2 de enero de 2010

CONTRA LAS NUCLEARES Y LA CARRERA BÉLICA. (PARTE V).

Todo ciudadano honrado que se posicione contra las guerras, sus muertes y los que las provocan, así como contra la carrera de armamentos y la destrucción de la naturaleza, tenemos que oponernos de forma radical, igualmente, tanto contra el “complejo industrial militar de EEUU, como contra la energía nuclear, contra las centrales atómicas y contra el uso del armamento, tanto nuclear como bacteriológico y de otra índole, que son utilizados para atacar a la población inocente con el objetivo de defender los intereses de los grandes monopolios.


Basta recordar el engaño tremendo de las potencias imperialistas cuando declararon la Guerra Preventiva para quitar del poder al dictador Sadam Husseim en Irak, que ha causado una verdadera carnicería humana y ha hundido al país en la edad de piedra, causando estragos tanto al medio ambiente como en la economía, además de no haber servido para nada de lo que marcaron sus hipócritas objetivos, cuando decían que en seis meses habría instalada una democracia floreciente y aumentarían el grado de bienestar de la población. Lo que hubo en realidad fue un escandaloso y criminal intercambio desigual de “sangre por petróleo”, demostrándose claramente la grosera mentira de que el Extremo Oriente sería mucho más seguro, como nos dijeron Bush, Blair y Aznar, el terrorífico trío de las Azores. Por lo tanto, es imprescindible continuar con una lucha audaz, decidida y firme en contra de la carrera de armamentos que es la que empuja en la dirección de guerras preventivas y pueden producir la destrucción del planeta y segar las vidas de los seres humanos.


Los capitalistas nos quieren hacer creer que no hay dinero para financiar la lucha contra el Cambio Climático, pero el Congreso de Estados Unidos ha aprobado la Ley de presupuestos de guerra para el año 2010, que asciende a 636.000 millones de dólares. En ese presupuesto militar se autoriza al gobierno a gastar hasta 128.000 millones de dólares para las operaciones de guerra en Irak y Afganistán, que van a servir para seguir matando inocentes y destrozando el Planeta, pero esos mismos Señores de la Guerra, se vuelven tacaños a la hora de decidir invertir, proporcionalmente, esos escasos 10.000 millones entre los 192 países convocados a la Cumbre del Cambio Climático en gastos medioambientales como ha ocurrido en Copenhague, lo que va a condenar a hambrunas y a muertes seguras a cientos de miles de personas, por los efectos del deterioro del cambio climático que podrían ser más desastrosos que la bomba de Hiroshima.


Desde las masacres de Hiroshima y Nagasaki ha quedado probado que bajo el capitalismo no existe ninguna seguridad total en que no se va a ser de nuevo un experimento de esa mortífera arma nuclear, que en la actualidad es mil veces más potente que antaño. Tampoco existe seguridad plena en las instalaciones nucleares de uso pacífico, que se construyen sin haber dado respuesta convincente y definitiva a la eliminación de los residuos nucleares.


Esta situación está latente en todos los países que utilizan esa tecnología, con un alto riesgo como hemos visto en casos de accidentes como el de Chernóbil y otros, con fugas radioactivas muy peligrosas para la vida humana. Hace unas décadas esa central sufrió un accidente y después del periodo de tiempo transcurrido, los estudios médicos consideran que un 80 % de la población está todavía contaminada. La propia ONU reconoció que más de 7 millones de personas fueron contagiadas por radiaciones nucleares afectando a un territorio de 155.000 kilómetros cuadrados, o sea, un equivalente a más de la cuarta parte de la Península Ibérica.


A pesar de esas amargas experiencias que han sembrado de cadáveres inocentes a demasiadas zonas del planeta, muchos gobiernos, con apoyos de partidos políticos e incluso de algunos ciudadanos siguen defendiendo la energía nuclear y no se deciden por inversiones fuertes en energías limpias. Esa estrategia tiene una explicación basada en el razonamiento de que las grandes industrias energéticas dependen de los planes que son impuestos por ser dependientes de las políticas marcadas por el Pentágono. Contradictoriamente, el Protocolo de Kioto, que teóricamente trata de prevenir el calentamiento de la Tierra y luchar contra la contaminación, no había sido firmado por los EEUU, ni se cumple apenas por la mayoría de los países, habiendo sido mercantilizado de tal manera el intento de cumplimiento, que se compran y se venden al mejor postor las cuotas de contaminación que cada país tiene asignada. Lo cual denunciamos como una farsa colosal que pone sobre el tapete la hipocresía de la burguesía, confirmada ahora en la pantomima de la Cumbre del Clima de Copenhague que no ha servido para nada.


Los estados empobrecidos, que son la inmensa mayoría, ven violados sus derechos en esa inmensa farsa de “Democracia Burguesa” donde, (Por cuatro o cinco superpotencias que solamente representan los intereses del “Gran Capital”) y quedan reducidos a ser colonias económicas o protectorados políticos nuevamente, no ya de una potencia de Europa o de EEUU en concreto, sino de su personificación colegiada y abstracta del “capital financiero globalizado”, el crudo Capital salvaje. Se les condena a que no pueden hacer otra cosa, (si sus pueblos no luchan), que ir reduciendo sus posibilidades de vida civilizada y retrocediendo hacia la barbarie. Algunas de sus poblaciones, caen incluso por debajo del nivel de proletarización, viéndose reducidas a la más ingente esclavitud que los hunde en la pobreza extrema. La Madre Naturaleza, en cuanto a objeto de “ultra-explotación” y depredación sin control, va desapareciendo por medio de la deforestación, la desertificación, la reducción drástica de su biodiversidad, la contaminación y, en todo caso, la incapacidad de aires, suelos y aguas para una vida humana de sus respectivos pobladores en el próximo futuro, pues el capitalismo, con su voracidad de beneficios está destruyendo el planeta...

Continuará.../...

Próximo articulo: "MÁS SOBRE ECOLOGISMO Y MEDIO AMBIENTE".

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