(Recomendable leer antes partes 1 y 2).
Capítulos
de la Parte 3 de hoy)
6.-
La respuesta del movimiento obrero y jornalero.
7.- Casas Viejas.
8.-
La lucha contra la amenaza fascista.
9.-
LA CEDA.
10.-
De nuevo la colaboración de clases.
…/…“”Ante
el incremento de la conflictividad laboral y las ocupaciones de tierras, el
gobierno republicano-socialista aprobó, el 21 de octubre de 1931, la Ley de
defensa de la República que incluía la prohibición de promover huelgas
políticas y todas aquellas que no hubieran seguido el procedimiento del arbitraje.
Bajo el paraguas de esta ley los mandos de la Guardia Civil se emplearon a
fondo en el asesinato de cientos de campesinos y trabajadores; posteriormente
sería utilizada por la derecha durante el bienio negro para reprimir con saña
al movimiento revolucionario de octubre de 1934.
5.- En cuanto a la cuestión nacional y
las colonias, el gobierno de coalición republicano-socialista concedió a
Catalunya una autonomía muy restringida, pero se negó el estatuto de autonomía
a Euskadi con el pretexto de no fomentar el nacionalismo vasco, cuyo carácter
reaccionario y clerical era evidente. Obviamente, la posición gubernamental
ante la cuestión nacional reflejaba, una vez más, las cesiones al nacionalismo
español, y no evitó que el PNV recurriera a un discurso demagógico para
aumentar su influencia. Por otra parte, el gobierno republicano-socialista
siguió gobernando Marruecos como antes había hecho la monarquía: como una
potencia colonialista.
6.- La respuesta del movimiento obrero y
jornalero.
La incapacidad de los líderes
republicanos y socialistas para satisfacer las demandas de tierra, trabajo y
salarios dignos —incompatibles con el mantenimiento de las relaciones
capitalistas de propiedad—, y sus concesiones a los poderes fácticos, se tradujeron
en un constante y violento enfrentamiento con el proletariado urbano y el
movimiento jornalero.
Para las masas que habían protagonizado
el movimiento revolucionario que derrocó a la monarquía, el advenimiento de la
República tenía que significar una solución a sus terribles condiciones de
vida.
La represión tuvo escenarios
sangrientos: Castilblanco, Arnedo, Castellar de Santiago, Casas Viejas, Espera,
Yeste... en todos ellos los guardias de asalto y la guardia civil fueron
utilizados, por orden gubernamental, para defender la propiedad terrateniente
asesinando a decenas de campesinos.
Las huelgas obreras también se
recrudecieron y fueron acompañadas de una profunda desilusión de las masas. Las
esperanzas depositadas en la República, la confianza en que los ministros
socialistas realizarían reformas progresivas, que las medidas del gobierno
abrirían nuevos horizontes para la vida de millones de personas, se
convirtieron en frustración, rabia y luchas de gran envergadura.
Las huelgas generales se extendieron:
Pasajes, los mineros asturianos, en Málaga, Sevilla, Granada, en la Telefónica…
y una gran mayoría terminaron como en el campo: con decenas de trabajadores
muertos.
7.- Casas Viejas.
"La
represión tuvo escenarios sangrientos, en los que guardias de asalto guardia
civil fueron utilizados para defender la propiedad terrateniente"
La deriva represiva del gobierno de
conjunción era el resultado inevitable de sus posiciones políticas y su
negativa a depurar el aparato del Estado. En palabras de Julián Casanova:
“Utilizaron los mismos mecanismos de represión que los de la Monarquía y no
rompieron ‘la relación directa existente entre la militarización del orden
público y politización de sectores militares’.
El poder militar siguió ocupando una buena
parte de los órganos de administración civil del Estado, desde las jefaturas de
policía, Guardia Civil y de Asalto, hasta la Dirección General de Seguridad,
pasando incluso por algunos gobiernos civiles. Sanjurjo, Mola, Cabanellas,
Muñoz Grandes, Queipo de Llano o Franco, protagonistas del golpe de Estado de
1936, constituyen buenas muestras de esa conexión en los años treinta, como lo
habían sido Pavía y Martínez Campos en 1873.
La subordinación y entrega del orden
público al poder militar comenzó desde la misma proclamación de la República.
El 16 de abril llegaba Cabanellas a Sevilla para ponerse al mando de la
Capitanía General de la 2ª Región Militar y declaró el estado de guerra.
Mantenido inicialmente durante casi dos meses, sirvió para clausurar todos los
centros obreros de la CNT, dirigidos, según declaraba el general en un Bando
del 22 de mayo, ‘por una minoría de audaces e indocumentados, muchos de ellos
antiguos pistoleros, profesionales de la revuelta y del desorden, que en la
época de dictadura fueron modelo de mansedumbre y contención’ (...) Ese tono
despreciativo y amenazante con los sindicalistas y socialistas era muy típico
de los militares encargados de dirigir la represión de los conflictos sociales”
(2).
Cuando el presidente de la República
disolvió las Cortes y fueron convocadas nuevas elecciones para noviembre de
1933, la reacción de derechas había reconquistado una parte importante del
terreno perdido el 14 de abril, especialmente entre las capas medias urbanas y
sectores atrasados del campesinado.
Agazapada ante los primeros embates de
las masas, la derecha empezó a levantar cabeza, como demostró el intento de
golpe de Estado del general Sanjurjo en agosto de 1932. Entre la burguesía
española empezaba a tomar fuerza una salida política similar a la que se estaba
desarrollando en Alemania. El peligro del fascismo se concretaba.
8.- La lucha contra la amenaza fascista.
Con una diferencia de varias decenas de
miles de votos a su favor, los radicales de derechas de Lerroux junto a la CEDA
de Gil Robles se hicieron con la mayoría de diputados en el Parlamento.
A partir de ese momento la burguesía
realizó una amplia labor contrarrevolucionaria endureciendo la legislación
laboral, aumentando la represión contra las organizaciones obreras,
especialmente contra la CNT y la UGT, y enfrentando militar y policialmente el
movimiento huelguístico. El poder de los terratenientes se fortaleció.
En definitiva, la burguesía buscó una
salida fascista a la crisis social siguiendo los pasos del triunfo de Hitler en
1933 y de Dollfuss en 1934.
Pero la tensión de los acontecimientos
obraba también en otra dirección: acelerando la radicalización de las masas y
de sus organizaciones.
El surgimiento de la izquierda
socialista liderada por Largo Caballero, con una gran influencia en la UGT
—especialmente en su federación campesina— y en las Juventudes Socialistas, era
la prueba más acabada de este proceso.
La reacción del movimiento obrero ante
el peligro fascista no se hico esperar: la formación de las Alianzas Obreras,
un intento de frente único proletario, constituyó un ejemplo inédito en la Europa de los años treinta.
La izquierda estaba dispuesta a la lucha
antes de dejarse aplastar por el fascismo, y así, la entrada de dirigentes
cedistas al gobierno de Lerroux desató la insurrección proletaria de octubre de
1934.
Sin el levantamiento revolucionario del
proletariado asturiano, muy probablemente se hubiera impuesto un Estado de
corte fascista utilizando la maquinaria del parlamentarismo burgués.
9.- LA CEDA.
"Con la CEDA, la burguesía buscaba
una salida fascista a la crisis social siguiendo los pasos del triunfo de
Hitler en 1933 y de Dollfuss en 1934"
La represión contra la Comuna asturiana
a manos de los futuros jefes militares del golpe del 18 de julio fue terrible.
Cerca de dos mil muertos en los combates, cientos de fusilados, miles de
detenidos y torturados, a los que sumar decenas de miles de trabajadores
represaliados y despedidos de sus trabajos.
Las organizaciones obreras tuvieron que
pasar a la clandestinidad, mientras que la burguesía acabó por sacar las
lecciones últimas de los acontecimientos.
Octubre del 34 demostró que no era
posible acabar con el movimiento de las masas a través de la represión “legal”
que las leyes republicanas permitían. Se necesitaba aplastar a sus
organizaciones y su capacidad de resistencia. Era necesario imponer el terror
blanco hasta sus últimas consecuencias.
10.- De nuevo la colaboración de clases.
Tras el fracaso de la derecha para
estabilizar su gobierno, las cortes fueron disueltas y se convocaron elecciones
para el 16 de febrero de 1936. Los dirigentes reformistas del PSOE y de la UGT,
especialmente Indalecio Prieto y Julián Besteiro, conectaron inmediatamente con
las propuestas de los líderes del PCE para conformar un Frente Popular de cara
a las elecciones de febrero…/…
(Continuará
mañana con
Parte 4). Capitulos siguiente:
11.- La necesidad de una dirección revolucionaria.
12.-
El Frente Popular
Nota (2): Julián Casanova, De la calle al frente. El
anarcosindicalismo en España (1921-1939), Editorial Crítica, Barcelona 1997,
pp. 20-21.
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