11 de mayo de 2022

LA REPÚBLICA DE LOS TRABAJADORES. (Parte 3)

 


(Recomendable leer antes partes 1 y 2).

Capítulos de la Parte 3 de hoy)

6.- La respuesta del movimiento obrero y jornalero.

7.- Casas Viejas.

8.- La lucha contra la amenaza fascista.

9.- LA CEDA.

10.- De nuevo la colaboración de clases.

      …/…“”Ante el incremento de la conflictividad laboral y las ocupaciones de tierras, el gobierno republicano-socialista aprobó, el 21 de octubre de 1931, la Ley de defensa de la República que incluía la prohibición de promover huelgas políticas y todas aquellas que no hubieran seguido el procedimiento del arbitraje. Bajo el paraguas de esta ley los mandos de la Guardia Civil se emplearon a fondo en el asesinato de cientos de campesinos y trabajadores; posteriormente sería utilizada por la derecha durante el bienio negro para reprimir con saña al movimiento revolucionario de octubre de 1934.

5.- En cuanto a la cuestión nacional y las colonias, el gobierno de coalición republicano-socialista concedió a Catalunya una autonomía muy restringida, pero se negó el estatuto de autonomía a Euskadi con el pretexto de no fomentar el nacionalismo vasco, cuyo carácter reaccionario y clerical era evidente. Obviamente, la posición gubernamental ante la cuestión nacional reflejaba, una vez más, las cesiones al nacionalismo español, y no evitó que el PNV recurriera a un discurso demagógico para aumentar su influencia. Por otra parte, el gobierno republicano-socialista siguió gobernando Marruecos como antes había hecho la monarquía: como una potencia colonialista.

 

6.- La respuesta del movimiento obrero y jornalero.

La incapacidad de los líderes republicanos y socialistas para satisfacer las demandas de tierra, trabajo y salarios dignos —incompatibles con el mantenimiento de las relaciones capitalistas de propiedad—, y sus concesiones a los poderes fácticos, se tradujeron en un constante y violento enfrentamiento con el proletariado urbano y el movimiento jornalero.

Para las masas que habían protagonizado el movimiento revolucionario que derrocó a la monarquía, el advenimiento de la República tenía que significar una solución a sus terribles condiciones de vida.

La represión tuvo escenarios sangrientos: Castilblanco, Arnedo, Castellar de Santiago, Casas Viejas, Espera, Yeste... en todos ellos los guardias de asalto y la guardia civil fueron utilizados, por orden gubernamental, para defender la propiedad terrateniente asesinando a decenas de campesinos.

Las huelgas obreras también se recrudecieron y fueron acompañadas de una profunda desilusión de las masas. Las esperanzas depositadas en la República, la confianza en que los ministros socialistas realizarían reformas progresivas, que las medidas del gobierno abrirían nuevos horizontes para la vida de millones de personas, se convirtieron en frustración, rabia y luchas de gran envergadura.

Las huelgas generales se extendieron: Pasajes, los mineros asturianos, en Málaga, Sevilla, Granada, en la Telefónica… y una gran mayoría terminaron como en el campo: con decenas de trabajadores muertos.

 

7.- Casas Viejas.

      "La represión tuvo escenarios sangrientos, en los que guardias de asalto guardia civil fueron utilizados para defender la propiedad terrateniente"

La deriva represiva del gobierno de conjunción era el resultado inevitable de sus posiciones políticas y su negativa a depurar el aparato del Estado. En palabras de Julián Casanova: “Utilizaron los mismos mecanismos de represión que los de la Monarquía y no rompieron ‘la relación directa existente entre la militarización del orden público y politización de sectores militares’.

El poder militar siguió ocupando una buena parte de los órganos de administración civil del Estado, desde las jefaturas de policía, Guardia Civil y de Asalto, hasta la Dirección General de Seguridad, pasando incluso por algunos gobiernos civiles. Sanjurjo, Mola, Cabanellas, Muñoz Grandes, Queipo de Llano o Franco, protagonistas del golpe de Estado de 1936, constituyen buenas muestras de esa conexión en los años treinta, como lo habían sido Pavía y Martínez Campos en 1873.

La subordinación y entrega del orden público al poder militar comenzó desde la misma proclamación de la República. El 16 de abril llegaba Cabanellas a Sevilla para ponerse al mando de la Capitanía General de la 2ª Región Militar y declaró el estado de guerra. Mantenido inicialmente durante casi dos meses, sirvió para clausurar todos los centros obreros de la CNT, dirigidos, según declaraba el general en un Bando del 22 de mayo, ‘por una minoría de audaces e indocumentados, muchos de ellos antiguos pistoleros, profesionales de la revuelta y del desorden, que en la época de dictadura fueron modelo de mansedumbre y contención’ (...) Ese tono despreciativo y amenazante con los sindicalistas y socialistas era muy típico de los militares encargados de dirigir la represión de los conflictos sociales” (2).

Cuando el presidente de la República disolvió las Cortes y fueron convocadas nuevas elecciones para noviembre de 1933, la reacción de derechas había reconquistado una parte importante del terreno perdido el 14 de abril, especialmente entre las capas medias urbanas y sectores atrasados del campesinado.

Agazapada ante los primeros embates de las masas, la derecha empezó a levantar cabeza, como demostró el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo en agosto de 1932. Entre la burguesía española empezaba a tomar fuerza una salida política similar a la que se estaba desarrollando en Alemania. El peligro del fascismo se concretaba.

 

8.- La lucha contra la amenaza fascista.

Con una diferencia de varias decenas de miles de votos a su favor, los radicales de derechas de Lerroux junto a la CEDA de Gil Robles se hicieron con la mayoría de diputados en el Parlamento.

A partir de ese momento la burguesía realizó una amplia labor contrarrevolucionaria endureciendo la legislación laboral, aumentando la represión contra las organizaciones obreras, especialmente contra la CNT y la UGT, y enfrentando militar y policialmente el movimiento huelguístico. El poder de los terratenientes se fortaleció.

En definitiva, la burguesía buscó una salida fascista a la crisis social siguiendo los pasos del triunfo de Hitler en 1933 y de Dollfuss en 1934.

Pero la tensión de los acontecimientos obraba también en otra dirección: acelerando la radicalización de las masas y de sus organizaciones.

El surgimiento de la izquierda socialista liderada por Largo Caballero, con una gran influencia en la UGT —especialmente en su federación campesina— y en las Juventudes Socialistas, era la prueba más acabada de este proceso.

La reacción del movimiento obrero ante el peligro fascista no se hico esperar: la formación de las Alianzas Obreras, un intento de frente único proletario, constituyó un ejemplo inédito  en la Europa de los años treinta.

La izquierda estaba dispuesta a la lucha antes de dejarse aplastar por el fascismo, y así, la entrada de dirigentes cedistas al gobierno de Lerroux desató la insurrección proletaria de octubre de 1934.

Sin el levantamiento revolucionario del proletariado asturiano, muy probablemente se hubiera impuesto un Estado de corte fascista utilizando la maquinaria del parlamentarismo burgués.

 

9.- LA CEDA.

"Con la CEDA, la burguesía buscaba una salida fascista a la crisis social siguiendo los pasos del triunfo de Hitler en 1933 y de Dollfuss en 1934"

La represión contra la Comuna asturiana a manos de los futuros jefes militares del golpe del 18 de julio fue terrible. Cerca de dos mil muertos en los combates, cientos de fusilados, miles de detenidos y torturados, a los que sumar decenas de miles de trabajadores represaliados y despedidos de sus trabajos.

Las organizaciones obreras tuvieron que pasar a la clandestinidad, mientras que la burguesía acabó por sacar las lecciones últimas de los acontecimientos.

Octubre del 34 demostró que no era posible acabar con el movimiento de las masas a través de la represión “legal” que las leyes republicanas permitían. Se necesitaba aplastar a sus organizaciones y su capacidad de resistencia. Era necesario imponer el terror blanco hasta sus últimas consecuencias.

 

10.- De nuevo la colaboración de clases.

Tras el fracaso de la derecha para estabilizar su gobierno, las cortes fueron disueltas y se convocaron elecciones para el 16 de febrero de 1936. Los dirigentes reformistas del PSOE y de la UGT, especialmente Indalecio Prieto y Julián Besteiro, conectaron inmediatamente con las propuestas de los líderes del PCE para conformar un Frente Popular de cara a las elecciones de febrero…/…

(Continuará mañana con

 

Parte 4). Capitulos siguiente:

11.- La necesidad de una dirección revolucionaria.

12.- El Frente Popular

(*)Fuente: https://www.fundacionfedericoengels.net/index.php/2-uncategorised/20-85-anos-del-14-de-abril-revolucion-social-y-segunda-republica

Nota (2):  Julián Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1921-1939), Editorial Crítica, Barcelona 1997, pp. 20-21.

 

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