(Recomendable leer primero la Parte 1)
de ayer.
Capítulos de hoy:
4.-
Gobierno Republicano-Socialista.
5.- La Iglesia.
…/…“”Enfrentados
a una potente clase obrera y jornalera, la burguesía contaba con firmes aliados
en el clero y el ejército. En 1931, según datos obtenidos de una encuesta
elaborada por el gobierno, existían 35.000 sacerdotes, 36.569 frailes y 8.396
monjas que habitaban en 2.919 conventos y 763 monasterios. En total, el número
de personas que se englobaba en la calificación profesional de “culto y clero”
dentro del censo general de población de 1930 era de 136.181. El mantenimiento
de este auténtico ejército de sotanas consumía una parte muy importante de la
plusvalía extraída a la clase obrera y al campesinado. La Iglesia era un
auténtico poder económico: según datos del Ministerio de Justicia de 1931, la
Iglesia poseía 11.921 fincas rurales, 7.828 urbanas y 4.192 censos.
En cuanto al Ejército, estaba formado
por 198 generales, 16.926 jefes y oficiales, y 105.000 soldados de tropa. Los
oficiales, seleccionados cuidadosamente de los medios burgueses y monárquicos
jugaban un papel protagonista en los acontecimientos políticos desde el siglo
XIX, y eran la espina dorsal del aparato del Estado burgués que los empleaba
sistemáticamente en labores de represión del movimiento revolucionario y en las
aventuras colonialistas en el norte de África.
Cuando el gobierno de conjunción
republicano-socialista salido de las elecciones de junio de 1931 intentó poner
en práctica sus promesas electorales, pronto se dio de bruces contra la
realidad del capitalismo español. Su proyecto de reformas democráticas,
manteniendo intacta la estructura social y económica del régimen burgués,
fracasaron mayoritariamente. Finalmente se plegó a las exigencias de la clase
dominante y se enfrentó duramente a su propia base social, reprimiendo con
dureza las movilizaciones obreras y jornaleras en los años siguientes.
4.- Gobierno Republicano-Socialista.
"Cuando
el gobierno de conjunción republicano-socialista salido de las elecciones de
junio de 1931 intentó poner en práctica sus promesas electorales, pronto se dio
de bruces contra la realidad del capitalismo español"
Este fracaso general se puede sintetizar
en los siguientes puntos:
1.- La depuración del ejército. El
ministro de la Guerra, Manuel Azaña, aprobó toda una serie de disposiciones
legales para el retiro de algunos mandos desafectos garantizando su paga de por
vida; pero la mayoría de los militares de carrera, vinculados a la dictadura de
Primo de Rivera y a la monarquía, y con un historial reaccionario acreditado,
permanecieron en sus puestos. El gobierno no depuró el aparato militar y policial
de estos elementos, al contrario, premió y promocionó a los viejos oficiales de
la monarquía —como Francisco Franco— a las posiciones más altas del escalafón
militar, mientras que marginaba a los militares leales a la república.
2.- Las relaciones Iglesia-Estado. La
cuestión de la financiación estatal de las actividades de la Iglesia católica y
los límites al monopolio clerical de la educación fueron una prueba de fuego
para el gobierno. Haciendo honor a su extracción de clase, los reconocidos reaccionarios
y republicanos de última hora, Alcalá Zamora —presidente de la República— y
Miguel Maura —ministro de Gobernación—presentaron su dimisión en señal de
protesta durante la redacción de la nueva constitución republicana que
pretendía poner coto, muy tímidamente, al poder eclesiástico.
La enseñanza constituyó otro gran frente
de batalla con la Iglesia. El mantenimiento del monopolio clerical de la
educación había arrojado un saldo de atraso e ignorancia: en 1931 la tasa de
analfabetismo del país superaba el 40%. En la primera semana de mayo de 1931,
el gobierno de conjunción suprimió la obligatoriedad de la enseñanza de la
religión. A finales de ese mismo mes, para luchar contra el analfabetismo, se
puso en marcha el proyecto cultural de las misiones pedagógicas. Pero la
estrella de las reformas fue el ambicioso decreto del 23 de junio de 1931, que
aprobó la creación de 7.000 nuevas plazas de maestro y otras tantas nuevas
escuelas, como parte de un plan quinquenal con el que se pretendía paliar el
déficit educativo repartiendo más de 27.000 escuelas por toda la geografía. Sin
embargo, todos estos proyectos quedaron muy cercenados. La construcción de las
miles de escuelas prevista en el primer bienio sólo se llevó a cabo
parcialmente debido a la escasez de recursos de las arcas municipales y al
boicot de los caciques de siempre. Posteriormente, el gobierno derechista del
bienio negro arrinconó definitivamente estos planes, permitiendo de nuevo a la
jerarquía católica disfrutar de un amplio control sobre el sistema educativo y
anulando cualquier medida reformista contra su poder económico. En cualquier
caso, muchos de los avances educativos del periodo republicano fueron el
resultado del esfuerzo abnegado de las organizaciones obreras y de sus
militantes más comprometidos. Los ateneos libertarios, las casas del pueblo o
las misiones pedagógicas se convirtieron en importantes centros de cultura en
miles de localidades.
5.- LA IGLESIA:
"La
enseñanza constituyó otro gran frente de batalla con la Iglesia. El mantenimiento
del monopolio clerical de la educación había arrojado un saldo de atraso e
ignorancia"
3.- La reforma agraria. La Ley aprobada
finalmente en 1932, después de proyectos a cada cual más descafeinado y
constantes concesiones a los terratenientes y a los partidos de la derecha en
el parlamento, establecía un Instituto de Reforma Agraria encargado de realizar
el censo de tierras sujetas a expropiación mediante el pago de indemnización.
Este sistema tenía por base la “declaración” hecha por los grandes propietarios
agrarios, lo cual era una confesión del carácter extremadamente limitado de la
reforma. El proyecto, además, obviaba el problema de los arrendamientos, que
esclavizaba a los pequeños campesinos a las tierras del amo en Castilla la
Vieja, Extremadura y otras zonas.
La reforma agraria del gobierno Azaña
fue un fiasco en toda regla. “En 1933, ciento veinte años después de que las
Cortes de Cádiz aprobasen las primeras leyes desamortizadoras —escribe Edward
Malefakis— la aristocracia continuaba siendo una importante clase
terrateniente. Sus propiedades que en su mayor parte eran cultivables (...)
representaban más de medio millón de hectáreas en las seis provincias
latifundistas estudiadas (Badajoz, Cáceres, Cádiz, Córdoba, Sevilla y Toledo) (...)
La nobleza poseía de una sexta a una octava
parte de toda la tierra incluida en el Registro de Badajoz, Córdoba y Sevilla.
En Cádiz y Cáceres la nobleza debía controlar algo así como la cuarta parte de
las tierras incluidas en el Registro”. Y continúa: “A finales de 1933,
solamente había instalados 4.399 campesinos en 24.203 hectáreas. No había una
sola provincia en la que se hubiese distribuido una extensión suficiente de
tierras como para alterar significativamente la estructura social agraria existente.
El Estado se había apropiado de 20.133 hectáreas más, propiedad de los
participantes en el levantamiento de Sanjurjo, por la ley de 24 de agosto de
1932, pero en ellas se asentaron incluso menos colonos” (1).
4.- Los derechos democráticos. Las
promesas de poner fin a todo el entramado de leyes reaccionarias heredadas del
régimen monárquico, y garantizar de libertad de expresión, de reunión y de
huelga habían sido fundamentales para ganar el apoyo de las masas del campo y
la ciudad a la causa republicana. Pronto se vio que el gobierno
republicano-socialista no estaba dispuesto a llevar en este terreno ninguna
política audaz.
El derecho a huelga se siguió rigiendo
por la ley de 1909 y tan sólo se modificó parcialmente con el decreto del 27 de
noviembre de 1931, limitando seriamente el derecho a la huelga al establecer
que los Jurados Mixtos, que sustituían a los comités paritarios creados por la Dictadura, fueran encargados de intentar la
conciliación antes de que se declarase una huelga. Fue un arma legal para
reprimir a los sindicatos más combativos, especialmente a los encuadrados en la
CNT, aunque también se utilizó contra las huelgas campesinas lideradas por los
sectores cada vez más radicalizados de la FNTT (Federación Nacional de
Trabajadores de la Tierra de la UGT)…/…
(Continuará mañana con la parte 3)
Capitulos
de la Parte 3)
6.-
La respuesta del movimiento obrero y jornalero.
7.- Casas Viejas.
8.-
La lucha contra la amenaza fascista.
9.-
LA CEDA.
10.-
De nuevo la colaboración de clases.
Nota:
(1). Edward Malefakis, Reforma agraria y revolución campesina en la España del
siglo XX, Ed. Ariel, Barcelona, 1976, pp. 92 y 325.
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