El Presidente Rajoy ha
celebrado hoy 1-8-14 una rueda de prensa en la que ha insistido, entre otras
muchas cosas, que “la reactivación de la economía va mejor de lo previsto, a
pesar de que las dificultades siguen siendo muchas”. Ha repetido hasta la saciedad
que “vamos en la buena dirección, pero somos conscientes de que todavía tenemos
muchas cosas que hacer y todavía son muchas las dificultades que tenemos que
superar”, ha dicho. Ha ofrecido algunos
datos que demuestran que “en el plano macroeconómico” se observan algunos
indicadores positivos, que expresan que los beneficios de las grandes empresas
están creciendo, sobre todo el sector bancario y las multinacionales, pero en
realidad, en el “plano microeconómico”, la situación social, el empobrecimiento
generalizado con bajos salarios, la falta de atención de los más necesitados,
es decir, las condiciones de vida de la clase trabajadora y las capas medias,
siguen sin percibir esa recuperación. Y
lo más dramático es que, con la política económica que se viene aplicando, la
brecha entre ricos y pobres tiende a agravarse, como trataremos de demostrar
con el siguiente análisis.
Rajoy gobierna para atender las necesidades de los ricos y
poderosos; sabemos que la CEOE y la burguesía,
por boca de sus portavoces están exigiendo un nuevo recorte del gasto
público y de los salarios, que sin duda el gobierno del PP está estudiando
ponerlo en práctica, aunque se vea en la necesidad de negarlo en público,
mintiendo descaradamente, tanto él como sus Ministros, con la campaña de
propaganda, y su consigna permanente de que “ya hemos salido de la recesión y
caminamos por una buena recuperación”, pero no será tan sencillo porque el
camino estará lleno de dificultades, .
Es preciso entender que los ataques y recortes, no se deben a mala
intención de los capitalistas cuando aplican unas políticas reaccionarias,
ultraconservadoras y antisociales, como
las que lleva a cabo el Gobierno del PP, sino que se debe a la defensa a
ultranza de la lógica del sistema capitalista de incrementar las ganancias de
la clase dominante, que es su objetivo primordial.
Está claro que la burguesía no va a sentir los efectos sociales de
los recortes que afectan a la clase trabajadora y nuestras familias. Los ricos
tienen educación privada, sanidad privada, educación privada y dinero para
comprar lo que necesitan. Pero,
anteponiendo sus intereses económicos a las necesidades de la población menos
favorecida están dispuestos a destruir completamente el incipiente Estado de
Bienestar para incrementar sus dividendos.
Es la presión de lo que, eufemísticamente se ha dado en llamar “los
mercados” lo que les marca el camino de los ataques a los más pobres.
Las verdaderas razones por lo que la clase dominante impone los
recortes salvajes del nivel de vida, es
porque no tiene otro camino para que el
capitalismo pueda sobrevivir. Es el funcionamiento del sistema social en su
conjunto lo que explica todos los acontecimientos que se están desarrollando en
la lucha de clases actual.
Las posiciones intransigentes de la burguesía actual en
comparación con la postura que tenían en los años de la llamada “Transición”,
es que se ha producido una enorme caída
de la tasa de beneficios como consecuencia de la virulenta crisis económica del
2007/8, con los desfalcos y quiebras de las subprime y los bonos basura, que produjo el colapso de las bolsas que hundieron
al sector financiero inundando de “bonos basura” y otros productos “tóxicos”
contaminando todo el circuito financiero mundial.
Las crisis son cíclicas y en esta fase del desarrollo, se
convierten en estructurales, siendo incapaces de superar la coyuntura; están provocadas por la caída de la tasa de beneficios que se
producen por las contradicciones internas del propio capitalismo. Éstas se agudizan y son cada vez más profundas
por el hecho de que los capitalistas tienen que gastar cada vez más en lo que
Marx llamaba capital "constante" (maquinaria, edificios, etc.,) que significa
que la proporción de capital "constante" con relación al capital
"variable" (los salarios pagados a la clase obrera) ha aumentado
enormemente en el transcurso de las últimas décadas, acelerado por el
descubrimiento de las nuevas tecnologías.
Al contrario de lo que intentan hacernos creer, y de hecho muchos
economistas liberales defienden, los capitalistas no consiguen sus ganancias de
la inversión en edificios y maquinarias. El beneficio que consiguen procede de
las plusvalías arrancadas al asalariado.
Eso fue demostrado por Marx y ninguna escuela económica ha podido
negarlo científicamente hasta ahora. Los capitalistas tienen la necesidad de
utilizar la mentira, y son muy brutales a la hora de defender sus sagrados
beneficios, utilizando la represión e incluso las guerras.
Son las dificultades y la imposibilidad de resolver las
contradicciones las que explican las causas de por qué el capitalista adopta la
posición que defiende en la cuestión de exigir la reducción del gasto público y mermar la parte social de la riqueza que la
clase trabajadora produce y recibe. A su vez, exigen la eliminación del
raquítico porcentaje de impuestos que pagan en la actualidad y presionan
siempre para aumentar las subvenciones y ayudas que el Estado les proporciona.
La realidad demuestra
que los empresarios no se pueden mantener por sí solos, (si se eliminaran todas
las subvenciones, privilegios, prebendas y ayudas, como en teoría defiende el
liberalismo económico, el modelo se hundiría automáticamente), lo que demuestra
que el capitalismo monopolista, el imperialismo, se ha convertido en un
parásito y es totalmente dependiente de las ayudas del Estado. Son como unas sanguijuelas que se alimentan de
la sangre de plusvalías que roban a los asalariados, por lo cual, el movimiento
obrero, cada día mejor formado, no acepta esa monstruosa situación impuesta por
la élite burguesa y ha empezado su resurgir, tomando calles y plazas en un
debate crítico desde donde surgen nuevas formaciones, que tienen muy
preocupados a la derecha, es decir, a la “casta” dominante, como los ha
rebautizado Pablo Iglesias, el flamante líder de Podemos; esas élites
económicas herederas directas del antiguo régimen, principalmente el PP, (sospechoso de estar “presuntamente”
implicado en el Caso Gurtel, Caso Bárcenas, y otros, pero también CiU, (con el
conflicto territorial del independentismo, agravado estos días por el Caso
Pujol, en el que el “Molt Honorable” se
ha auto-imputado, al declarar que ha venido estafando al Fisco, defraudando la confianza de los catalanes
durante los últimos 34 años), o bien cualquier otra organización política que
defiende al sistema, están en su inmensa mayoría cada día más desprestigiados
por sus continuas implicaciones en
anomalías, negligencias, estafas, desfalcos y demás corrupciones que se
vienen destapando.
Mientras que los banqueros y los especuladores continúen
controlando el 90 % de la economía en su propio provecho, cualquier medida
adoptada por el Estado capitalista, donde todo gobierno que no rompa con su
lógica, es en realidad un Consejo de Administración que favorece a la
burguesía, no podrá encontrarse ninguna solución duradera a los problemas
sociales que padecen los ciudadanos más empobrecidos.
La mejor solución que
podría ofrecerse para resolver las necesidades y los problemas de la clase
trabajadora y las capas medias, reside en un programa que fuese encaminado a la
transformación socialista del modelo capitalista. Pero hace mucho tiempo que Marx explicó que “
un sistema social no es sustituido por otro sistema hasta que el primero no
deja de ser útil para desarrollar las fuerzas productivas”, es decir, los
medios de subsistencia, la fuerza del hombre sobre la naturaleza; eso que se
llaman las condiciones “objetivas” para el cambio social que se está produciendo ya, pero se necesita
un “factor subjetivo” suficientemente potente y desarrollado que dirija
correctamente a las masas hacia la toma del poder político y económico,
mediante la práctica de la democracia obrera y la lucha social de masas.
Existen momentos históricos en los que un sistema social se
convierte en un freno para seguir desarrollando la ciencia, la cultura, la
ingeniería, las nuevas tecnologías y la supervivencia de la especie humana con
dignidad, que es lo que ocurre en la actualidad, por lo que eso anuncia el
principio del fin de ese sistema, que está agotado, obsoleto y senil,
reclamando un recambio. La comprobación
de lo anterior queda reflejado en que no se puede está utilizando más que entre
el 60 y el 70 % de la capacidad productiva instalada, lo que es un enorme despilfarro
que genera a su vez un océano de hambre y miseria a escala mundial. Las
desigualdades siguen creciendo y la brecha entre ricos y pobres es una amenaza
para la estabilidad de la sociedad.
En los últimos dos o tres años hemos visto un crecimiento ascendente
de los conflictos sociales, manifestaciones, concentraciones, huelgas, mareas
de todos los colores, el 15-M, el 22-M de la Dignidad, las potentes huelgas de
Profesores, Padres y Estudiantes en defensa de una Educación Pública… que son
una indicación del ambiente de lucha existente entre los trabajadores, aunque
las direcciones de los sindicatos mayoritarios, se empeñan en mirar para otro
lado.
Los dirigentes sindicales y políticos del reformismo de izquierda
no se quieren dar cuenta de la falsedad de los argumentos vendidos por la
burguesía, cuando nos decían, al entrar en crisis, que si nos apretábamos el
cinturón, si aceptábamos bajadas salariales y renuncias a nuestros derechos,
entonces pronto saldríamos de la recesión.
Ésta dura ya más de seis años y algunos dirigentes se niegan a
comprender la realidad que es clara para las bases: O están en un tremendo
error o se han pasado al adversario de clase.
Ha sido tan brutal el ataque, los recortes del nivel de vida, que
ha alcanzado un grado tal que la clase trabajadora ya no está dispuesta a
seguir sometida a estas mentiras o a direcciones en las que han perdido la
confianza. La total bancarrota y la podredumbre del capitalismo y sus
instituciones, que se han venido beneficiando, primero de la bonanza y ahora de
la crisis, como el Caso Pujol, El Caso Gurtel, los ERE, el Caso Bankia y
tropecientos mil chanchullos que asquean a la ciudadanía, a expensas de la
clase trabajadora, está produciendo un acelerado proceso molecular de la
conciencia de las masas más avanzadas de la clase trabajadora y el movimiento
sindical, que empieza a expresarse por fuera de los cauces tradicionales,
buscando soluciones diferentes y urgentes a los problemas sociales porque no se
puede esperar más.
Existen diferentes modelos políticos que en teoría, planteas
programas que pretenden resolver los problemas económicos sociales, pero en
realidad, podríamos contemplar en los momentos actuales tres, que en la
práctica se reducen a dos: O capitalismo o Socialismo.
a)
Modelo liberal capitalista
(Conservador-Liberal)
b)
Modelo Keynesiano. (socialdemócrata)
c)
Modelo socialista. (Democrático o
estalinista)
La cuestión se plantea
difícil dado que, con la enorme cantidad de economistas que producen las
universidades, con un premio Nóbel anual, con un nivel enorme de conocimiento,
¿por qué no se ha encontrado ya la receta para sacar al sistema del pozo en el
que se encuentra la economía?
Después del derrumbe del
muro de Berlin y una vez eliminado por el capitalismo el adversario que
representaba el modelo estalinista, las tesis del modelo liberal no contaron
con ningún obstáculo aparente para demostrar su viabilidad. Incluso algunos
hablaron del “fin de la historia” y que nunca más habría crisis
económicas. Los hechos que son más
tozudos que la propaganda se han encargado de dejar claro que el a), ese modelo
liberal capitalista, prácticamente hegemónico y globalizado, colapsó en 2007,
por lo que, a pesar de que algunos analistas decían al comienzo de la crisis,
que dicho modelo necesitaba ser reformado, la verdad es que la lógica del
propio capitalismo no admite “reformas positivas”, por lo que habría que darlo
por descartado.
En cuanto al modelo b)
Keynesiano, que en teoría había sido asumido por algunos socialdemócratas
(aunque Keynes no lo era), a la hora de aplicar las reformas sociales, llegado
el momento en que se enfrentan los intereses del capital con los del mundo del
trabajo, como le ocurrió al compañero
Zapatero, cuando se enfrentó al dilema de “cueste lo que cueste y cueste lo que
me cueste”, claudicando ante las
presiones del capitalismo, la salida adoptada significaba de hecho en un
intento desesperado de salvar al capitalismo enfermo de muerte, un error muy
grave o algo peor. Igual más o menos le
ha pasado en Francia a Hollande, que incapaz de afrontar las medidas
Keynesianas pregonadas en su programa, cedió a las presiones de la Banca
Mundial y la Troika y asumió la lógica del capitalismo con un recorte de más de
50.000 millones de euros. Esa ha sido la pauta de los demás gobiernos
“socialdemócratas” que han optado por entregarse a la lógica de la clase
dominante antes de defender claramente los intereses de los trabajadores o haber
dimitido, explicando la situación y retando al capital con el apoyo de las
fuerzas sociales.
Esto explica que
teóricamente la socialdemocracia se vuelve “keynesiana en la oposición”, pero
donde Gobierna, rechaza las ideas keynesianas, es decir, asume la lógica del
capital y quieren solucionar los problemas que ha causado “el mercado” con
recortes, porque si opta por más gasto público, como sería la lógica de Keynes,
el peligro de la quiebra y el rescate,
por los abultados déficit,
amenazan la toma de ese camino. Pero en realidad, la socialdemocracia en
teoría debiera apostar por más gasto público, porque con más producción y más
rentas del trabajo se podrían solucionar los problemas sociales. Si se llega a la conclusión que con el modelo
“socialdemócrata-keynesiano” es imposible salir de la recesión, habría que
descartar el modelo b) valientemente, pero la socialdemocracia europea, o sea,
la II Internacional, que ha venido gobernando en muchos países, siempre ha
sucumbido ante la presión del imperialismo, gobernado por banqueros,
especuladores y belicistas que chantejean y amenazan que no puede sobrepasarse
su “línea azul”.
Ha quedado demostrado de
forma contundente por la realidad económica e histórica, con la experiencia
práctica de los últimos decenios, que llega un momento donde el socialismo
democrático, una vez negado el estalinismo por la experiencia histórica, se queda
como única alternativa teórico-práctica hacia donde las masas, de forma
necesaria, seguirán avanzando, dado que lo que algunos siguen llamando la Utopía,
el socialismo genuino y democrático, no es ya tan utópica, sino que es una
necesidad perentoria para la especie humana.
El materialismo dialéctico siempre ha venido defendiendo en sus
análisis que el keynesianismo, es decir, la financiación del déficit, lejos de
resolver los problemas del modelo capitalista, en realidad los agrava, sobre
todo cuando el sistema entre en una crisis, se desliza hacia la recesión y
corre el peligro de entrar en una depresión, que todavía no está del todo
descartada.
La ilusión del modelo keynesiano ha sido descartado por completo
por todos los estrategas del capitalismo y para todos las demás políticos
socialdemócratas serios. La solución de
los déficits públicos y privados, crecientes y abultados, se harán imposible,
si se adopta un modelo intermedio, que es “nuevo paradigma” al que se aferran
algunos estrategas, de intentar salir del hoyo con más inyecciones pùblicas,
que incrementan los déficits. Si se
aplica ésto, más temprano que tarde se producirá una terrible explosión
inflacionaria en todo el mundo, ya que la salida en falso, produciría una nueva
espiral especulativa en el sector financiero, que provocaría otra crisis y
recesión mucho más profunda que la actual.
Las teorías liberales de Friedman y otros estudiosos del
capitalismo han quedado igualmente descartadas, porque fueron las teorías
desarrolladas por Reagan y Thacher que han servido de base para el fracaso
actual del modelo capitalista. Esas teorías de la deflación, de reducir el
gasto público recortando las cuestiones sociales hasta los y huesos, con
despidos en masas y reducciones salariales salvajes, ha demostrado ser un
auténtico “austericidio” que no ofrece más que paro, miseria, desolación y
hambrunas. Tienen con estas medidas bastante bien amordazada la
“inflación”, pero cuando quede suelta y empiece a galopar de forma peligrosa,
podemos encontrarnos atrapados entre el fuego cruzado de paro y de la
inflación, lo cual sería muy perjudicial.
Si se continúa por el camino de financiación del crecimiento del
déficit, inevitablemente se va a provocar un aumento de la inflación hasta
alcanzar niveles de países que tienen dificultades e iremos a peor. Los adversarios de derechas, e incluso
algunos compañeros socialdemócratas, nos acusan a los socialistas marxistas de
ser “demagogos” y “alarmistas” cuando planteamos nuestros análisis de la cruda
realidad tal cual la vemos, pero en realidad, lo que planteamos claramente es
lo mismo que planteaban hace más de 135 años los fundadores del PSOE y de UGT,
es decir, que el capitalismo, a largo plazo, no funciona correctamente y no
puede resolver los problemas sociales; de ahí la necesidad de seguir la lucha
por el genuino socialismo, porque aún reconociendo que bajo el capitalismo,
cualquier aumento del dinero en circulación, sin el respaldo de una producción
material concreta, inevitablemente, más tarde o más temprano, provocará un
incremento de la inflación, somos partidarios de medidas transitorias, medidas
sociales, pero reconociendo que al final, la alternativa es el socialismo que
no cabe dentro del capitalismo.
La teoría económica explica que ei el número de billetes en
circulación, tomando la economía como un conjunto, que cubre la cantidad total
de mercancías producidas alcanza el valor de un millón, y el Estado, en moneda
y en bonos, aumenta ese valor hasta dos millones, eso significará que los
precios se doblarían. La financiación del déficit y el uso de la máquina de
imprimir dinero inevitablemente conducirán a la inflación. Eso lo sabe cualquier estudiante de economía.
Pero también hay que tener en cuenta, cuestión que o lo niegan o
no lo ven algunos economistas defensores del sistema capitalista, existe otra
contradicción: las consecuencias de las políticas deflacionarias, que a veces
pueden ser tan graves o más que las inflacionarias. En cuanto a la clase trabajadora, ni con
inflación ni con deflación podrán ver solucionados sus problemas. Es como si te
ponen ante el dilema de morir ahorcado o en la silla eléctrica.
Algunos estrategas de la burguesía no conciben el modelo
capitalista como un sistema de producción, sino solo de especulación. Pero el
capitalismo funciona gracias a la plusvalía, o sea, al trabajo dejado de pagar
a la clase trabajadora por el capitalista, o lo que llaman beneficio que se
embolsa la clase burguesa. Esto provoca un dilema para el capitalista porque él
consume en productos de lujo y derrocha solo una parte pequeña del beneficio
que consiguen. El resto, o lo invierten o lo atesoran. En momentos de recesión,
lo evaden y atesoran en Paraísos fiscales, agravando la situación de la
economía.
Si la mayor parte del beneficio o plusvalía extraída del trabajo
de la clase asalariada, se volviese a invertir permanentemente en la industria,
el comercio, el turismo o cualquier otro sector de la producción material, se convertirían en puestos de trabajo, pero,
¿Por qué eso no se produce? Porque la
economía de casino trucado en que se ha convertido el imperialismo lo impide.
La Banca y las finanzas se han subido a las espaldas de la industria, la
agicultura y el comercio y todos cabalgan sobre el lomo de la clase trabajadora
asalariada
¿Por qué las grandes empresas pagan solo de media entre el 1 y el
3,8 % de impuestos? Las grandes empresas
apenas pagan impuestos con la elevada presión que sufrimos los trabajadores,
con el IRPF y demás impuestos. Pero la burguesía gracias a sus recodos legales
y a las subvenciones, prácticamente no pagan impuestos. Es más, y las cantides
que pagan lo integran en sus cuentas de gastos generales, que es repercutido de
nuevo en el precio de los productos.
Existen propuestas bienintencionadas como la Tasa Tobin y otras proponen que graven al capitalista, que
teóricamente sería posible, pero que en la práctica, se niegan y se negarán
siempre a que sean aplicadas bajo el modelo capitalista. Esas fórmulas son algo
ingenuas, porque cuando la clase trabajadora no tenga fuerza para que se
apliquen nunca se aplicarán y cuando la clase trabajadora tomase el poder y
tuviese fuerzas para implantarlas, mejor sería que en vez de ese porcentaje
mínimo se procediese directamente a la nacionalización del sistema financiero,
para planificar los recursos económicos, de forma democrática y científica, a
favor de los trabajadores, con
indemnización solo en caso de necesidad comprobada, para avanzar resueltamente
hacia el socialismo democrático.
Las fuerzas productivas se encuentran lo suficientemente
desarrolladas para que el inicio de la construcción del socialismo sea
posible. Si no se utilizan racionalmente
es por las contradicciones que tiene el sistema capitalista, que está atrapado
entre la propiedad privada de los medios de producción y las fronteras
nacionales. Por eso, la clase trabajadora, cada joven, cada trabajador, cada mujer, cada
ser humano que se considere de izquierdas, tiene que organizarse en la
asociación, sindicato o partido que considere más conveniente, para defender un
programa verdaderamente democrático y socialista, que contemple un plan de
choque contra el paro, una planificación de la economía para fortalecer la
Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales, una vivienda digna para cada
ser humano y un salario social universal para cada persona que lo necesite;
además, la lucha contra la especulación y la corrupción deben ser tareas
fundamentales que nos corresponde a todos, porque de lo que se trata es de
avanzar hacia la democracia económica donde los recursos sean puestos al
servicio de los seres humanos y no del lucro privado de una minoría de ladrones
que llevan robando a los trabajadores durante cientos de años.
El movimiento obrero debe buscar la unidad y estar bien organizado
para luchar por la transformación de este podrido sistema capitalista en la
línea de lo antes explicado. Si el capitalismo ya no puede ofrecer una vida
digna, decente y sana, porque también debemos luchar contra el deterioro del
Medio Ambiente que pone en peligro a largo plazo la supervivencia del género
humano sobre el planeta, entonces, la clase trabajadora consciente y
organizadamente debe apartar a un lado al capitalismo y luchar por un sistema
completamente diferente, por una sociedad socialista, un modelo social
alternativo, democrático y justo al que todo ser humano tiene derecho.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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