9 de junio de 2023

Parte 3 final): ELECCIONES 28M: DEBACLE DEL PSOE Y PODEMOS. LA PAZ SOCIAL Y LAS POLÍTICAS CAPITALISTAS FORTALECEN A VOX Y AL PP.

 

(Recomendable leer antes Parte 1 y 2 anteriores)

Pablo Iglesias, unos de los máximos responsables ideológicos de esta debacle, no hace autocrítica, ni ningún balance serio sobre su presencia en el Gobierno. Tampoco hace ninguna mención a recuperar la lucha, a volver a llenar las calles. 

Aquellos que ahora claman contra la clase trabajadora, que la acusan de no tener conciencia, entre los que se encuentran estos dirigentes, olvidan rápidamente el impresionante movimiento de masas que vivió el Estado español: las marchas de la dignidad, las huelgas generales, las mareas  en defensa de la sanidad y la educación públicas, el levantamiento del pueblo de Catalunya, las grandes huelgas feministas, las impresionantes manifestaciones pensionistas… Un movimiento de masas que les aupó con millones de votos, ¡pero para cambiar las cosas! Y sin embargo ellos solos decidieron renunciar a continuar la batalla en las calles, renunciaron a organizar a la clase trabajadora en un partido militante, de combate y con un programa revolucionario para hacer avanzar la conciencia de clase, y renunciaron a romper con una lógica capitalista que les ha condenado a la completa impotencia y a administrar la miseria.

No somos sectarios, es más, hemos sido criticados innumerables veces por las sectas por apoyar críticamente en las urnas a Podemos, por negarnos a defender la abstención o el voto nulo, una posición completamente alejada del marxismo y el leninismo consecuente. Por eso tenemos el derecho para señalar que esta estrepitosa derrota es la constatación del fracaso del Gobierno de coalición, y especialmente del fracaso de esa política “realista” de los dirigentes de Podemos con la que pretendían frenar a la extrema derecha y obligar al PSOE a girar a la izquierda.

Hay que levantar una izquierda combativa y revolucionaria

Como hemos señalado siempre desde Izquierda Revolucionaria no se puede acabar con las lacras que padece nuestra sociedad sin acabar con el capitalismo, y no se puede acabar con el capitalismo sin primar la lucha en las calles, en las fábricas y empresas, en los centros de estudio y barrios, y la organización consciente de la clase trabajadora y la juventud defendiendo un programa de transformación socialista.

Es una completa utopía, y además reaccionaria, pretender modificar la correlación de fuerzas entre las clases a través de la actividad parlamentaria, en un parlamento burgués controlado por la banca y los grandes monopolios, o en el aparato del Estado, dominado por franquistas y reaccionarios, y pretender hacerlo moviendo fichas en el CGPJ mediante acuerdos espurios, o enfrentar el poder de los medios de comunicación montando un podcast o una cadena de televisión. Esta estrategia, que renuncia a la lucha de clases consciente, que renuncia a organizar un partido revolucionario militante, ha demostrado su completa bancarrota. No solo no se ha cambiado la correlación de fuerzas, sino que se ha empeorado notablemente abriendo las compuertas a la reacción.

Recientemente Pablo Iglesias planteaba en una entrevista con Gabriel Rufián su tesis de por qué fracasó el levantamiento del pueblo de Catalunya. Explicaba que aunque tengas a la “masa”, si no tienes al Estado no puedes cambiar las cosas: “ahí vimos lo que implica alguien que tiene todos los dispositivos estatales y alguien que lo que tiene es mucha gente”. Es decir, ¡la derrota era inevitable! Qué manera de negar la historia de las revoluciones y la propia historia del movimiento obrero en el Estado español. Iglesias olvida interesadamente como la lucha revolucionaria de los obreros y los campesinos impuso la Segunda República, y como los trabajadores, con las armas en la mano, combatieron el fascismo durante tres años. Y también olvida, y esto sí que es lamentable, que los trabajadores y la juventud se levantaron contra la dictadura franquista, desafiaron a su aparato policial y militar, y con su lucha abnegada arrancaron las libertades democráticas que hoy disfrutamos y nos están arrebatando. No fue Juan Carlos I, no fue el Parlamento el que conquistó la democracia, fue el sacrificio y la sangre de los trabajadores, luego traicionados en los pactos de la Transición por sus dirigentes, lo que trajo los derechos democráticos y los avances sociales.

¡Qué despreció al movimiento de masas, que fue justamente el que elevó a Podemos! ¡Que completa negación de la historia y de la teoría de la revolución! Justamente la acción independiente de las masas contra el Estado, contra el poder establecido, ha sido el motor revolucionario que ha permitido transformar la historia.


No se puede acabar con las lacras que padece esta sociedad sin acabar con el capitalismo, y no se puede acabar con él sin primar la lucha en las calles y la organización de la clase trabajadora defendiendo un programa de transformación socialista. 

Los acontecimientos nos están interpelando. Necesitamos levantar una izquierda revolucionaria que no se arredre antes las dificultades, que construya un sindicalismo de lucha, que confronte con la burocracia sindical de CCOO y UGT, también responsable de esta situación. Una izquierda revolucionaria que señale no solo de palabra, sino en los hechos, mediante la acción, a los grandes capitalistas, a los Amancio Ortega, los Florentino Pérez, las Ana Patricia Botín… y que plantee sin complejos que el único camino para resolver los problemas y necesidades acuciantes de la mayoría oprimida y explotada pasa por expropiar la riqueza obscena que acumulan estos parásitos a costa del sudor y el trabajo de la clase obrera.

Nunca antes en la historia de la humanidad ha sido más necesario defender la idea del socialismo, como demuestra la grave crisis económica, social y ecológica que padecemos y que amenaza nuestro futuro y supervivencia.

A pesar del duro golpe que han supuesto estos resultados, los trabajadores con conciencia de clase no nos resignamos, no abandonamos la pelea porque tenemos que seguir sobreviviendo, porque no podemos disfrutar de un agradable retiro como tertulianos, comentaristas o profesores universitarios. La única alternativa que nos queda es la organización y la lucha.

Las elecciones del 23 de julio serán una nueva prueba, y obviamente nos movilizaremos para frenar a la extrema derecha y a la reacción. Pero el camino para transformar radicalmente las cosas, para construir una sociedad justa y humana, para “tomar el cielo por asalto”, como señaló Marx homenajeando a los heroicos obreros de la Comuna de París, pasa por la revolución socialista y por construir un partido revolucionario a la altura de las circunstancias históricas. En esa tarea estamos los marxistas de Izquierda Revolucionaria. ¡Únete a nosotros y lucha por la transformación socialista de la sociedad!

(*)  EDITORIAL DEL PERIÓDICO “EL MILITANTE” NÚMERO 371 DE JUNIO DE 2023.

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