movimiento de liberación y la izquierda palestina, como no puede ser de otro modo, han mostrado su rechazo a un plan que perpetúa la ocupación sionista y estadounidense y la renuncia a una Palestina libre. Pero los dirigentes de Hamás han actuado en otro sentido.

En un comunicado emitido nada más conocerse la “oferta” de Netanyahu y Trump, la dirección de Hamás mostró su disposición “para entregar la administración de la Franja de Gaza a una autoridad palestina de independientes (tecnócratas) basada en el consenso nacional palestino y apoyada por el respaldo árabe e islámico”

El 9 de octubre concretaron su posición aceptando firmar la primera fase del plan sionista, que incluía la liberación de los rehenes israelís y la libertad para 2.000 prisioneros palestinos capturados en estos dos años. Nada más conocer esta aceptación, Trump se mostró exultante en redes sociales. Por su parte, Benjamín Netanyahu declaró que la rúbrica de Hamás era un “éxito diplomático y nacional y una victoria moral para el Estado de Israel”.

La puesta en escena del acuerdo en Egipto, el pasado 13 de octubre, con las cámaras de televisión del mundo retransmitiendo como veinte jefes de Estado aplaudían a estos dos genocidas, pasará a la historia como una de sus páginas más abominables.

Por supuesto que la liberación de estos 2.000 prisioneros palestinos o el retorno de miles de familias al norte de Gaza, para una población que ha sido masacrada salvajemente, ha producido alivio y fue saludada como un respiro positivo.  Pero no debemos engañarnos. La experiencia demuestra que las promesas de Trump y Netanyahu no valen de mucho.

Lo ocurrido en esta farsa de negociación responde a esos sectores de la izquierda que idealizan a una organización integrista y burguesa como la única vía de resistencia palestina contra el ocupante sionista. Siempre hemos defendido el derecho del pueblo palestino a la autodefensa, pero las armas no actúan por sí solas, están subordinadas a una política determinada. 

El objetivo de Hamás no es acabar con el capitalismo en Oriente Medio, ni derrocar a los regímenes árabes burgueses de los que dependen financiera y políticamente. Por eso mismo no han pretendido en ningún momento extender a los países de Oriente Medio la rebelión de masas que ha estallado en Europa y en EEUU, porque eso podría desencadenar alzamientos revolucionarios que pondrían en jaque a la clase dominante de la zona.

La dirección de Hamás no cuestiona el tejido económico, social y político que aplasta a los oprimidos de Oriente Medio. A diferencia de las luchas de liberación nacional en Vietnam, en África o en América Latina del siglo pasado, donde las armas contra el imperialismo también apuntaban al derrocamiento del capitalismo, Hamás no tiene ninguna intención de defender un programa de este tipo.

Una política tan ajena al comunismo y al socialismo, y tan cercana a regímenes burgueses, incluyendo al Gobierno teocrático y reaccionario de los Mulás en Irán, ha condicionado toda la estrategia de Hamás en estos años: en lugar de lucha de clases revolucionaria, apoyar los intereses diplomáticos y económicos de sus mentores ideológicos y financieros.

Nadie puede dudar de que el chantaje y la presión imperialista son muy fuertes. Y la amenaza que pesa sobre el pueblo palestino es letal. Pero una cosa es aceptar obligados las condiciones draconianas impuestas por la superioridad de las armas sionistas, y otra muy diferente sumarse a aplaudir a los verdugos y reconocerles un papel positivo. En declaraciones a Sky News, el Dr. Basem Naim, dirigente de Hamás y exministro de Salud en Gaza, dejó clara la posición de la organización integrista: “Sin la intervención personal del presidente Trump en este caso, no creo que se hubiera llegado al final de la guerra (…) Sí, agradecemos al presidente Trump y sus esfuerzos personales para intervenir y presionar a Israel para que ponga fin a esta masacre y carnicería”

Es fundamental distinguir entre una política socialista y revolucionaria para la causa palestina, con un seguidismo acrítico hacia Hamás. Los internacionalistas debemos diferenciar claramente entre el heroísmo de un pueblo que lucha duramente contra el ocupante, y por lo que ha pagado un altísimo precio, y unos dirigentes integristas que, debido al fracaso de la izquierda reformista palestina, y a la capitulación de la OLP ante Washington, se hicieron con la dirección del movimiento en Gaza. El heroísmo de los combatientes palestinos que han derramado su sangre durante generaciones, de los activistas de la Intifada, no se reconoce en las posiciones políticas de una dirección como la de Hamás.

 Cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, en 1994, urdidos por Washington con el apoyo entusiasta de la dirección de la OLP y gran parte de la izquierda reformista mundial, explicamos que serían una herramienta para reforzar el régimen sionista. La ficción de un Estado palestino controlado y cercado por las armas israelíes provocaría más sufrimiento, opresión y muerte.

Ahora podemos afirmar lo mismo. Esta paz de los cementerios lejos de significar un paso hacia el derecho del pueblo palestino a disponer de un Estado propio significa más opresión, muerte y la continuidad del genocidio. Es imposible alcanzar un estado palestino libre y soberano en el marco del dominio capitalista, imperialista y sionista de Oriente Medio.

El derecho a la autodeterminación del pueblo palestino solo puede venir de la mano del socialimo, del derrocamiento del Estado terrorista sionista y de todos los regímenes árabes burgueses, corruptos y vasallos de Washington, que siempre han traicionado la causa palestina y son fundamentales para que Israel pueda llevar a cabo su estrategia devastadora.

Que el pueblo palestino pueda vivir en su propio territorio será el resultado de la lucha de clases, uniendo a los trabajadores, jóvenes y oprimidos bajo la bandera del socialismo internacionalista. Este es el único camino para acabar con la opresión nacional y el despojo imperialista, y conquistar una Palestina socialista como parte de una Federación Socialista de Oriente Medio, sentando las bases para una convivencia pacífica de los pueblos y naciones que la integrarían, y el respeto de todos los derechos democráticos y nacionales.

La rebelión de masas en solidaridad con el pueblo palestino ha puesto contra las cuerdas a los Gobiernos capitalistas del mundo, desnudando su complicidad con el genocidio. El plan de Trump y Netanyahu busca desesperadamente desactivar esta movilización con la colaboración, una vez más, de las instituciones internacionales.

Pero no lograrán este objetivo. El movimiento propalestino ha tenido un impacto brutal en la conciencia de millones, apuntando directamente a la raíz del problema: la opresión capitalista e imperialista, y la amenaza letal del sionismo como vanguardia de las fuerzas de extrema derecha. Este hecho fundamental marcará el desarrollo de la lucha de clases en el próximo periodo. (1)

¡¡POR LA PAZ EN PALESTINA¡¡

¡¡POR UNA FEDERACIÓN SOCIALISTA EN ORIENTE MEDIO¡¡. (2) 

  COMISIÓN PERMANENTE.

IZQUIERDA SOCIALISTA MÁLAGA. 

PSOE DE ANDALUCÍA. 

  1. Extracto de un amplio informe elaborado por Miguel Campos, miembro de I.R.Internacional. 

  2.  Cualquier comentario, aportación o crítica, 

siempre serán bien recibidos y pueden enviarlo 

al siguiente correo:

ispsoeandalucia.malaga@gmail.com 


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