29 de septiembre de 2022

LA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS DE LA CLASE TRABAJADORA NO VENDRÁ DEL CAPITALISMO

 


Bajo la actual situación de crisis profunda del sistema burgués capitalista que avanza hacia la recesión, cualquier reivindicación por pequeña que ésta sea, choca frontalmente contra los intereses de las multinacionales capitalistas y sus agentes como son las Patronales.

“…uno de los principales “barones” regionales del PSOE, EMILIANO GARCIA-PAGE, ha hecho unas declaraciones… bastante claras y duras en contra del presidente del Gobierno y líder del PSOE PEDRO SÁNCHEZ. En las que PGE contradice el discurso que SÁNCHEZ pronunció en el Senado donde calificó de “insolvente” al líder del PP y la Oposición, ALBERTO NUÑEZ FEJÓO.  Y dice Emiliano Garcia-Page que él NO  considera que Feijóo sea un político “insolvente”, porque lo conoce desde hace tiempo y tiene buena opinión de él. Y al mismo tiempo el presidente manchego añade, en referencia a los socios del Gobierno de UP y de legislatura, ERC y BILDU, que es evidente que si seguimos con esas malas compañías habrá un castigo electoral para el PSOE”…/… Fuente: https://www.republica.com/el-manantial/2022/09/19/garcia-page-se-distancia-de-sanchez/

Estamos en contra de esas posiciones que representan el ala más derechista del PSOE y diga lo que diga GARCIA-PAGE, ninguna política de pactos, acuerdos o consensos con las organizaciones de las derechas PP y VOX, herederos claros del franquismo, pueden servir para defender los intereses de la clase trabajadora y los jóvenes que sufren la “nueva esclavitud”, por los míseros salarios que existen y la inflación galopante que deterioran el nivel de vida de las masas.

Toda persona que quiera mejorar nuestras condiciones de vida, no debe esperar con los brazos cruzados a que venga la derecha para solucionarnos nuestros problemas y menos que se pacte con los herederos del franquismo, como plantea Garcia-Page, pues esa ha sido la causa de la desaparición de la Socialdemocracia en Europa.

No ha sido nunca así y seguirá sin serlo, sino que hemos de contar con la unidad, la organización y la lucha de las izquierdas y confiar en nuestras propias fuerzas.

Solamente si nos unimos y movilizamos organizadamente, demostrando la fuerza de la mayoría que representamos la clase trabajadora y la juventud,  cada vez más explotada y oprimida, con el objetivo de derrotar a esa minoría de burgueses y sus mafias capitalistas que nos niegan un futuro digno, podremos avanzar para cambiar este modelo explotador.

En el Partido existe una corriente socio/liberal NO declarada que insiste en girar hacia la derecha, con la que Izquierda Socialista de Málaga estamos en desacuerdo porque entendemos que sólo si somos capaces de utilizar con conciencia de clase y organizadamente, nuestra inmensa fuerza en defensa de un programa auténticamente Democrático, Participativo y Ético, basado en el Socialismo Científico (*),  donde acumulemos fuerzas tanto en las urnas como en las calles, para nacionalizar la Banca, las Multinacionales, los Latifundios y los Monopolios y ponerlos a producir bajo control Democrático de los trabajadores, mediante una persona un voto,  para resolver todos los conflictos, solo de esa forma avanzaremos abriendo las puertas para la construcción de una nueva sociedad sin clases, solidaria, justa y de iguales, donde sea una realidad la oportunidad de todo ser humano a vivir dignamente.

Mientras que esa pequeña minoría de Capitalistas mafiosos siga monopolizando, acumulando e incluso evadiendo a Paraísos Fiscales, los beneficios de la producción, apropiándose de toda la riqueza creada por la clase trabajadora, robándonos las plusvalías que el esfuerzo de los asalariados produce, nunca podremos encontrar justicia, ni igualdad, ni podremos solucionar los problemas producidos por este modelo capitalista en su fase agónica de las multinacionales, que solo ofrecen la GUERRA como salida, que afectan y perjudican  a la clase trabajadora, los jóvenes y toda la humanidad.

Por tanto, hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía de izquierdas, dispuesta a combatir la corrupción y avanzar hacia una sociedad mejor, a unirse a la lucha por la nueva sociedad que necesitamos con urgencia, una sociedad que termine para siempre con la pesadilla de la miseria, el paro, la explotación y la opresión, porque la lucha es el único camino.  

¡¡NO A LOS PACTOS CON LAS DERECHAS¡¡

¡¡NO A LA GUERRA, NO AL CAPITALISMO QUE LAS PRODUCE¡¡

¡¡SI QUEREMOS PAZ Y JUSTICIA, LUCHEMOS POR EL  GENUINO SOCIALISMO¡¡

COMISIÓN PERMANENTE.

IZQUIERDA SOCIALISTA MÁLAGA.

PSOE DE ANDALUCÍA.

(*) La persona que quiera conocer el documento que defiende nuestra corriente,  puede solicitarlo gratuitamente al correo de abajo poniendo en asunto las palabras: “DECLARACIÓN POLÍTICA”. Te invitamos a que te unas al debate y a la lucha para avanzar hacia la transformación socialista de la sociedad, porque otro mundo es posible y más necesario que nunca:

ispsoeandalucia.malaga@gmail.com

(**) Cualquier comentario, aportación o crítica,  serán siembre bien recibidas y puedes enviarla al siguiente correo: ispsoeandalucia.malaga@gmail.com

 

26 de septiembre de 2022

MORENO BONILLA (P.P.) PREMIA A LOS RICOS Y CONDENA A LOS POBRES.

 


La brecha entre Ricos y Pobres sigue creciendo, estando en la cola Andalucía con un 38,7 % de la población en riesgo de pobreza, contra un 27,8 % en el Estado español, según una Encuesta de Condiciones de vida del pasado año 2021 y la situación sigue empeorando este año 2022, pues la mitad de los andaluces manifiestan en las encuestas que no pueden permitirse irse de vacaciones y muchos no llegan al final de mes con los salarios menguantes que son engullidos por la inflación galopante.

El Presidente de Andalucía (P.P.) Moreno Bonilla,  después de premiar a los Ricos, dice ahora que la Junta no tiene dinero y pide al Gobierno Central un adelanto de los fondos europeos, mientras ha aprobado ese decreto donde suprime el Impuesto de Patrimonio que pagaban los 20.000 andaluces más ricos, y que va a representar una pérdida de entre 100 y 125 millones de euros para las arcas de la CCAA, que mermará las condiciones de vida de la ciudadanía que sufrirán las cargas los más pobres que pagan I.R.P.F.

Esas medidas antisociales han caído como una bomba entre la clase trabajadora y el mundo del progreso, sobre todo en las RRSS en los últimos días, con críticas de sectores varios, de los que entresacamos un breve comentario de FACEBOOK del pasado viernes donde se explica que “beneficiar al Rico para perjudicar al Pobres es un fraude y un robo”.

        Continúa ese breve comentario comentando que “la democracia burguesa se corrompe y prostituye cada vez más, cuando el resultado de las acciones políticas de la derecha que gobiernan las Comunidades Autónomas actúan rebajando impuestos”.

“Lo ejecutan de forma injusta, pues procede del hecho de que una clase dominante fija los impuestos favoreciendo a los más ricos, mientras que los más empobrecidos y la clase trabajadora, soportan la mayor parte proporcional de las cargas impositivas”.

“Ese método, como lo han practicado en Andalucía Moreno Bonilla (PP), Díaz Ayuso (PP) en Madrid y demás dirigentes PpePperos, rompe claramente con el Principio Constitucional”.

“En realidad, ese método deja claro que las derechas favorecen a los grandes capitalistas, banqueros, multinacionales y corruptos, pues significa un robo a los más pobres que favorece y beneficia a los más ricos”.

La verborrea reaccionaria de la burguesía y sus órganos de propagada que son muy numerosos y financiados por los grandes capitales al servicio de la derecha y la ultraderecha de PP y VOX, tratan de demostrar que las condiciones objetivas históricas para el socialismo no han madurado o han fracasado, pero esa propaganda financiada por la Banca, los Monopolios y los grandes empresarios, son el producto de la mala fé o de la avaricia para seguir amasando enormes beneficios, sobreexplotando a la clase trabajadora.

En realidad, las condiciones objetivas para la transformación socialista de esta sociedad burguesa, están totalmente podridas, son injustas e insolidarias y  no solamente  podemos afirmar que están maduras, sino que se está descomponiendo.

De no realizarse pronto un giro a la izquierda de las organizaciones de izquierdas, tanto políticas como sindicales, la humanidad se verá amenazada por una catástrofe nuclear, porque la única salida que muestran los que dirigen el mundo es la guerra de las grandes potencias por la hegemonía mundial, como estamos presenciando, con la guerra de Ucrania, entre Rusia y la OTAN.

Ha llegado la hora de la reorganización del movimiento obrero desde donde surja una vanguardia potente para frenar el avance del neofascismo que representan PP y VOX, porque en última instancia, la crisis de la Humanidad se reduce a la necesidad de una dirección de izquierda firme y correcta para derrotar al capitalismo y avanzar en la tarea de desarrollar un programa basado  en el Socialismo Científico, pero con Democracia Participativa y Ética porque bajo el capitalismo no hay salida ya que bajo ese sistema vamos de mal en peor y así nunca habrá una salida digna para la Humanidad. Potenciando la Organización, la Unidad y la Lucha encontraremos el camino para transformar la sociedad.

COMISIÓN PERMANENTE.

IZQUIERDA SOCIALISTA MÁLAGA.

PSOE DE ANDALUCIA.

(*) Cualquier comentario, aportación o crítica,  serán siembre bien recibidas y puedes enviarla al siguiente correo: ispsoeandalucia.malaga@gmail.com

 

23 de septiembre de 2022

EL CAPITALISMO MATA EL PLANETA. (Parte 3 final)

  


(Recomendable leer antes la parte 1 y 2) anteriores publicada en este mismo blog)

La banca y las multinacionales mienten: el ejemplo del carbón.

El problema ha adquirido tal gravedad a ojos de la opinión pública, que numerosas multinacionales y bancos tratan de subirse al carro del ecologismo. En la última Cumbre Climática en Nueva York en torno a cien multinacionales —entre ellas grandes empresas petroleras y energéticas— así como 31 bancos —entre ellos el Banco Santander y el BBVA— firmaron el Compromiso Colectivo con la Acción Climática. Recientemente, Ana Patricia Botín, la principal banquera del Estado español, ha planteado que ella también es ecologista, y que su banco es el más “sostenible del mundo”, ya que facilitará “120.000 millones de financiación verde entre 2019 y 2025”.

La realidad, sin embargo, es bien distinta. Según un informe de 2019, mientras entre 2016 y 2018 el Banco Santander reivindicaba dedicar 69,8 millones de euros a la lucha contra el cambio climático, invertía 13.800 millones de euros en financiar a las industrias de combustibles fósiles, incluyendo proyectos de fracking, de arenas bituminosas/alquitrán o prospecciones en el Ártico.

El Banco Santander ha sido una de las entidades responsables del proceso de salida a bolsa de Aramco, ­petrolera estatal controlada por la familia real saudí, que es la empresa más contaminante y más rentable del planeta. También en septiembre de 2018 acordaba con otros dos bancos financiar con 950 millones de euros la planta termoeléctrica de carbón de Bełchatów (Polonia), la más contaminante del continente, existiendo planes para nuevos proyectos de carbón en este país: en 2019 en Opole y en 2020 en Turow.

Así se explica que la industria más contaminante del mundo, la del carbón, haya aumentado significativamente su producción durante las últimas décadas, concretamente en un 192% desde 1980, generando actualmente el 34% de la electricidad mundial. Un buen ejemplo es el de Australia, cuyo Gobierno ha aprobado extender aún más esta industria con la apertura en la región de Queens­land de la mayor mina del mundo, con una producción estimada de 28 millones de toneladas.

Incluso en Europa, abanderada de la lucha contra el carbón y el cambio climático, el peso de esta industria sigue siendo muy importante. En Polonia el 80% de la electricidad se genera mediante carbón y en Alemania el 40% mediante carbón y lignito, frente al 36% producido por las energías renovables. Desde hace varios años, la principal empresa energética alemana (RWE) —con el visto bueno del Gobierno— intenta talar la mitad del bosque de Hambach, de 12.000 años de antigüedad, para ampliar sus minas de lignito. Si aún no lo ha hecho ha sido por la resistencia activa de miles de militantes ecologistas.

Otra gran fuente de contaminación son la guerras, no solo por el propio despliegue militar, que implica millones de toneladas de emisiones de CO2 y un gasto masivo en muy poco tiempo de combustibles y recursos. Por ejemplo, el ejército de los EEUU es el mayor consumidor de petróleo del mundo y solo en 2011 emitió 56,6 millones de toneladas métricas de CO2 a la atmósfera: más que Exxon Mobile y Shell conjuntamente. Además, en Vietnam, Laos y Camboya, el ejército estadounidense envenenó la tierra con 76 millones de litros de Agente Naranja.

Bajo el capitalismo el único criterio que determina la producción es la acumulación de beneficios: “Nunca, pues, debe considerarse el valor de uso como fin ­directo del capitalista. Tampoco la ganancia aislada, sino el movimiento infatigable de la obtención de ganancias”, el “afán absoluto de enriquecimiento”.

 Al igual que el capitalista busca siempre prolongar la explotación y la jornada laboral más allá de cualquier límite físico, sometiendo a las y los trabajadores a jornadas extenuantes y antinaturales para el ser humano, también explota la naturaleza sin límites movido por la búsqueda de ganancias, independientemente de en qué estado deje el planeta a las futuras generaciones o de la necesidades de regeneración de la naturaleza.

¿Sobrepoblación?

A finales de los años 60 y principios de los 70 se publicaron dos libros: La explosión demográfica Los límites del crecimiento. Este último encargado por el elitista Club de Roma. Ambos trabajos señalaban la sobrepoblación como la causa de la degradación medioambiental.

Uno de los ejes utilizados para esta tesis es la supuesta capacidad de carga de la Tierra, es decir, cuántos seres humanos puede albergar con sus actuales recursos. Este planteamiento, que no es nuevo en la historia, olvida que dicha capacidad no es un valor absoluto sino que depende de multitud de factores variables, entre los que destacan el modo de producción y la tecnología, que a su vez interactúan críticamente con la naturaleza, su explotación y capacidad de regeneración… No existe, como afirman numerosos demógrafos y como señalaba Marx hace 150 años, una capacidad de carga definitiva de la Tierra…/…

“En la historia encontrará que la población se desarrolla en proporciones muy diferentes y que la sobrepoblación constituye igualmente una relación históricamente determinada, de ningún modo determinada por números o por el límite absoluto de la productividad de medios de subsistencia, sino por límites puestos por determinadas condiciones de producción (…) que hace de estas leyes históricas determinadas de los movimientos de la población, leyes que son, en tales circunstancias, la historia de la naturaleza del hombre; leyes naturales, pero que solo son leyes naturales del hombre en un determinado desarrollo histórico, con un determinado desarrollo de las fuerzas productivas, condicionado por su propio proceso histórico”.

Culpar a una hipotética superpoblación de la degeneración medioambiental lleva a posiciones reaccionarias y clasistas, algo que se ha expresado en sectores del movimiento ecologista.

Estos argumentos no son novedosos. Hace 200 años, Thomas Malthus ya planteaba estas ideas en sus teorías sobre la población, justificando la existencia de la pobreza y la desigualdad por la supuesta ausencia de recursos y alimentos. Malthus abogó incluso por la eliminación de las leyes de asistencia social en Inglaterra, ya que impedían la libre actuación de lo que él consideraba leyes naturales de población.

Las posiciones de Malthus no eran más que la cruda justificación burguesa de la existencia de la sociedad de clases, tal y como señaló el mismo Malthus en su primer Ensayo sobre el principio de la población: “La línea argumental de este ensayo solo se propone demostrar la necesidad de una clase de propietarios y una clase de trabajadores”.

Tanto Marx como Engels combatieron a Malthus y a sus seguidores, que trataban de justificar la pobreza y la desigualdad como una consecuencia de leyes naturales inmutables:

“Malthus, inventor de esa doctrina, afirma que la población presiona constantemente sobre los medios de sustento, que, al aumentar la producción, la población aumenta en las mismas proporciones y que la tendencia inherente a la población de crecer por encima de los límites de los medios de sustento disponibles constituye la causa de toda la miseria y de todos los males…/…Cuando hay exceso de seres humanos, los seres sobrantes, según Malthus, tienen que ser eliminados de un modo o de otro, o perecer de muerte violenta o morirse de hambre. […]

En una palabra: aplicando consecuentemente esa doctrina, deberíamos decir que la tierra se hallaba ya superpoblada cuando la habitaba un solo hombre. ¿Y cuáles son las consecuencias de esta marcha de las cosas? Que los que sobran son precisamente los pobres... Pero en ella tenemos la clave de bóveda del sistema liberal de la libertad de comercio que, al caer, arrastra consigo todo el edificio. Pues si se demuestra que la competencia [capitalista] es la causa de la miseria, de la pobreza y el crimen ¿quién se atreverá a levantar la voz en su defensa?”.

Los datos de los que disponemos en la actualidad niegan claramente esta teoría de la sobrepoblación. Incluso el crecimiento de la población en los países capitalistas más desarrollados se ha ido frenando, planteándose una perspectiva de decrecimiento demográfico…/…

Control de natalidad, racismo y colonialismo.

En la década de los cincuenta del siglo pasado, el multimillonario norteamericano Hugh Moore planteó la necesidad de impulsar campañas por el control de la natalidad y evitar “el uso que hacen los comunistas de la gente hambrienta en su búsqueda por conquistar la tierra”.

Estos planteamientos reaccionarios, nada originales, entroncaban con las tesis eugenistas que tuvieron un gran predicamento entre las élites económicas y políticas de Occidente. El eugenismo pretendía la mejora biológica de la especie humana mediante la selección de los “más aptos”. Algunos de los más notorios eugenistas fueron políticos como Theodore Roosevelt, presidente de EEUU, o Winston Churchill, primer ministro británico, que nunca ocultaron su apoyo a la segregación racial y la esterilización de los “disminuidos psíquicos”.

Por supuesto, Adolf Hitler fue el que llevó la teoría eugenista de la pureza de la raza a un nivel superior: la Ley de Esterilización de 1933 la hacía obligatoria para aquellas personas con “enfermedades hereditarias leves” o “de mente débil”, categorías difusas que incluyeron a los opositores al régimen nazi, judíos y gitanos. Entre 1933 y 1945 el régimen nazi esterilizó a cerca de 400.000 personas, muchas de las cuales acabaron finalmente en las cámaras de gas.

También el Gobierno de Indira Ghandi, durante los años setenta en la India, realizó amplias campañas de esterilización. En su punto álgido, 1975-1976, llegaron a esterilizar a ocho millones personas. Los afectados, como siempre, fueron los sectores más pobres y oprimidos de la sociedad: en el Estado de Uttar Pradesh, donde la casta de los intocables representa el 29% de la población, la esterilización alcanzó al 41% de la misma. En Bangladesh, el ofrecimiento de subsidios a cambio de someterse a la esterilización conllevó un aumento drástico de las mismas en el periodo entre cosechas, cuando mayor desempleo había en el campo.

Gobiernos occidentales como el de EEUU condicionaron las ayudas a los llamados países en vías de desarrollo a que implementaran estas políticas de esterilización, al tiempo que las practicaron con la población india nativa, latina y afroamericana o con la de Puerto Rico. En este último país, en 1968, un tercio de las mujeres en edad de procrear habían sido esterilizadas. También ocurrió en Australia con los aborígenes.

Con el desarrollo de este tipo de tesis se justifican discursos y acciones abiertamente racistas, colonialistas y xenófobas. En la edición revisada de La explosión demográfica de 1990 se señalaba que los inmigrantes “al adoptar el estilo de vida de sus países de acogida empezarán a consumir más recursos por persona y a causar un daño medioambiental desproporcionado”. Actualmente se envuelven hábilmente los argumentos malthusianos y supremacistas en el rechazo a la inmigración, planteando la necesidad de frenarla para evitar el aumento de la llamada huella ecológica.

Estos planteamientos racistas que apuntan directa o indirectamente a los países más pobres como los responsables de la crisis climática por su falta de control de la natalidad, son radicalmente falsos.

El África subsahariana, por ejemplo, con un crecimiento de la población entre 1980 y 2005 del 18,5%, ha incrementado sus emisiones de CO2 en dicho periodo solo un 2,4%. Sin embargo, en el caso de los EEUU, con un avance de la población del 3,4%, las emisiones han crecido un 12,6%.

Durante ese mismo período, los países más pobres aumentaron su población un 52,1% y sus emisiones de CO2 solo un 12,8%, mientras los más ricos lo hicieron en un 7% y sus emisiones en un 29%.

Tal y como señala el geógrafo marxista David Harvey, “si aceptamos la teoría de la sobrepoblación y de la escasez de recursos pero insistimos en mantener el modo capitalista de producción intacto, entonces el resultado inevitable serán políticas represivas, clasistas y étnicas en casa, y políticas imperialistas y neoimperialistas en el exterior”. De ahí la importancia de defender un ecologismo anticapitalista que señale a los verdaderos responsables del problema y no a sus víctimas.

¿Somos todos culpables como consumidores?

Una variante actual de los planteamientos neomalthusianos es la crítica abstracta al consumidor individual como responsable de la degradación medioambiental, sin tener en cuenta ni las diferencias de clase ni la ­forma en que se organiza bajo el capitalismo el proceso de producción y apropiación.

Recurriendo a la llamada huella ecológica, un método que carece de rigor científico, se equipara lo que puede contaminar un consumidor individual con los efectos de la extracción minera, la producción de energía, el procesamiento de alimentos o cualquier otro tipo de industria cuyo peso es absolutamente abrumador en la actividad contaminante de la sociedad.

En el caso de los desperdicios sólidos se calcula que en EEUU entre el 97% y el 99% de los mismos proceden de los procesos industriales y solo entre un 3% y un 1% se generan por los hogares. En Canadá, por ejemplo, la industria de las arenas bituminosas generó en 2008 más de 645 millones de toneladas de residuos frente a los 34 millones de toneladas producidas por todos los hogares…,/,,,

Si hablamos de la Unión Europea, y según sus propios datos de 2016, solo el 8,5% de los residuos totales correspondían a los desperdicios recogidos por los servicios municipales, que incluían a los hogares y un porcentaje importante de comercios y pequeños negocios. Mientras, solo los sectores de la construcción y de la minería representaban el 62% de todos los desperdicios generados en la UE.

El peso individual de cada consumidor resulta ínfimo en el total de los desperdicios generados, confirmándose el papel abrumador de las grandes industrias capitalistas en la contaminación y producción de residuos de todo tipo…/…

Por otro lado, el consumo indiscriminado es impulsado de forma persistente por las grandes empresas capitalistas y los grandes medios de comunicación a su servicio, a través de la inmensa industria de la publicidad y el marketing, y de técnicas de producción basadas en la obsolescencia programada que imponen una fecha de caducidad a mercancías de todo tipo.

El economista burgués John Kenneth Galbraith ya señalaba hace 50 años que la supuesta soberanía del consumidor está completamente mediatizada debido a los miles de millones de dólares invertidos en campañas publicitarias por los grandes monopolios. ¿Por qué, decía, iban a realizar dichas inversiones multimillonarias, si no se obtuviera de las mismas un efectivo retorno comercial? Actualmente, solo en EEUU se gastan más de tres billones de dólares al año en marketing.

Curiosamente, el propio concepto de obsolescencia programada fue utilizado por primera vez en 1932 durante la Gran Depresión. Bernard London, agente inmobiliario norteamericano, en su ensayo Acabar con la Depresión a través de la obsolescencia programada, señalaba la necesidad de determinar “la obsolescencia de los bienes de capital y consumo en el momento de su producción (…) el Gobierno determinará un período de vida a los zapatos, las casas y las máquinas, a todos los productos fruto de la industria, la minería y la agricultura, cuando se crean por primera vez, y se deberían vender y usar dentro de dicho plazo de existencia plenamente conocido por el consumidor. Una vez expire ese plazo, estos productos estarían legalmente ‘muertos’ y pasarían a estar controlados por la correspondiente agencia gubernamental, y destruidos en el caso de que haya un desempleo generalizado”, imponiéndose impuestos especiales a aquellos que continúen haciendo uso de los mismos. Una política, decía, que sería aplicada por el Estado en períodos de crisis y recesión.

Este plan, que puede parecer absurdo, es hoy parte del funcionamiento del capitalismo y un claro ejemplo de su ineficiencia orgánica y despilfarro…/…. Es lo que vemos actualmente en el sector de la tecnología de móviles, ordenadores, electrodomésticos, etc.; hasta el punto de que en muchas ocasiones resulta más rentable la compra de un nuevo móvil u ordenador que su reparación. Un proceso absurdo e ineficiente desde un punto de vista social, pero enormemente lógico y rentable para las grandes empresas capitalistas…/…

¿Negocios verdes?… ¡Simplemente negocios!

La soberanía del consumidor  es una auténtica entelequia, una ficción, que se plantea interesadamente para acusar a los trabajadores y la población en general del desastre ecológico y exonerar a los capitalistas —que son los que determinan qué se produce y qué se consume— de sus tremendas responsabilidades.

De hecho, numerosas multinacionales han visto en los últimos años una oportunidad de mercado en la creciente preocupación mundial por el medio ambiente, fomentando nuevas líneas de negocio en torno a productos ecológicos o al reciclaje.

Esta nueva línea de negocio ha permitido además incrementar los beneficios de muchas empresas, ya que los precios de los productos con estándares ecológicos son significativamente superiores al resto.

De hecho, el ­acceso a los mismos está delimitado por la barrera de la clase social. Los sectores más pobres quedan invariablemente excluidos y son precisamente los que padecen los mayores índices de obesidad y más problemas de salud fruto de una alimentación basada en el consumo de productos procesados y comida basura, más barata que los productos frescos y elaborados con un tiempo suficiente: algo incompatible con los actuales salarios y ritmos de trabajo.

El negocio del reciclaje no es un fenómeno reciente. A mediados de los años 50 en EEUU, ante el cre­ciente problema de qué hacer con los desperdicios, el Estado de Vermont impulsó una normativa que obligaba a producir determinados productos en recipientes reutilizables…/…

Actualmente, el 80% de todos los productos ­vendidos en EEUU son de un solo uso, el 31% de los residuos municipales son envases o paquetes y se utiliza el 3% de la energía industrial en la producción de los mismos. Ante esto, el consumidor es prácticamente impotente, ya que es ajeno a los procesos de producción y envasado. Los capitalistas prefirieren vender cien que cincuenta. El aumento descontrolado de productos desechables o de un solo uso o la obsolescencia programada permiten una obtención constante de ganancias, sin que importen los costes medioambientales que pagan sobre todo los sectores más empobrecidos de la sociedad…/…

Extracto del libro “EL CAPITALISMO MATA EL PLANETA”, escrito por Víctor Taibo Gómez-Limón.

(La persona interesada puede adquirir el libro editado por la Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels, solicitándolo en algunos de los siguientes móviles:

Córdoba: 682.276.436. Granada: 616.893.592.Huelva: 695.618.094. Málaga: 611.477.757. Sevilla: 600.700.593.Zaragoza: 640.702.406.Asturias: 686.680.720.Castilla-La Mancha: 949.201.o25.Castilla-León: 653.699.755. Cataluña: 933.248.325. Euskal Herria: 664.251.844. Extremadura: 638.771.083.Galicia: 678.420.888.Madrid: 914.280.397.País Valenciano: 685.098.482.    libreria@fundacionfedericoengels.net

 

 

 

22 de septiembre de 2022

EL CAPITALISMO MATA EL PLANETA. (Parte 2 de 3)



(Recomendable leer la parte 1 de ayer)

El dominio de la economía mundial por un puñado de grandes monopolios, ya sea en la actividad minera, petrolera, gasista o agro alimentaria, coloca el máximo lucro siempre por encima de las necesidades humanas y medioambientales.

No hay salida a esta barbarie bajo el orden actual. Las cumbres climáticas han fracasado y se han convertido en un escaparate para que las empresas más contaminantes se laven la cara ante la opinión pública.

El capitalismo verde es una completa farsa pero ayuda a aumentar la tasa de benéfico de estos poderes económicos que además reciben jugosas subvenciones públicas.

La lucha por la supervivencia ecológica es también la lucha por el socialismo, por establecer un régimen social y económico basado en una planificación democrática y respetuosa con la naturaleza de las fuerzas productivas.

“Se nos recuerda así a cada paso que en modo alguno dominamos la naturaleza como domina un conquistador a un pueblo extraño, como alguien que estuviese fuera de la naturaleza; sino que, con nuestra carne, sangre y cerebro pertenecemos a la naturaleza, existimos en medio de ella, y toda nuestra supremacía consiste en el hecho de que tenemos la ventaja, respecto a todas las demás criaturas, de ser capaces de aprender sus leyes y aplicarlas correctamente”. (Engels)

El cambio climático se ha convertido en una realidad que amenaza el futuro de la vida en el planeta. A pesar de las abrumadoras pruebas científicas, la situación no solo no ha mejorado sino que nos encontramos en el peor de los escenarios posibles, y los datos de esta degradación medioambiental se suceden confirmando las ­previsiones más catastróficas.

El aumento de la temperatura por las emisiones de gases de efecto invernadero es superior a lo previsto, habiéndose alcanzado un nuevo récord de concentración de CO2 en la atmósfera en el año 2018 sin precedentes desde hace tres millones de años, y sin que se haya logrado cumplir ni uno solo de los objetivos de reducción acordados en las distintas cumbres climáticas.

El derretimiento de los polos se acelera hasta el punto de que los expertos climáticos de la ONU ya han confirmado que la subida del nivel del mar es imparable, amenazando a una gran parte de la población mundial que vive en ciudades costeras.

Lo mismo ocurre con el retroceso de los principales glaciares montañosos, en los Andes o en el Himalaya, poniendo en peligro el suministro de agua para el consumo y la agricultura de 2.000 millones de personas. Decenas de especies de animales y plantas han desaparecido y muchas otras van en camino de hacerlo, en lo que ya se conoce como “la sexta gran extinción”.

Todos los ecosistemas, algunos tan esenciales para la vida como las selvas tropicales, se encuentran contaminados y degradados, mientras avanza la desertificación y la pérdida de tierras fértiles. El aumento de las temperaturas incrementa el riesgo de incendios e impulsa dicha desertificación en un ciclo que se retroalimenta. Esta situación, si no se revierte, implicará que el 80% del territorio del Estado español se convertirá en desierto a finales de este siglo.

El ejemplo de los masivos y virulentos incendios que han asolado el sureste de Australia ha puesto encima de la mesa lo lejos que se ha llegado. Se han quemado más de diez millones de hectáreas, una superficie superior a la de Andalucía, y han muerto mil millones de animales, entre ellos un tercio de la población de koalas. Miles de viviendas han sido arrasadas, casi treinta personas han muerto y más de 300.000 han sido evacuadas. También se han destruido ecosistemas únicos, como el de la Isla Canguro que se ha quemado en una tercera parte. Camberra se ha transformado en la ciudad más contaminada del mundo, con 5.000 microgramos de partículas tóxicas por metro cúbico de aire (más allá de 200 microgramos es nocivo para la salud).

Los océanos se mueren fruto de la acidificación por absorción de CO2, acelerando la desaparición del plancton, los corales y de gran parte de la fauna marina.  Esto, junto a la sobreexplotación de la industria pesquera, puede llevar al colapso de los hábitats marinos para el año 2050 según diversos estudios científicos. Incluso se ha determinado que hemos entrado ya en una nueva era geológica, el antropocentro, fruto de la huella ecológica dejada por la civilización industrial durante los últimos doscientos años.

La paradoja actual es que los avances científicos no solo nos permiten conocer con exactitud qué está pasando y cómo está pasando, sino también contar con los conocimientos, la técnica y los medios para poder frenar esta hecatombe. Algo que nos da una enorme ventaja respecto a otros períodos históricos, cuando el ser humano estaba sometido a los dictados de la naturaleza, ciego ante sus leyes y sus procesos.

El fracaso de las cumbres por el clima.

Los cambios en el medio ambiente no son exclusivos de nuestra época. Fenómenos como la desertificación, la degradación de la tierra, la tala masiva de bosques, o la contaminación por la extracción de minerales, los encontramos desde la aparición de las primeras civilizaciones. Como efecto de la acción del hombre sobre la naturaleza se han producido migraciones masivas en busca de nuevos recursos tras agotarlos en una determinada región, e incluso el colapso o la decadencia de civilizaciones enteras. Así lo señalaba el propio Engels en Dialéctica de la Naturaleza…/…

“Quienes desmontaron los bosques de Mesopotamia, Grecia, el Asia Menor y otras regiones para obtener tierras roturables no soñaban con que, al hacerlo, echaban las bases para el estado de desolación en que actual­mente se hallan dichos países, ya que, al talar los ­bosques, acababan con los centros de condensación y almacena­miento de la humedad. Los italianos de los Alpes que destrozaron en la vertiente meridional los bosques de pinos tan bien cuidados en la vertiente septentrional no sospechaban que, con ello, mataban de raíz la industria lechera en sus valles, y aún menos podían sospechar que, al proceder así, privaban a sus arroyos de montaña de agua durante la mayor parte del año, para que en la época de lluvias se precipitasen sobre la llanura convertidos en turbulentos ríos”…/…

Tal y como explicaron Marx y Engels en La ideología alemana, “los seres humanos mismos empiezan a distinguirse de los animales tan pronto como producen sus medios de subsistencia” y, al hacerlo, “producen indirectamente su vida material”. Este hecho marca la relación de los seres humanos con la naturaleza, ya que “lo que son coincide, en consecuencia, con su producción, con lo que producen y con cómo lo producen”. El ser humano existe transformando permanentemente la naturaleza que le rodea de cara a producir su propia existencia.

Aunque el desarrollo de la ciencia nos permite comprender en detalle los procesos que se dan en la naturaleza y el efecto de nuestra acción sobre la misma, el sistema capitalista y sus leyes impiden establecer una planificación racional y sostenible sobre la producción de mercancías, los transportes y la energía. El conjunto de la economía mundial gira en torno a un solo principio: la maximización de los beneficios privados —especialmente del gran capital financiero que domina la industria y la agricultura a gran escala— cualquiera que sea su coste ecológico y humano.

Por supuesto, esto no es el resultado de una maldición bíblica o de la inclinación de la humanidad por destruir la naturaleza, sino del desarrollo del modo de producción capitalista en su fase de decadencia imperialista. Tal y como señalaba Engels, “los capitalistas producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos (…) Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones”…/…

La negativa a ir a la raíz del problema es lo que está detrás del fracaso de todos los encuentros, conferencias y cumbres climáticas que se han celebrado desde hace más de tres décadas. En la Cumbre de Río (1992), y luego en la de Kioto (1997), se establecieron planes para comenzar a frenar la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, en 2013 dichas emisiones se habían incrementado un 61% respecto a 1990. Durante los últimos treinta años, cuando comenzaron las cumbres climáticas, se han lanzado a la atmósfera el 50% de todas las emisiones de CO2 desde el inicio de la era industrial en 1750, y solo en los últimos siete años, el 10%. Tras la Cumbre de París en 2015, que en los medios de comunicación se presentó como un paso histórico, en 2017 y 2018 se ha registrado el mayor incremento de las emisiones de CO2 de la historia…/…

Los propios objetivos de la Cumbre de París, como en  otras anteriores, estaban condicionados a los planes que voluntariamente cada país propondría a posteriori. Tras la presentación de los mismos, el resultado es un aumento crítico de la temperatura de entre 3 y 3,5º. A pesar de que EEUU se ha retirado finalmente del acuerdo de París de la mano de Trump, la ONU ya ha señalado en un informe de 2018 que menos de una tercera parte de los países firmantes están en camino de limitar sus emisiones siguiendo los objetivos fijados. Incluso esas modestas metas requerirían medidas drásticas y contundentes, empezando por la reducción de las emisiones en un 40%.  Al ritmo actual, el Banco Mundial prevé un incremento de las temperaturas de cuatro grados para finales de siglo, lo que supondría un auténtico apocalipsis medioambiental…/…

Si la situación es tan crítica, ¿por qué la reacción de los Gobiernos, las instituciones y las grandes empresas capitalistas es tan negativa? ¿Acaso el destino del planeta no nos afecta a todos, incluso a las élites? ¿Es que se niegan a escuchar a la comunidad científica? No, esa no es la cuestión. Saben muy bien la magnitud del problema desde hace mucho tiempo. Si el Gobierno norteamericano se ha retirado del acuerdo de París, no es porque no sepa que el cambio climático es una realidad, sino porque quiere que las multinacionales de su país sean más competitivas. Es una dinámica impuesta por la lógica del capitalismo…/…

El Departamento de Defensa de los EEUU y el Ejército son plenamente conscientes de la realidad del cambio climático ya bajo la Administración Trump. En él se afirma que en base a las pruebas disponibles “ya se han producido cambios significativos en el clima, que probablemente empeorarán en los próximos años”.

Otro memorándum de 2015 señalaba que el “cambio climático es una amenaza creciente y urgente para nuestra seguridad nacional, contribuyendo a incrementar los desastres naturales, la corrientes de refugiados y los conflictos sobre recursos básicos como la comida y el agua”. 

 Otro ejemplo de lo que decimos lo ilustra la actuación de Exxon Mobil, la cuarta mayor petrolera del planeta, que ya hace cuarenta años, en 1979, conocía con precisión las consecuencias de la emisión de combustibles fósiles. A finales de los 70 sus estudios señalaron que, al ritmo de producción existente en aquel momento, se llegaría en el año 2010 a una concentración de CO2 en la atmósfera de 400 partes por millón. En 2019 se alcanzó oficialmente la cifra de 415 partes por millón. A pesar de todo, Exxon, igual que otras multinacionales petroleras, decidió conscientemente ocultar dichos estudios, e invertir miles de millones en campañas negando su responsabilidad y la de la industria petrolera en el calentamiento global.

La farsa de estas cumbres y cómo son dominadas y manipuladas por las grandes multinacionales capitalistas se ha puesto en evidencia una vez más en la Cumbre del Clima de Madrid (COP25) de 2019, patrocinada por Iberdrola y Endesa../…

El caso de Iberdrola resulta sangrante, no solo porque es la octava compañía que más CO2 emitió en 2018 en el Estado español, sino porque fue condenada por la Audiencia Nacional por el uso fraudulento de subvenciones públicas —doce millones de euros— destinadas a potenciar energías renovables y que acabaron invirtiéndose a la quema de gas, es decir, a energías fósiles.

Por otro lado, Endesa fue en 2018 la empresa más contaminante del Estado español, emitiendo treinta millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, señalando el Observatorio de la Sostenibilidad que “es y será el primer emisor durante muchos años hasta que no realice una profunda transformación de sus métodos de generación eléctrica”…/…

El capitalismo no puede ser ecológico.

Tanto el Protocolo de Río, como posteriormente el de Kioto o el de París, nunca plantearon soluciones que cuestionaran la economía de libre mercado. Sus medidas encajan en la lógica del lucro capitalista, hasta hacer del cambio climático y la supuesta lucha contra el mismo nuevas formas de negocio y especulación.

Todas estas medidas solo se aplican si no afectan significativamente al comercio mundial o a los negocios de los grandes capitalistas. Numerosas emisiones han quedado excluidas de dichos protocolos, como las generadas por los grandes buques portacontenedores.

En la Unión Europea, supuesto ejemplo de responsabilidad ecológica, han quedado también excluidas las llamadas industrias vulnerables, que pueden verse afectadas por deslocalizaciones fruto del incremento de los costes para cumplir con los límites de emisiones.

Cuando algunos países europeos han reducido sus emisiones, ha sido a costa de exportar su contaminación a los denominados países “en vías de desarrollo”, donde la normativa ambiental es inexistente.

Un estudio de 2011, publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, señaló que el incremento de las emisiones a consecuencia de la producción de bienes en los países menos desarrollados, y luego consumidos en los más industrializados, era seis veces superior a la cantidad de emisiones “reducidas” en estos últimos.

Tanto los Gobiernos como las instituciones internacionales frenan cualquier medida si afecta a los intereses de los grandes monopolios capitalistas. Por tanto, los responsables de la destrucción ambiental tienen nombre y apellidos.

Según un reciente estudio de la revista Nature, solo cien multinacionales son causantes del 70% de los gases efecto invernadero, ya que concentran en sus manos el grueso de la producción mundial de materias primas. Este proceso de concentración empresarial, que da lugar a gigantes económicos más poderosos que los Estados, no ha dejado de agudizarse desde que surgió el capitalismo.

Los datos son concluyentes: cuatro multinacionales controlan el 84% del mercado de pesticidas, diez el 56% del mercado de fertilizantes, otras diez el 83% del ­merca­do farmacéutico para ganado y solo tres el 60% del mercado de semillas. En el sector de la minería, cinco acaparan el 91%, 88% y 62% de la producción mundial de platino, paladio y cobalto, y diez el 64%, 52%, 50% y 45% de la producción de níquel, hierro, cobre y zinc respectivamente, así como el 34% y 30% de la de plata y oro. El 72% de las reservas de petróleo y el 51% de las de gas están en manos de diez grandes compañías, mientras que otras tantas producen el 30% del cemento mundial. También son diez las que acaparan el 25% de toda la producción de papel y cartón, y trece las que concentran entre el 11% y el 16% de la pesca y entre el 20% y el 40% de las ­reservas pesqueras. Cinco compañías controlan el 90% del comercio mundial de aceite de palma, otras tres el 60% de la producción de cacao, diez el 40% de la producción de café, ocho el 54% de la producción de soja, tres el 42% de la producción de plátano y cinco el 48% de la producción de salmón.

Solo expropiando y nacionalizando estas grandes empresas, y adoptando un plan socialista controlado democráticamente, la economía podría organizarse de manera plenamente ecológica y sostenible…/…

 (Continuará mañana con la parte 3 FINAL)

Extracto del libro “EL CAPITALISMO MATA EL PLANETA”, escrito por Víctor Taibo Gómez-Limón.

(La persona interesada puede adquirir el libro editado por la Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels, solicitándolo en algunos de los siguientes móviles: :

Córdoba: 682.276.436. Granada: 616.893.592.Huelva: 695.618.094. Málaga: 611.477.757. Sevilla: 600.700.593.Zaragoza: 640.702.406.Asturias: 686.680.720.Castilla-La Mancha: 949.201.o25.Castilla-León: 653.699.755. Cataluña: 933.248.325. Euskal Herria: 664.251.844. Extremadura: 638.771.083.Galicia: 678.420.888.Madrid: 914.280.397.País Valenciano: 685.098.482.    libreria@fundacionfedericoengels.net