(Recomendable leer las partes 1, 2 y 3)
Parte 4 de hoy: Capítulos….
11.- La necesidad de una dirección revolucionaria.
12.-
El Frente Popular
…/…””Las
nuevas directrices políticas de Stalin, a las que el PCE y el resto de los
partidos comunistas prestaron obediencia, eran muy claras: supeditar la acción
revolucionaria del proletariado a la defensa de la legalidad republicana, o lo
que es lo mismo, a la defensa de la democracia burguesa. Este nuevo giro de la
política estalinista representaba una ruptura decisiva con los principios de la
política leninista sobre la revolución socialista y su lucha contra la política
de colaboración de clases.
Los estalinistas sancionaban una
vergonzosa regresión a los viejos esquemas del reformismo socialdemócrata. Pero
una cosa eran los esquemas políticos de los dirigentes estalinistas y otra muy
diferente la realidad tozuda de la lucha de clases como habían demostrado los
ejemplos de Alemania y Austria: el fascismo, que veía llegar su turno porque
los mecanismos de la “democracia parlamentaria” no eran suficientes para
garantizar el poder y los beneficios de la clase capitalista, solo podía ser
derrotado con los métodos y la estrategia de la revolución socialista.
El programa del Frente Popular recogía
reivindicaciones democráticas fundamentales, como la amnistía y la readmisión
de los despedidos tras la insurrección del 34, pero ataba de pies y manos a la
clase obrera.
Los partidos republicanos rechazaron
expresamente cualquier mención a la nacionalización de la tierra y su entrega a
los campesinos y, por supuesto, a la nacionalización de la banca y el control
obrero en la industria.
También se negaron a establecer el
subsidio de paro solicitado por los partidos de izquierda. En definitiva, se
reeditaban los presupuestos políticos que habían guiado la acción del gobierno
de conjunción republicano socialista del primer bienio, y que habían asfaltado
el camino para que la CEDA triunfase.
Todavía hoy se justifica la política del
Frente Popular en la necesidad de evitar que las capas medias giraran hacia la
reacción. Pero no había terreno para salidas intermedias ante una crisis social
tan profunda: o la clase obrera se hacía con el poder político y económico, o
el capital movilizaría sus reservas sociales y militares para aplastar durante
décadas a los trabajadores y sus organizaciones.
En su texto Adónde va Francia, escrito
en octubre de 1934, Trotsky analiza este fenómeno en detalle: “...Los pequeños
burgueses desesperados ven en el fascismo, ante todo, una fuerza combativa
contra el gran capital, y creen que el fascismo, a diferencia de los partidos
obreros que trabajan solamente con la lengua, utilizará los puños para imponer
más ‘justicia’. (...) Es falso, tres veces falso, afirmar que en la actualidad
la pequeña burguesía no se dirige a los partidos obreros porque teme a las
‘medidas extremas’. Por el contrario: la capa inferior de la pequeña burguesía,
sus grandes masas no ven en los partidos obreros más que máquinas
parlamentarias, no creen en su fuerza, no los creen capaces de luchar, no creen
que esta vez estén dispuestos a llegar hasta el final (…) Para atraer a su lado
a la pequeña burguesía, el proletariado debe ganar su confianza (…) necesita
tener un programa de acción claro y estar dispuesto a luchar por el poder por
todos los medios posibles…” (3).
11.- La necesidad de una dirección
revolucionaria.
El Frente Popular (FP) fue apoyado
entusiastamente por los trabajadores en cada rincón del país. Sin embargo, no
todos los componentes del FP veían el futuro de la misma manera: “Con toda mi
alma”, hablaba confidencialmente Manuel Azaña el 14 de febrero a Ossorio y
Gallardo, “quisiera una votación lucidísima, pero de ninguna manera ganar las
elecciones. De todas las soluciones que se pueden esperar, la del triunfo es la
que más me aterra”.
El triunfo de las listas del FP fue tan
arrollador que muchos líderes reaccionarios como Lerroux o Romanones perdieron
su acta de diputado. No obstante, como ocurriera en las elecciones de junio de
1931, sorprende que de los 257 diputados del Frente Popular 162 tuvieran
filiación republicana.
Los partidos obreros cedieron a los
republicanos burgueses un protagonismo en las listas que nunca merecieron. En
cualquier caso, el proceso de la revolución socialista encontró en las
elecciones de febrero de 1936 un cauce poderoso para expresarse.
12.- El Frente Popular.
"El Frente Popular fue apoyado
entusiastamente por los trabajadores en cada rincón del país. Sin embargo, no
todos los componentes del Frente Popular veían el futuro de la misma
manera"
Aprendiendo de las lecciones del bienio
republicano-socialista, las masas no aguardaron a la acción “legislativa” del
parlamento o del gobierno para imponer sus reivindicaciones. A través de la
acción directa revolucionaria asaltaron las cárceles y liberaron a los presos.
Entre febrero y julio de 1936 se
organizaron más de 113 huelgas generales y 228 huelgas parciales en las
ciudades y pueblos de toda España. En las ciudades, los comités de acción
UGT-CNT ocupaban fábricas y empresas y lograban imponer a los burgueses la
readmisión de los despedidos. La situación en el campo se desbordó: “Los
campesinos pasaron rápidamente a la acción”, escribe Manuel Tuñón de Lara,
“(...) En las provincias de Toledo, Salamanca, Madrid, Sevilla, etc., ocuparon
grandes fincas desde los primeros días de marzo y se pusieron a trabajarlas
bajo la dirección de sus organizaciones sindicales. Una vez que ocupaban las
tierras, lo comunicaban al Ministerio de Agricultura para que legalizase su
situación. Este movimiento culminó el 25 de marzo con la ocupación de fincas
realizada al mismo tiempo por ochenta mil campesinos en las provincias de
Badajoz y Cáceres...”.
La situación revolucionaria maduraba con
rapidez., El doble poder empezaba a emerger; por una parte, las instituciones
de la república burguesa —cada vez más impotentes en la tarea de frenar la lucha
de las masas— eran abandonadas por los sectores decisivos de la clase dominante
que se preparaban para un golpe militar fascista.
Por otro, el tremendo poder del
proletariado y el campesinado, que empujaba a sus organizaciones hacia una
salida revolucionaria y que tenía su exponente más radical en la izquierda
caballerista del PSOE, la UGT y las JJSS, y en las organizaciones
anarcosindicalistas.
Las condiciones objetivas para el
triunfo de la revolución social estaban plenamente maduras; pero el factor subjetivo,
es decir, el de una dirección revolucionaria consecuente, todavía no.
Si el PSOE o el PCE hubieran tenido una
política marxista, auténticamente socialista, basada en un programa
revolucionario que plantease abiertamente la toma del poder; si los dirigentes
obreros hubiesen defendido la nacionalización de las fábricas y la banca bajo
control democrático de los trabajadores; la expropiación de los terratenientes
y la entrega de la tierra a los campesinos para su explotación; la formación de
consejos de obreros y campesinos para ejercer el control y la democracia
política; el derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas y la independencia para las
colonias (especialmente Marruecos)...
En definitiva, si hubieran defendido un
programa como el de Lenin y los bolcheviques en 1917, habrían encontrado el
respaldo unánime de la clase obrera y de los jornaleros, de la mayoría
aplastante de la población, conjurando la amenaza del fascismo…/…
(Continuará mañana con la Pate 5 final).
Capìtulos…
13.- Revolución y contrarrevolución
14.-
Azaña.
15.- ¡¡NO PASARAN¡¡
Nota
(3): León Trotsky, Adónde va Francia, Fundación Federico Engels, Madrid 2006,
págs. 35-36.
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