A pesar de todos los intentos por
ocultarlo, los países capitalistas avanzados siguen atravesando por grandes
dificultades, con el acelerado proceso de concentración de capitales, cada vez
en menos manos, extendiendo la pobreza mundial hasta límites increíbles.
EEUU, con una tasa de crecimiento del 2,1%
en 2022, mantiene con encefalograma plano el consumo doméstico y la inversión
productiva. La evolución de PIB de la Eurozona ha sido descendente desde el 1º /Trimestre que crecía al 5,5%, el 2ºT/ el 4,3 %, el 3ºT/ el 2,3 % y el 4ºT cayó
a un raquítico 1,9 %.
Las perspectivas para 2023 no suponen un
cambio fundamental. El Banco Mundial ha publicado su informe bianual
“Perspectivas Económicas Mundiales”, en el ha recortado en 1,3 puntos
porcentuales sus estimaciones de crecimiento del PIB global hasta situarlo en
el 1,7% para 2023.
A estos datos hay que sumar otras noticias
realmente preocupantes: la perturbación terrible del conflicto bélico entre
Rusia y la OTAN, que afecta principalmente a Europa pero con unos efectos
desestabilizadores para los llamados países empobrecidos.
La realidad es bastante tozuda y la
ralentización y el peligro de la recesión e incluso de la estanflación, dominan
las economías de la mayoría de los países, que empiezan a estar lastrados por
montañas de deuda pública, (algunas serán impagables), lo que podrían provocar nuevas
y poderosas turbulencias que se dibujan ya en el horizonte, tanto si se prolonga
la guerra de Ucrania, como si acabara pronto, que es lo que están exigiendo ya
un número creciente de ciudadanos en todo el planeta.
¿Lograrán
los capitalistas con las intervenciones de la Banca de los Estados, reactivar
la economía?
A pesar de sus brutales inyecciones
económicas ininterrumpidas, la clase
dominante no ha logrado romper con la dinámica descendente y recuperar el
equilibrio, ni tampoco han sido capaces
de conseguir propiciar una recuperación sólida en ningún país decisivo, sino
más bien lo contrario, hundiendo en la miseria a los países menos favorecidos.
Algunos estrategas se dan cuenta y
denuncian que el mayor error es haber sido incapaces con toda su gran cantidad
de diplomáticos y asesores políticos de evitar el colapso generalizado que
provoca la guerra de Ucrania.
La Reserva Federal de EEUU movilizó para reflotar el sector financiero cientos
de miles de millones de dólares con el resultado de crear una montaña de deudas
crónicas inasumibles por los Estados. Han subido los tipos de interés para intentar
frenar la inflación y proteger su divisa. Hubo un cambio brusco el 15 de
Diciembre de 2022, cuando el Banco Central subió los tipos de interés un 0,5 %
más, hasta llegar al 4,25 % que está
ahogando a los que tienen hipotecas.
En 2022 la tasa de ahorro personal en
EEUU se ha desplomado hasta el 5,1 %, cuando hace un año se encontraba en el
26,6 %. Los estadounidenses tiran de sus ahorros para contrarrestar el aumento
de los precios y el empobrecimiento de las masas es brutal.
Según datos oficiales, la deuda pública
estadounidense ronda actualmente los 30 Billones de dólares. En la Eurozona, la
dinámica es similar, pues la deuda pública marcó un nuevo récord en el 2ºTrimestre de 2022, alcanzando un
volumen por primera vez de los 12 Billones de euros. La Deuda Pública española
ha crecido en el 3ºTrimestre 2022 en 28.431 millones de euros y se sitúa en
1.503.799 millones lo que representa un 115,6 % del Producto Interior Bruto.
Esos datos anteriores demuestran que a
pesar de toda el galimatías de sus teóricos, sean reformistas o sean de
derechas, con la intervención del Estado en la economía, no pueden alterar a
largo plazo, las leyes básicas del modelo capitalista ni las contradicciones
que se acumulan entre los bloques imperialistas.
Recordemos que durante las décadas posteriores
a la Segunda Guerra Mundial, cuando existía la amenaza de la revolución europea
y se consolidaron regímenes estalinistas en la URSS, Europa del este y China,
en países como Francia o Gran Bretaña el Estado se hizo con el control de ramas
productivas que el capital privado consideraba poco rentables.
Estos sectores estatalizados (minas,
acero, ferrocarriles, construcción, etc.) favorecieron y robustecieron la
recuperación suministrando materias primas y transporte a precios baratos; pero
el factor clave del auge de posguerra no fue este, sino el aumento de la
inversión de capital, el desarrollo de numerosas ramas productivas, la
expansión del comercio mundial y una nueva división internacional del trabajo.
En la actual fase de declive del capitalismo,
el Estado también está siendo utilizado como una poderosa palanca. Los
programas de salvamento del sistema financiero a costa del crecimiento de la
deuda pública, recortes sociales y reformas laborales, los descuentos fiscales del IVA y las ayudas a los grandes empresarios, junto a los
intentos de privatizaciones de los servicios públicos con la consiguiente
destrucción de empleo, también representan una descarada intervención estatal
en el “libre mercado” y “la competencia” que ya no existen, pues han quedado
estranguladas por las grandes Potencias Monopolísticas.
Sin embargo, pese a todo este derroche de
recursos públicos favorables a los capitalistas nunca quieren reconocer, que la
clase burguesa dominante no ha sido capaz de revertir de manera sustancial la
dinámica descendente del ciclo económico.
No les ha servido la jugada de suplir la
inversión de capital privado, que pensaban que era imprescindible para la
recuperación capitalista, que sigue maltrecha, tres años después del Covid, que
junto con el Volcán y la Guerra, se les adjudican las responsabilidades de
estos desastres y muy lejos de conjurarse las tendencias especulativas, las
burbujas y el capital ficticio vuelven por sus fueros.
De acuerdo con algunas escuelas de
economistas teóricos y analistas que practican el materialistas dialécticos
para los análisis de la economía, el
sistema capitalista no se caracteriza sólo por la periódica recurrencia de los
ciclos, de otra manera la historia sería una repetición compleja y no un
desarrollo dinámico.
Los ciclos comerciales e industriales
son de diferente carácter en diferentes períodos. La principal diferencia entre
ellos está determinada por las interrelaciones cuantitativas entre el período
de crisis y el de auge de cada ciclo considerado. Épocas enteras de desarrollo
capitalista existen cuando un cierto número de ciclos están caracterizados por
auges agudamente delineados y crisis débiles y de corta vida.
Como resultado, obtenemos un agudo
movimiento ascendente de la curva básica del desarrollo capitalista. Obtenemos
épocas de estancamiento cuando esta curva, aunque pasando a través de parciales
oscilaciones cíclicas, permanece aproximadamente en el mismo nivel durante
décadas. Y finalmente, durante ciertos períodos históricos, la curva básica,
aunque pasando como siempre a través de oscilaciones cíclicas, se inclina hacia
abajo en su conjunto, señalando la declinación de las fuerzas productivas.
La naturaleza de la época actual
corresponde a ese último periodo de decadencia general del modo de producción
capitalista, donde las recuperaciones son débiles, cortas en el tiempo y no
restauran el nivel de fuerzas productivas destruidas en el periodo de
contracción; por el contrario, las fases de recesión se prolongan y se hacen
muy profundas.
Es un grave peligro, que los economistas
capitalistas se niegan a reconocer, aunque cada vez es más evidente, que la
concentración de los capitales cada vez en menos manos, produce una desigualdad
mundial creciente que cuesta vidas de millones y millones de habitantes.
Por tanto, la mayor concentración del
capital financiero con el dominio monopolista de los mercados es uno de los
signos más destacados de las crisis capitalistas que cada vez son más profundas
y dañinas para la humanidad.
El engaño, la charlatanería y el
desparpajo con el que hablan sobre control del sector bancario por los
lumbreras de Europa, como el Señor De Guindo junto a los jefes de las primeras
entidades financieras siguen creciendo pues según un estudio, solo un pequeño
grupo de en torno a 150 grandes corporaciones trasnacionales, controlan en la
práctica la economía global.
Oxfam Intermón ha hecho público su
informe anual: “El él se indica que la nueva riqueza mundial generada entre
diciembre de 2019 y el de 2021 ascendió a 42 billones de dólares. De ella, el 1
% más rico acaparó 26 Billones y 16 billones fueron a parar al 99 % restante.
Por cada dólar de nueva riqueza global que percibe una persona perteneciente al
90 % más pobre de la humanidad, un Milmillonario se embolsa 1,7 millones. Y
continúa: Al menos 1.700 millones de trabajadores viven en países donde el
crecimiento de la inflación se sitúa por encima del de los salarios y más de
800 millones en todo el mundo (aproximadamente una de cada diez) pasan hambre”.
(a)
(Continuará mañana con la Parte 2)
COMISIÓN PERMANENTE.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA.
PSOE DE ANDALUCÍA.
Ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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