El capitalismo no
ha sido capaz de superar los desequilibrios de la economía durante los más de diez años desde que se produjo la gran recesión y, en los momentos actuales, la economía mundial se encuentra
totalmente trastornada y presenta
algunos de los rasgos clásicos más perturbadores,
muy similares a los que se produjeron en los años treinta, salvando las
distancias.
Los ataques contra China
y Europa por parte de Trump, con
el agravamiento de la guerra comercial, anunciada contra la Unión Europea en su conjunto podrían
tener consecuencias graves y no es lo mismo que lo gestione una derecha “Trifachita” en el Estado español, heredera natural de la Dictadura, que lo pudiese acometer un Gobierno de Izquierdas fuerte, pero eso va a depender, no solo del
voto de la ciudadanía el próximo 10-N
(aunque vamos con retraso), sino de la inutilidad o capacidad de los dirigentes
de las izquierdas en formar un Gobierno favorable
a la clase trabajadora.
Las acciones de masas han seguido creciendo con relación al
año anterior y el proceso de polarización
aumenta entre los bloques (derechas e izquierdas). Incluso la izquierda marxista sigue creciendo
tanto en el interno del PSOE como
desde fuera, tanto en términos cualitativos como cuantitativos; asimismo grupos
y partidos de izquierdas están
proliferando, buscando cada vez una dirección más firme, pero en vez de marchar
hacia la unidad, se camina en sentido contrario, hacia la dispersión, lo cual
favorece a las derechas y debilita globalmente a las izquierda; sabemos también que la debilidad invita a la agresión
por parte de las derechas.
En este incesante proceso de radicalización de la sociedad, entre el mundo del capital y el mundo
del trabajo, vemos como sigue creciendo la desigualdad y se expresan con más crudeza las necesidades de la clase trabajadora, debido a que han
consumido las grasas que tenían las masas cuando antes de la recesión se empezó
a construir el Estado de Bienestar.
En los últimos años del Gobierno Rajoy, con su política de recortes, austeridad y ataques constantes a los derechos
adquiridos, en caso de venir los mismos de nuevo, traerán más intentos de recortes y austeridad; hostigada la clase trabajadora podría verse
obligada a defenderse y saltar a la lucha, incluso por encima de los sindicatos de clase que están bastante
acongojados y atrapados en sus pactos permanentes sin frutos que ofrecer a los
asalariados.
Aquellos agoreros que dicen que la “clase trabajadora ya no existe”, que es imposible hacer nada o incluso
que la situación ha mutado y no existen
las clases, están en un tremendo error, pues va creciendo el proceso molecular de toma de conciencia
aunque todavía no se ha desatado el conflicto y las luchas.
Por otra parte, esos trabajadores que todavía se consideran
capas medias, junto con los derechistas que aúllan desde fuera del movimiento
obrero diciendo que hace falta un cambio social, unos que a la derecha y otros
que a la izquierda, si en vez de estar en plan contemplativo, desde fuera de
los partidos, sindicatos y organizaciones de clase, diciendo que hace falta el giro a la izquierda, fueran consecuentes y entraran a luchar desde
dentro de las organizaciones que más
se acerque a sus planteamientos y lo hiciesen encuadrados en corrientes
críticas o incluso en las tropecientas siglas que abundan en el panorama
político, sindical y social, ya se habrían producido algunos cambios sociales
avanzados que la mayoría del pueblo reclama.
Es cierto que existe
recelo, apatía o desgana con relación a los comportamientos de las Direcciones Políticas del arco
parlamentario, pero está representada desde la extrema derecha hasta la extrema
izquierda, por lo que no hay excusa para no querer participar en política.
Cualquiera podría encuadrarse en una organización, como están haciendo los fascistas que apoyan a sus organizaciones respectivas y por tanto,
es legítimo que el trabajador que se considere progresista, socialista, comunista, anarquista o de cualquier otra
ideología, pueda ayudar a producir ese cambio a la izquierda, comprometiéndose en la lucha por ese giro social que reclama y que la
mayoría de las encuestas señalan como un nuevo modelo que estaría a la izquierda de la socialdemocracia, que
aparece como muy moderada, pero, a su vez, rechazando el estalinismo que aparece demasiado radical.
Días pasado se publicó un artículo muy interesante en Diario 16 titulado “La tradición marxista del PSOE sigue viva” escrito por Santiago
Aparicio, muy recomendable para los trabajadores en general (http://mediterraneo.diario16.com/la-tradicion-marxista-del-psoe-sigue-viva/)
en el que se hacía referencia a una de las corrientes
internas del PSOE, Izquierda Socialista
que viene luchando por el cambio hacia un programa
Socialista Democrático, basado en el programa
marxista de transición al socialismo,
legado por los fundadores del PSOE,
UGT y JJSS, aunque actualizado, pero criticando la situación en la que han
quedado atrapados, unos por el sectarismo
de los modelos estalinistas, periclitados por la historia y otros por el oportunismo y falta de perspectivas y programa de la socialdemocracia, que
está desapareciendo en toda Europa,
porque se empeñan en mirar siempre a derechas, cuando tiene que formarse
gobierno y sufre presiones de la clase
dominante.
En democracia
deben ser los votos los que hagan cambiar la correlación de fuerzas entre derechas e izquierdas, tanto en el
plano organizativo como en la lucha entre las clases, pero para ello es preciso
reconocer que falta potenciar y fomentar
el activismo en las organizaciones
de los trabajadores y la juventud.
Las
encuestas dan unos pronósticos bastante pesimistas a la hora de mostrar datos
de abstención que podrían crecer en
las próximas elecciones del 10-N, lo
cual es bastante preocupante para las izquierdas.
Comprendemos
que muchos trabajadores, después de horas de trabajo cansino y mal pagado
tengan pocas ganar de ayudar o colaborar en organizaciones sociales, políticas o sindicales, aunque existen
muchos colectivos que sí se muestran cada vez más combativos.
Por
desgracia ha calado bastante la filosofía
individualista de la clase dominante y mucha gente va por libre y no están
acostumbrados ni tienen ganas de entrar ni siquiera a debatir y exigir lo que
necesitan, pero eso está empezando a cambiar, como vemos con los movimientos de los pensionistas, el
feminismo, la lucha contra el Cambio Climático, las diversas batallas a
nivel local por reivindicaciones puntuales, etc.
Existen
países donde se ha empezado a dar esa batalla interna en los partidos de la izquierda, como por
ejemplo en Gran Bretaña, que con su
situación tan explosiva por el inminente Brexit
a la que se enfrentan, ha aumentado la “polarización,
la radicalización y la fase de politización”. Se ha expresado por un giro
vertiginoso en el Laborismo con una subida de participación interna y
reafiliación de miles de jóvenes y trabajadores, que le han dado el triunfo al
socialista Jeremy Corbyn, derrotando
al sector más moderado del laborismo,
lo que representa un giro a la izquierda
y empiezan a defender un “programa
socialista democrático”.
Algo
parecido está ocurriendo en EEUU con
la subida de crecimiento de las
izquierdas, enfrentadas claramente a
Trump y con candidatos en el Partido
Demócrata que se declaran socialistas
como Bernie Sanders, que en un claro giro
a la izquierda está subiendo como la espuma, o el caso de Jean-Luc Mélanchon que logró aglutinar
en torno a la fuerza “Francia Insumnisa” a un amplio sector de las izquierdas francesas.
Igualmente
en el Estado español ya se ha
producido un procedo de “polarización,
radicalización y la fase de politización” que se dio con el movimiento 15-M y el buen resultado que obtuvo Unidas-Podemos, dilapidado por los
errores de Pablo Iglesias, pues las
encuestas les pronostican un severo castigo que podría estar próximo, pudiendo
afectar al conjunto de las izquierdas. La
clase trabajadora tiene que movilizarse y acudir a las urnas, exigiendo un
gobierno izquierdista el 10-N.
No
está la situación para abstenciones de
izquierdas. Los mayores sufrimos la Dictadura
que nos quitó 40 años sin acudir a las urnas, por lo tanto sigue siendo en
cualquier momento el propicio para expresar políticamente con el voto, las
ansias y necesidades de cambio o la indignación que se pudiese expresar por
cualquier trabajado.
Derrotar al abstencionismo y a las
Derechas “Trifachitas” debe ser el objetivo. Si no lo
conseguimos ahora llamados a las urnas
quizás se tendría que producir en luchas
y explosiones sociales, más temprano o más tarde, tomando calles y plazas
con protestas masivas si la situación
social y territorial sigue estancada o empeora.
No
obstante hay un debate abierto que
debe ser a fondo para analizar los errores
en cuestiones orgánicas y programáticas que hayan cometido las direcciones del movimiento obrero y
partidos de izquierdas, que debemos seguir fomentando, exigiendo reuniones para que haya debates
donde podamos expresarnos con libertad
como clase trabajadora y ese debate hay que darlo y exigirlo en la campaña electoral.
Mi
opinión es que debemos pelear como clase trabajadora en las organizaciones, cada cual en la suya,
por las mejores propuestas democráticas
explicando las carencias y necesidades que tengamos en nuestros centros de trabajo, pueblo, barrio o ciudad,
allí donde existe un trabajador concienciado, sea progresista o más de izquierda.
Es
el momento de auto/convocarnos a la
luchar solidariamente por las problemáticas concretas representadas en las
reclamaciones que salgan de nuestras carencias
y necesidades; adherirnos a plataformas de luchan allí donde haya un
activista y que existan debates
populares para defender al conjunto de la sociedad, dejándonos de
individualismos y localismos (que también), pero ver la cuestión levantando la
vista.
Participar
en debates abiertos y democráticos
en el seno de la sociedad, es necesario
y posible porque en algunos sectores y corrientes lo estamos llevando a cabo.
Sabemos que cantidad de luchadores han tirado la toalla, quemados por la
situación y muchos de ellos, que antes quizás lo dieron todo por una causa
noble y limpia de “un socialismo ético”,
ahora se encuentran desanimados, pero debieran movilizarse también.
Quizás
algunos están por la abstención y no
quieren aportar nada a la lucha, ni siquiera su voto, pero una persona que se
considere de izquierda y se comporte así, con todos mis respetos y pido
disculpas de antemano, pienso que políticamente
está muerta y se convierte en un lastre
para la lucha social, porque si se entendiera bien lo que ha costado
conseguir esta situación de libertades,
como de reunión, libre sindicación, petición, manifestación y huelga,
cuando luchamos bajo el franquismo y
seguimos batallando tras nuestra jubilación,
decimos que habría que salir en masa a
votar y a luchar por mantener esos derechos y todavía muchos más de los que
nos faltan, porque la burguesía nunca nos ha regalado ni nos regalará nada, al
revés, si vienen otra vez, los recortes
de Rajoy serán un pálido reflejo de lo que nos espera con el resurgir de la
ultraderecha.
Estamos en precampaña y por tanto es irregular que se pueda
pedir el voto para un partido concreto, pero nadie me puede negar el derecho a pedir que luchemos todas y todos
por buscar un camino y dar la batalla orientada al fortalecimiento de las izquierdas con una apuesta firme en defensa
del bien común.
Concluyo: O luchamos
por un Gobierno de los trabajadores lo más
de izquierdas que podamos, con las fuerzas reales con las que contamos, buscando
un entendimiento, pero dejándonos de neoliberalismo
y gaitas o corremos el riesgo de que venga el Trifachito.
JOSÉ MARTIN RODRÍGUEZ.
COORDINADOR DE COMUNICACIÒN.
IZQUIERDA SOCIALISTA MÁLAGA-PSOE.A
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