Las elecciones regionales celebradas en Francia, dan en su primera vuelta, una derrota fulminante a la política reaccionaria que está llevando a cabo el Gobierno de la Derecha encabezado por Sarkozy. Después de la última derrota del Partido Socialista de Francia (PSF)a manos de la derecha, de nuevo la izquierda se recupera y derrota a la burguesía, siendo de todos los grupos el PSF el que más se beneficia del giro a la izquierda de la clase trabajadora.
No obstante hay que resaltar que el verdadero sector ganador es LA ABSTENCIÖN, pues solamente la mitad de los ciudadanos han ido a ejercer el derecho al voto, es decir que 23 millones de franceses han demostrado su descontento NO votando. Según las encuestas ese descontento es principalmente entre los más pobres, los jubilados, los parados y las clases más desfavorecidas, que acusan más pronto los ataques que la derecha en toda Europa está llevando a cabo contra los intereses de la clase trabajadora.
La polarización en líneas de clases, entre derechas e izquierdas, se agudiza, como demuestra la subida del Frente Nacional (FN) y también del Partido Comunista de Francia (PCF) y otros partidos a su izquierda que conquistan avances importantes en relación a las elecciones europeas del pasado junio, con lo que un cierto número de “encuestas” que anunciaban la desaparición de los comunistas se ha demostrado en ellas, la manipulación que las fuerzas de la derecha, que las dominan, han ejercido en sus trucados resultados.
En distintas regiones, no podemos negar que los resultados del Frente Nacional, representante de la extrema derecha fascista, son importantes y demuestra el peligro que representa el crecimiento de ese sector político tan peligroso para el movimiento obrero. Pero la realidad es que el movimiento hacia la izquierda de la clase obrera se ha expresado mayoritariamente en el voto al Partido Socialista de Francia (PSF), lo que demuestra una vez más la importancia de entender esa Ley Histórica de que, cuando las masas quieren derrotar a los partidos derechistas como el que representa Sarkozy, lo hacen cortándoles el paso a la derecha y votando socialismo. Sobre todo, cuando se demuestra una vez más que el PCF no ofrece un programa que sea lo suficientemente distinto y atractivo para las masas, sino un reformismo un poco más a la izquierda del que ofrece el PSF.
En cuanto a la nueva coalición “ultraizquierdista” que apareció hace un par de años, en la que se integró la Liga Comunista Revolucionaria(LCR), donde sus dirigentes hacían campaña con unos objetivos de superar a la izquierda reformista, creyendo que los trabajadores iban a volverle las espaldas a sus partidos tradicionales, y les votarían a ellos masivamente, han tenido que reconocer que sus perspectivas eran erróneas, que la clase trabajadora no abandona tan fácilmente a sus direcciones reformistas, por muy mal que lo hagan, e intentan siempre como primera fórmulas, cambiarlas, para luego, (y solamente en procesos revolucionarios agudos), buscar a la desesperada otras fuerzas que defienden por métodos distintos a los reformistas un programa de transformación social.
Esa amalgama “ultraizquierdista”, que de forma oportunista buscaron abrirse a la sociedad, intentando pescar en el caladero de votos del PSF y del PCF, lo que consiguieron es rebajar sus programas en ese gran conglomerado ideológico de militantes que se creen “muy marxistas”, donde se reunieron con los anarquistas, algunos ecologistas, y otros grupúsculos de extraños pelajes de extracción más o menos pequeño-burguesa, que son en realidad ratones de bibliotecas y que no convencen ni a sus propias familias.
Desde Izquierda Socialista siempre hemos explicado que esos grupúsculos, en el fondo, sirven como colaboradores necesarios de la derecha, pues les restan votos a los partidos mayoritarios y asustan a la clase con esa mezcla de radicalismo y sectarismo, creando confusión política entre la clase obrera y sobre la base de una táctica errónea y una estrategia incorrecta, lo que provocan siempre es divisiones y crisis que lastran al movimiento obrero y lo maleducan.
Cuando existe una creciente e inevitable polarización política, debido a los efectos que provoca la recesión económica sobre la clase trabajadora, en los momentos en los que las clases sociales se preparan en Europa, (como vemos los inicios en Grecia con 3 huelgas generales en un mes), para grandes enfrentamientos, las divisiones entre el movimiento sindical y político provocado por esos aventureros son nefastos, porque es hora de llamar a la clase trabajadora a la reorganización y a la unidad, creando o fortaleciendo corrientes, pero en el seno de los sindicatos y partidos de izquierdas, preparando nuevos cuadros y nuevos programas para cuando la clase trabajadora decida exigir un relevo, tanto en los programas como en las direcciones tener una alternativa preparada.
Sabemos que la ficción de mantener un cierto equilibrio entre las clases es una aspiración legítima de la socialdemocracia, que no entienden que esa posición se ha convertido ya en una verdadera utopía, debido a la debacle del capitalismo, que los arrastra hundiéndoles en su caída profunda, porque vimos cómo cuando Ségolène Royal y otros dirigentes socialistas franceses les tendieron la mano a François Bayrou, en las anteriores elecciones, que aparecía muy a la derecha, hicieron perder al PSF metiéndoles en una profunda crisis, castigados por los trabajadores, que, ante la virulencia de la Derecha Francesa, les levantan ahora el castigo intentando salir del pozo por la fuerza de los votos de los trabajadores, que empiezan a perdonar sus errores, como demuestras los últimos resultados de las elecciones del pasado fin de semana, donde los socialistas con sus aliados, obtienen un 29,48 % de los votos, siendo la opción más votada en 13 regiones, mientras que el UMP y los suyos, sólo ganan en 8 regiones y obtienen un 26,18 % de los votos escrutados, siendo la tercera fuerza la Europa Ecologista que se alza con un 12,47 % de respaldo. Los resultados casi definitivos, demuestran una abstención del 53,64 %, más de la mitad de los votantes y un 11,6 % votaron al F.N. de Le Pen. Si en la segunda vuelta, se sumaran los votos de la izquierda, ésta podría obtener más de un 42 % y derrotarían limpiamente a la burguesía reaccionaria, que sumando sus votos, salvo sorpresas, obtendrían un 37 %.
Asi que, si no existen sorpresas ni accidentes que distorsionen los resultados, la victoria de la izquierda en la segunda vuelta puede salir fortalecida y sobre todo, puede acelerar el proceso molecular de toma de conciencia de las masas, comprendiendo la necesidad de la clase asalariada de prepararse para la lucha que se presenta larga y costosa, contra la política de ataques sociales que está llevando a cabo Sarkozy, que es similar a la que plantean todos los partidos que intentan salir de la crisis a costa de los intereses de los trabajadores.
Esas políticas de las derechas se van a ir acelerando bajo la presión de las condiciones de la recesión, cuya salida será muy traumática todavía para las clases más desfavorecidas, por lo que es necesario preparar las fuerzas del movimiento obrero para rechazar esos ataques con el único arma que tenemos la clase trabajadora; la lucha obrera, unitaria y bien organizada, que es lo único que sirve para echar hacia atrás los intentos de recortes de nuestros derechos y los insistentes ataques a nuestras conquistas hasta dejarnos en los huesos, tanto en Francia, Grecia y demás países, donde se ponen en marcha políticas de recortes similares que tenemos la obligación de rechazar, mediante las manifestaciones y las huelgas.
Como dice el refrán, “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”, así que la obligación de todo dirigente de izquierdas, tanto en el ámbito sindical como en el político, es llamar a la movilización general de los trabajadores, reorganizarnos y armarnos políticamente para preparar una defensa firme contra los intentos de los capitalistas de cargar la crisis sobre nuestras espaldas. Es preciso luchar por preparar una verdadera alternativa al capitalismo, porque ahora es más necesario que nunca tener la perspectiva de defender un auténtico programa socialista que ponga las bases para la transformación de la sociedad, porque bajo el capitalismo, a largo plazo, no hay salida para la humanidad. Otro mundo es posible, pero con el Socialismo, tanto en Europa como en el resto del Planeta.
AREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A.
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15 de marzo de 2010
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