Las elecciones municipales y autonómicas
han supuesto una victoria rotunda para la derecha arrojando un resultado devastador
para la izquierda parlamentaria y gubernamental. La magnitud de la derrota es
tal que, a unas horas de conocerse los resultados, Pedro Sánchez anunciaba que
adelantaba las elecciones generales al 23 de julio, disolviendo las Cortes y
dando por finiquitado el Gobierno PSOE-UP.
En estos casi cuatro años de coalición
entre la socialdemocracia tradicional, Podemos e Izquierda Unida, una
experiencia sin precedentes desde 1936, los hechos han hablado: la extrema
derecha se ha fortalecido, el partido fundado por Pablo Iglesias está en riesgo
de desaparición naufragando en la marginalidad electoral, y millones de
trabajadores han sido duramente golpeados en su moral y se encuentran muy
desorientados ante la magnitud del desastre. Es hora, por tanto, de explicar
seriamente y sin maquillajes propagandísticos las causas que nos han llevado a
esta situación y cómo se puede salir de este hoyo.
Las
tendencias de fondo explican estos resultados
Al convocar elecciones generales Pedro
Sánchez busca minimizar las consecuencias de este tsunami y desviar el foco de
atención a una imprescindible movilización electoral que evite la llegada del
PP y Vox a La Moncloa. Fuerza también a Yolanda Díaz y Podemos a fraguar un
acuerdo a toda pastilla para intentar salvar los muebles. Pero esta decisión
también sirve para eliminar de la agenda inmediata cualquier tipo de reflexión
crítica que vaya a la raíz del problema. De nuevo el viejo argumento: dejaros
de discutir, hay que ser prácticos, todavía estamos a tiempo ¡Unidad para
frenar a la derecha que es lo que importa! Pero si los mismos errores que nos
han llevado a esta situación se repiten, los resultados serán muy similares.
En estos casi
cuatro años de coalición entre la socialdemocracia tradicional, Podemos e
Izquierda Unida, la extrema derecha se ha fortalecido, Podemos está en riesgo
de desaparición y millones de trabajadores, golpeados en su moral, están
desorientados.
Hay que pensar sí, porque solo
reflexionando y rectificando los errores cometidos se puede rearmar a miles de
activistas y establecer una estrategia política que sirva para frenar a la
extrema derecha. Estas elecciones han certificado el fin de un ciclo político
que se abrió con el 15-M de 2011, y que dio lugar a la mayor oleada de
movilizaciones y rebelión social desde la Transición. Una sacudida que puso en
cuestión los cimientos del régimen del 78 y del capitalismo, alumbrando a una
fuerza política de masas a la izquierda del PSOE que pudo haber “tomado el
cielo por asalto”. Pero en lugar de lucha de clases, Pablo Iglesias y sus
colaboradores más estrechos optaron por la colaboración de clases, y pensaron
que entrando en el Gobierno de la mano del PSOE iban a cambiar, a golpe de BOE,
la vida de la gente. La apuesta por la gestión “progresista” del capitalismo ha
salido pero que muy mal.
El 28M ha puesto encima de la mesa el
profundo desencanto, escepticismo y frustración con el Gobierno de coalición,
con su paz social y esa propaganda hueca con la que han encubierto toda la
legislatura. Los tímidos, escasos y pobres avances conseguidos en algunos
terrenos, como el incremento del SMI o la Ley Trans, no pueden ocultar que los
que han salido beneficiados con su gestión gubernamental han sido la patronal y
las grandes empresas del IBEX35. Esta es la razón de fondo que ha hecho crecer
la abstención entre la juventud y las familias trabajadoras, y ha favorecido la
demagogia reaccionaria del PP y Vox. Hablaremos de todo ello más adelante.
Los datos no dejan lugar a dudas. Con una
participación muy similar a la de 2019, el PP de Feijóo y Ayuso ganan con
holgura las elecciones municipales obteniendo 7.054.887 votos, un 31,53%, lo
que supone 1.900.159 votos más que en las elecciones de 2019 (5.154.728 y el
22,62%). Unos resultados a los que hay que sumar el crecimiento espectacular de
Vox, que casi duplica sus apoyos y pasa de 812.804 votos (el 3,56%) a 1.608.401
(el 7,19%), y de 530 a 1.695 concejales. En total, y teniendo en cuenta la
sangría de Ciudadanos que pierde 1.687.367 votos, el bloque de la reacción alcanza
9.123.111 papeletas, un millón más que en las municipales de 2019.
La derecha barre en prácticamente todas
las grandes ciudades, a excepción de las de Catalunya, Euskal Herria y Galicia.
El PP logra mayoría absoluta en Madrid, donde Almeida duplica sus sufragios
hasta los 729.302, el 44,50%, pero donde también avanza Vox que obtiene 148.658
votos (24.406 más que en 2019) pasando del 7,63% al 9,07%. La derecha en el
Ayuntamiento de la capital obtiene el 56,46%, 94.893 votos más que en los
anteriores comicios.
La derecha también recupera uno de los
pocos “Ayuntamientos del cambio” que aún quedaban, el de Valencia, donde tanto
el PP como Vox casi duplican sus resultados: el PP pasa de 84.328 votos (el
21,75%) a 151.482 (el 36,62%), 67.154 más; y Vox de 28.126 (el 7,25%) a 52.695
(el 12,74%), un incremento de 24.569.
En Zaragoza, donde ya gobernaba la
derecha, amplía su ventaja contundentemente: Vox duplica sus votos, del 6,15%
(20.392 votos) al 12,36% (41.061 votos), y el PP pasa del 21,67% (71.818) al
37,88% (125.751).
El PP humilla al PSOE en las capitales
andaluzas, y recupera con mayoría absoluta ciudades hasta ahora gobernadas por
la izquierda como Sevilla, Cádiz o Granada, y junto a Vox hace lo mismo en
Palma de Mallorca, Logroño, Valladolid, o un feudo de la izquierda como Gijón
donde el triunfo de la derecha es abrumador.
En cuanto a los resultados autonómicos, el
PP gana prácticamente todas las Comunidades Autónomas en manos de la izquierda:
mayoría absoluta en La Rioja, y mayoría junto a Vox en la Comunidad Valenciana,
Islas Baleares, Aragón, Cantabria y Extremadura. El PSOE solo conservaría y por
muy poco, por un diputado, Asturias y Castilla La Mancha, necesitaría de la
derechista Coalición Canaria para continuar gobernando en Canarias. Solo
gobernaría cómodamente en Navarra.
Ayuso sale
muy reforzada como referente del PP a nivel estatal y envalentonada en sus
planteamientos ultraderechistas que resultan completamente indiferenciables de
Vox.
En la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso bate
sus propias marcas y logra una contundente mayoría absoluta con 1.586.985
votos, el 47,34%, consolidando los avances que ya obtuvo en 2021 a costa de
Vox, que pierde 85.455 votos cayendo hasta los 245.215 (330.660 en 2021) y
pasando de un 9,13% a un 7,31%.
Ayuso sale muy reforzada como referente
del PP a nivel estatal y envalentonada en sus planteamientos ultraderechistas
que resultan completamente indiferenciables de Vox. Su discurso conecta
con miles de pequeños y medianos empresarios que están haciendo jugosos negocios
con el turismo y en el sector servicios a costa de una devaluación salarial y
la precariedad laboral más salvaje, y con el giro hacia la extrema derecha de
amplios sectores de las capas medias en defensa del orden, la propiedad y el
nacionalismo españolista, que tan bien ha cultivado el PSOE en estos años.
Los patéticos intentos de algunos medios
de comunicación y tertulianos señalando que estos resultados pueden catapultar
a un PP moderado encabezado por Feijóo resultan ridículos. Ayuso, como Vox,
representan una tendencia que vemos en todo el mundo, en EEUU con Trump, en
Brasil con Bolsonaro, o en Francia o Italia con Le Pen o Meloni. Una tendencia
creciente hacia la más oscura reacción, con elementos cada vez más propios del
fascismo que, como ocurrió en los años 30, resultan de un contexto de crisis
económica aguda, desigualdad imparable y descomposición social, y del
estruendoso fracaso de la izquierda reformista convertida en el doctor
democrático de un capitalismo depredador e imperialista.
Dura
caída del PSOE y catástrofe en Podemos.
La sangría que sufre la izquierda
gubernamental es muy dura. El PSOE obtiene en las elecciones municipales el
28,12% de los votos (6.291.812) frente al 29,38% de 2019 (6.695.553). Pierde
406.646 y 1,26 puntos, una caída que sin ser dramática le ha llevado a perder
feudos tradicionales, y que obviamente ha tenido muy en cuenta Pedro Sánchez a
la hora de adelantar elecciones con la mira puesta en que el voto útil de la izquierda
se concentre en el PSOE.
Sin duda los resultados más devastadores
son para Podemos y sus socios, que quedan fuera del Ayuntamiento y de la
Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento de Valencia y de la Comunitat Valenciana,
del Parlamento de Canarias y del de Castilla La Mancha, y obtienen resultados
marginales en numerosos consistorios donde antes contaban con una fuerza
relevante. Podemos e IU, que iban coaligados en 10 de las 12 Comunidades en que
se presentaban, retroceden 49 escaños a 18 en los parlamentos autonómicos y
pierden cientos de concejales.
Las candidaturas impulsadas por Podemos,
Izquierda Unida, Compromís y Más Madrid, pasan de 2.704.318 votos (10,43%) en
2019, a 1.753.999 (7,78%) en 2023, una caída de 950.000 votos. En total el
bloque de la izquierda obtiene 8 millones de votos, 1,3 millones menos que en
2019.
En el caso de Más Madrid los datos son
bastante desastrosos, a pesar del optimismo, jolgorio y sonrisas de Rita
Maestre y Mónica García. Aunque resiste en la Comunidad, sufre una autentica
debacle en el Ayuntamiento donde pierde cerca de la mitad de sus apoyos: de
503.990 votos (30,94%) pasa a 313.205 (19,11%), casi 200.000 papeletas y 12
puntos menos. En el caso del Ayuntamiento de Valencia gobernado por Joan Ribó,
y que recupera la derecha, Acord per Guanyar (Compromís) pierde 7.273 votos…/…
(CONTINUARÁ CON LA PARTE 2 DE 3)
(*)
EDITORIAL DEL PERIÓDICO “EL MILITANTE” NÚMERO 371 DE JUNIO DE 2023.
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