El desarrollo del mercado mundial en su
fase imperialista multinacional, ha
entrado en descomposición cayendo brutalmente el PIB mundial y continúa
acelerando su tendencia al monopolio, junto al empobrecimiento general de las
masas.
La producción a escala planetaria se ha derrumbado
y nos enfrentamos a un estancamiento, pese a que hubo en los decenios
anteriores un aumento enorme de la productividad del trabajo, desarrollo de la
técnica, la ciencia, la robótica y los nuevos adelantos tecnológicos.
La economía se encuentra frenada por la
concentración de la propiedad privada de los medios de producción, el comercio
y el transporte muy globalizados, polarizado en manos del 1% de los Super Ricos
que controlan en torno al 90% de las
riquezas y la brecha entre Ricos y Pobres es escandalosa.
La enorme concentración de
riquezas cada vez en menos manos junto a las fronteras nacionales, eran frenos
relativos al comercio mundial y ahora, en esta recesión, se han convertido en frenos absolutos que el
sistema imperialista/capitalista no podrá resolver si continúan insistiendo con
ese modelo caduco del liberalismo, que ha colapsado.
Por otra parte, frente a esa
enorme maquinaria que solo se mantiene con la acumulación de riquezas y la
creación de dinero ficticio que se convierte en Deudas Perpetuas, en el otro
polo, vemos las desigualdades y la pobreza en la que se ven afectadas más de
3.600 millones de personas que representan más del 50 % de la población mundial
y que reciben menos del 10 % de las rentas totales del planeta.
Según un “informe de la FAO
de julio de 2020, el hambre en el mundo está aumentando desde 2014 y afecta ya
a 690 millones de personas”
El capitalismo demostró ya
en la crisis económica de 2007/8, que había cumplido su misión histórica, pero
a base de expandir los créditos que dispararon las Deudas y déficits públicos y
privados, se proporcionó artificialmente
un nuevo caudal de recursos monetarios.
La mayoría de ellos dinero fiduciario sin respaldo real, con
la trampa de darle a la maquinita de hacer billetes que más temprano o tarde,
se convierte en inflación o Deudas Públicas que son impagables por las masas
empobrecidas.
Aquella crisis se intentó
superar con esos mecanismos, pero antes de restaurar las constantes vitales al
nivel de la pre/crisis, surgió una nueva desaceleración económica en 2020, que
junto con la Pandemia, ha arrastrado al sistema a una profunda recesión.
El anterior “aparente
repunte y salida”, se consiguió cubrir con el falso velo de la apariencia, pues
todavía aquel frenazo no representó el colapso absoluto causado en esta
recesión, con el derrumbe de los mercados, sino que era relativo, pero esta
recesión viene perjudicada también por la guerra de los mercados que desató
Trump con su modelo del “naZionalismo económico”.
Las crisis son ahora
estructurales y tienen sus causas en el subconsumo, pues la demanda global de los productos puestos
en el mercado mundial, es inferior a la oferta global de la producción lanzada
a los mercados.
El poder adquisitivo de los
consumidores, que en su inmensa mayoría
son trabajadores y pobres, pierden cada vez una relativa capacidad de compras
por la extracción de plusvalías que realiza el capitalista, agravada por los ataques y recortes
salariales, aplicados por los gobiernos mundiales (aquí iniciado por Rajoy y su
pandilla), para intentar estabilizar la
tasa de ganancia, intentando salir de la
crisis, pero esa contradicción no puede ser salvada definitivamente en líneas
capitalistas, pues produjo un empobrecimiento de la población preparando otra crisis
más profundas, como vemos ahora.
Las actuales crisis estructurales del modelo
Capitalista, se reflejan en el hecho de que las fuerzas productivas no pueden aumentar
al mismo ritmo creciente del pasado y al cabo de 8 a 11 años, llega una nueva
crisis de onda media y cada 40 a 50 años vienen las crisis de onda larga, donde
todo se desestabiliza, con convulsiones bursátiles, no alcanzando el nivel
conseguido antes de la crisis anterior, lo que indica la decadencia senil del
capitalismo mafioso, que ha perdido su esencia de la “competencia”, estrangulada
por los grandes consorcios y multinacionales.
Pongamos el ejemplo del IBEX-35 que poco
antes de la crisis de 2008 el índice estaba en torno a los 16.000 puntos y
ahora, al cierre del 18-3-21 estaba en 8.624,50 puntos, lo que indica que está todavía situado en
torno al 53 % por debajo del límite máximo alcanzado en la fecha mencionada de
2008, pese a los trucos, las mentiras y la demagogia que utilizan los banqueros
y los inversores bursátiles.
Analizando la Deuda Pública del Estado
vemos que al cierre del ejercicio económico de 2007 la Deuda del Estado era de
384.000 millones de euros. La Deuda Pública creció en el cuarto trimestre de
2020, en 3.213 millones de euros y se sitúa en 1 BILLON 311.298 MILLONES, lo
que supone que la Deuda alcanzó el 117,08 % del P.I.B.
El ciclo de producción capitalista actual,
con la grave recesión en la que hemos entrado, está tomando ahora una nueva
curva descendente, aunque digan lo contrario esos “insignes” defensores de la
burguesía capitalista, para no alarmar a los inversores.
Se han terminado los largos auges del
pasado, donde cada boom era más elevado que el anterior, pero en la actualidad
ocurre todo lo contrario.
Ahora veremos repuntes más bien
raquíticos seguidos por recesiones y estancamientos largos con un claro peligro
de que la economía se enfrente en el horizonte a una depresión.
Pero una recesión no puede continuar
indefinidamente descomponiendo y deteriorando las condiciones de vida y de
trabajo de las masas sin dar soluciones a los problemas del paro, la desigualdad
y las tensiones de los conflictos territoriales nacionalistas sin que se
produzcan luchas sociales y cambios bruscos y repentinos en la toma de
conciencia de las masas.
La recesión actual es muy complicada
pues es Económico-Sanitaria, Política, Social, Cultura, e incluso
Medioambiental, con una brutal caída de la producción en 2020, en torno al 11 %
y en líneas capitalistas no podrá recuperarse, por lo que es imprescindible que
las fuerzas de las izquierdas exploren una salida favorable a las clases menos
favorecidas o nos podrían llevar al caos.
El paro será crónico y creciente, por lo
que el modelo actual es inviable, agravado por la introducción de la robótica y
demás adelantos técnicos, sustituyendo mano de obra por máquinas, que modifican
las crisis anteriores donde los auges posteriores absorbían la mano de obra
cesante, pero ahora, el paro se agudizará y caerán los beneficios empresariales.
En momentos como los actuales opera de
forma negativa y más visible la “Ley de la Tendencia decreciente de la
cuota de ganancia del capital”, que aunque con cierta controversia por
parte de los liberales, tendremos que seguir debatiendo en otro momento por su
complejidad, para demostrar sus perversos efectos.
Marx denomina “composición orgánica del capital” a la relación entre el “capital constante” y “capital
variable”, el primero representado por la masa de capital invertido en medios
de producción y el segundo lo que invierte el capitalista en fuerza de trabajo.
La cuestión de las crisis cíclicas del
sistema capitalista está vinculada a esta Ley formulada por Marx y expuesta en
el tomo 3º de “El Capital”, sección 3º, para los interesados en estudiarla y
comprender si opera o no, que es el permanente debate.
En la medida que las inversiones en “capital constante” aumentan mucho más
que el “capital variable”, por la
introducción de nuevas tecnologías y otros factores, pero una vez alcanzado el
equilibrio por la competencia, la tasa de beneficio tiende a caer, aunque en
los auges aparece tan ralentizada que algunos economistas burgueses la niegan.
En las recesiones, y sobre todo en las
depresiones, la aceleración puede convertirse en vertiginosa y desestabilizadora
del sistema.
Esta tendencia a la disminución perpetua
de la tasa de beneficio del capitalismo, unida a las otras tendencias,
permitirá comprender la afirmación de Marx, de que “el capitalismo está infectado por el germen de su propia destrucción”,
pero que nunca caerá solo, porque “la
emancipación de la clase trabajadora, será obra de la propia clase trabajadora,
o no será”.
Por tanto requerirá el concurso de la
lucha de la clase trabajadora organizada y unida pero con una dirección potente
que represente la vanguardia del factor subjetivo para producir los cambios
necesarios que eviten la catástrofe, porque al final, como señaló Rosa Luxemburgo “o socialismo o barbarie” y
no las barbaridades de Díaz Ayuso de “Comunismo o Libertad”.
Los nuevos inventos como la robótica,
nuevas tecnologías, internet, ordenadores, inteligencia artificial (IA) y otros
términos son usados para describir lo que se ha dado en llamar la nueva
revolución industrial 5.0 que tiende a ser un nuevo modelo de producción en el
que el foco está puesto en la interacción entre humanos y máquinas, pero que
bajo el capitalismo es imposible completarla.
Los propagandistas del capitalismo nos
quieren hacer creer que en el futuro, la
humanidad vivirá pacíficamente y liberados de la mayoría de trabajos pesados,
sucios y agobiantes, pero eso es una falacia
“liberal burguesa”, manteniendo su sistema explotador, porque es solamente
de la mano de obra donde el capitalista extrae plusvalías del asalariado y ni
del robot y ni del resto de la composición
técnica del capital representada por el capital constante sacan plusvalías.
La burguesía está “robotizando al trabajador asalariado” con ritmos infernales y
jornadas prolongadas tendente a la esclavización, que junto con la robotización que sustituye a
miles que obreros, aumenta el paro forzoso al producirse un excedente que
provoca un paro estructural crónico.
Esa situación de desigualdad creciente,
más temprano o más tarde, producirá un aumento de la indignación de las masas
ociosas con el consiguiente proceso molecular de toma de conciencia que dará
lugar a convulsiones sociales como vimos
en procesos históricos cuando se produjo la rebelión de los esclavos luchando
por su supervivencia y emancipación, hechos convulsivos que se siguen produciendo
a un nivel superior.
Las guerras terribles, las migraciones
causadas por los conflictos bélicos, con
la consecuencia de terribles hambrunas que afectan a pueblos y continentes de
todo el planeta, están acelerando la desorganización y decadencia de este
belicoso modelo imperialista, afectando
también a la vieja Europa, provocando la descomposición del modelo capitalista.
Esa situación, si se profundiza la
depresión, podría llevar a la desorganización del capitalismo y a la necesidad
de reorganización de la producción en bases a la planificación científica de
los recursos productivos a una escala europea e internacional, necesitando
acometer una salida en base a la Democracia Participativa y Ética y el
Socialismo Científico(*), para avanzar conjuntamente hacia una nueva
sociedad.
Si esa posibilidad no se aprovecha, será
a causa de la desunión, la división y la debilidad de las direcciones de los
partidos de izquierdas y los sindicatos de clase, debido a la pusilanimidad y capitulación de
sus líderes, porque la clase trabajadora y los sectores oprimidos de la pequeña
burguesía arruinada se verán obligados, en un momento dado, a lanzarse a la lucha de forma desesperada y
acumularían la fuerza necesaria para cambiar la sociedad no una vez sino cien
veces si hiciese falta.
La dialéctica marxista explica que la
teoría del colapso espontáneo del capitalismo y su autodestrucción es
incorrecta y si los trabajadores no conseguimos encontrar una salida a la
barbarie y al infierno al que nos podrían llevar esos capitalistas mafiosos y sus partidos
reaccionarios, como PP y VOX, que se están repartiendo los despojos de C´s,
comprando en almoneda con dinero podrido a los “tránsfugas” con todo
desparpajo, lo cual es corrupciòn.
Este capitalismo mafioso, en manos de
esos elementos que nos quieren retrotraer al antiguo régimen franquista,
produciría terribles sufrimientos si las fuerzas reaccionarias toman el camino
del neo-nazi-fascismo, que asoma sus
orejas en toda Europa, pues como afirmó Díaz Ayuso (PP) hace unos días en Telecinco,
“si te llaman fascista estás en el lado bueno de la historia”, reconociendo con
sus palabras que lo son y se niegan a condenar el Golpe de Franco y ese
horrible drama se podría repetir si no lo evitamos con una firme batalla
del movimiento socialista internacionalista.
La lucha de clases no ha desaparecido
como los voceros y voceras del capitalismo nos quieren hacer creer, por lo que,
para acabar con el modelo de explotación
capitalista y superarlo, (pues de lo contrario el capitalismo siempre
encontrará una salida), debemos continuar reorganizándonos, marchando hacia la unidad. Solamente con la
intervención consciente de los trabajadores bajo la bandera unitaria de un Frente Social de partidos de izquierdas,
junto con sindicatos y organizaciones
sociales, de forma solidaria, podremos encontrar una salida digna para la
Humanidad.
José
Martín Rodríguez.
Coordinador
de Comunicación.
Izquierda
Socialista de Málaga-PSOE. A
(*) Si algún lector o
lectora quiere conocer las Enmiendas que presenta Izquierda Socialista de
Málaga y participar en el debate que estamos manteniendo en Andalucía, para la elaboración
de una Ponencia Política, puede solicitarlo al correo de abajo poniendo en
asunto: “Enmiendas Ponencia Política”.
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