4 de mayo de 2021

(Parte 2 de 5). SOBRE EL MATERIALISMO DIALÉCTICO.

 


 ¿Qué es la dialéctica?

 Esta escuela de filosofía materialista pasó de Inglaterra a Francia, para ser recogida y posteriormente desarrollada por René Descartes (1596-1650) y sus segui­dores. Estos materialistas franceses no se limitaron a criticar la religión, sino que extendieron su crítica a todas las instituciones e ideas. Se enfrentaron con estas cosas en el nombre de la Razón y “armaron” a la naciente burguesía en su batalla contra la monarquía. El nacimiento de la gran revolución burguesa de Francia de 1789-93 hizo de la filosofía materialista su credo. A diferencia de la revolución inglesa de mediados del siglo XVII, la Revolución Francesa destruyó completa­mente el viejo orden feudal.

 Como Engels puso de relieve más tarde: 

 Hoy sabemos que aquel Reino de la Razón no era nada más que el Reino de la Burguesía idealizado, que la justicia eterna encontró su realización en los tribunales de la burguesía, que la igualdad desembocó en la igualdad burguesa ante la ley, que como uno de los derechos del hombre más esenciales se proclamó la propiedad bur­guesa y que el Estado de la Razón, el contrato social roussoniano, tomó vida, y sólo pudo cobrarla, como república burguesa democrática. Los grandes pensadores del siglo XVIII, exactamente igual que todos sus predecesores, no pudieron rebasar los límites que les había puesto su propia época”.F. Engels, Anti-Dühring. 

 El defecto, a pesar de todo, de este materialismo desde Bacon en adelante, era su rígida y mecánica interpretación de la Naturaleza. No es accidental que la es­cuela materialista inglesa floreciese en el siglo XVIII, cuando los descubrimientos de Isaac Newton hicieron de la Mecánica la ciencia más avanzada e importante de su tiempo. En palabras de Engels, "la limitación específica de este materialismo radica en su falta de habilidad para comprender el universo como proceso como materia sufriendo un ininterrumpido desarrollo histórico".

 La Revolución Francesa tuvo un efecto profundo en el mundo civilizado, al igual que luego lo tendría la Revolución Rusa de 1917. Efectivamente, revolucionó el pensamiento en todos los campos, político, filosófico, científico y artístico. El fer­mento de ideas que emergió de esta revolución democrático burguesa, aseguró avan­ces en las ciencias naturales, la geología, la botánica, la química, así como en la economía política.

 Fue en ese periodo cuando se hizo una crítica del punto de vista mecánico de estos materialistas. Un filósofo alemán, Enmanuel Kant (l724-1804), fue el prime­ro que rompió con la vieja mecánica, con su descubrimiento de que la Tierra y el sistema solar habían llegado a ser y que no habían existido eternamente. Lo mismo sucede con la geografía, la geología, las plantas y los animales.

Estas revolucionarias ideas de Kant fueron desarrolladas aún más por otro bri­llante pensador alemán, George Hegel (1770-1831). Hegel era un filósofo idealista, que pensaba que el mundo podía ser explicado como una manifestación o reflejo de una “mente universal” o “idea”.

Hegel observaba el mundo, no como un miembro activo de la sociedad y de la historia humana, sino como un filósofo, observando los hechos desde fuera. Se situó en una posición por encima del mundo, interpretando la historia del pen­samiento, el mundo como el mundo de las ideas, como un mundo ideal. Así, para Hegel, los problemas y las contradicciones no se plantean en términos reales, sino en términos de pensamiento, y por lo tanto sólo podían ser resueltos a través de la evolución del pensamiento mismo. En vez de que las contradicciones en la so­ciedad sean resueltas por la acción de los hombres, por la lucha de clases, la solu­ción para Hegel se encontraba en la cabeza del filósofo, en la idea absoluta.

 De todas maneras, Hegel reconoció los errores y la cortedad del viejo punto de vista mecanicista. También reconoció la falta de adecuación de la lógica formal y sentó las bases para una concepción del mundo que podría explicar las contra­dicciones a través del cambio y el movimiento.

 A pesar de que Hegel redescubrió y analizó las leyes del cambio y el movimien­to, su idealismo ponía todas las cosas en su cabeza. Esta era la lucha y la crítica que le hacían los jóvenes hegelianos dirigidos por Ludwig Feuerbach (1804-1872), que intentó corregir esta postura y colocar la filosofía con los pies en el suelo. Pero incluso Feuerbach —“la mitad de abajo de él era materialista, la mitad de arriba idealista” (Engels)— no fue capaz de limpiar totalmente el hegelianismo de su concepción idealista. Este trabajo quedó para Marx y Engels, quienes fue­ron capaces de quitar al método dialéctico el carácter místico que hasta entonces tenía.

 

La Dialéctica hegeliana fue unida al materialismo moderno para producir el en­tendimiento revolucionario que es el materialismo dialéctico.

 

¿Qué es la dialéctica?

 Hemos visto que el materialismo moderno arranca de considerar que la materia es lo primario y que la mente o las ideas son producto del cerebro.

Pero, ¿qué es el pensamiento dialéctico o la Dialéctica?  

 “La dialéctica no es más que la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento”.Engels, Anti-Dühring. 

 El método dialéctico tenía ya una larga existencia antes de que Marx y Engels lo desarrollasen científicamente como un medio de comprender el desarrollo de la sociedad humana. Los griegos antiguos produjeron algunos grandes pensado­res dialécticos, entre los que están Platón, Zenón de Elea y Aristóteles. Ya en el año 500 antes de nuestra era, Heraclito adelantaba la idea de que “todas las cosas son y no son, porque todo fluye, está cambiando constantemente, constantemente naciendo y muriendo. Es imposible sumergirse dos veces en uno e idéntico rió”.

 

Esta frase contiene ya la concepción fundamental de la Dialéctica, de que todo en la naturaleza está en un constante estado de cambio y que este cambio se pro­duce a través de una serie de contradicciones. 

 “La gran idea cardinal de que el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados y acabados, sino como un conjunto de procesos, en el que la co­sas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de géne­sis y caducidad; esta gran idea cardinal se halla ya tan arraigada desde Hegel en la conciencia habitual, que, expuesta así, en términos generales, apenas encuentra opo­sición. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra cosa es aplicarla a la realidad concreta, en todos los campos sometidos a la investigación. (...) Para la filosofía dialéctica no existe nada definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del de­venir y perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior, cuyo mero reflejo en el cerebro pensante es esta misma filosofía”.

Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. 

(CONTINUARÁ MAÑANA CON PARTE 3 DE 5). 

Fuente:  Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels.  Extracto del Cuaderno de Formación Marxista número 1.  Materialismo Dialéctico.

https://fundacionfedericoengels.net/

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