Hoy se cumple el 47 aniversario del Golpe Militar Fascista en Chile, que derrocó a Salvador Allende y a la Unidad Popular el 11 de Septiembre de 1973.
El golpe lo encabezó el General Pinochet pero
estuvo organizado por la clase capitalista chilena que venía tramando el
complot con la Democracia Cristiana y la Burguesía; contó con la colaboración,
la participación activa y el mandato del imperialismo dirigido desde
Washington.
La carnicería humana fue tremenda y ahogó en un
baño de sangre la lucha de la clase trabajadora, abortando el camino
democrático abierto para construir el socialismo por métodos pacíficos.
Son importantes las lecciones que los
trabajadores del mundo tenemos que sacar de esos procesos. Principalmente reconocer
la valentía de SALVAVOR ALLENDE, sin
lugar a dudas, que defendió la dignidad de su palabra como socialista marxista y demócrata, junto a la de su pueblo, resistiendo el bombardeo del PALACIO DE LA MONEDA, jugándose la vida, lo que indica que es el imperialismo asesino
y sus colaboradores los que impidieron el desarrollo pacífico del Socialismo que
votó democráticamente por mayoría el
pueblo chileno.
También representa un símbolo de Honestidad personal y Ética Socialista, la defensa firma de la clase trabajadora y los
pobres, pero se confió demasiado en los militares traidores y quizás le faltara
una certera comprensión del proceso revolucionario que protagonizaban las masas
en acción y un exceso de confianza en la democracia burguesa cuando pensó que
iba a ser posible llegar al socialismo,
sin querer utilizar el importante concurso que hubiese significado
apoyarse en la lucha de masas del potente movimiento obrero que se desarrollaba
en Chile.
Cuenta la historia que unos días antes del
Golpe, se manifestaban las masas delante del Palacio de la Moneda ofreciéndose
para la AUTODEFENSA ante los rumores del golpe y el hostigamiento de las bandas
fascistas, para avanzar hacia la Transición
al Socialismo, y sobre todo, su error de confiar en que la burguesía
aceptaría su desplazamiento como clase de la escena política, sin dar la
batalla, obstáculos que llevaron al
movimiento obrero chileno a la derrota, aplastado por el brutal y criminal
Golpe de Pinochet y la reacción fascista, con el complot del Imperialismo
Norteamericano.
Ofrecemos un breve resumen del documento que se
titula, “”LECCIONES
DE CHILE”", que representa un valioso legado para
toda la juventud y la clase trabajadora, pues recordemos aquella famosa frase
que dice: “los pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla”, que unos la atribuyen a Santayana, Freud,
Confucio, Preston, Avellaneda, Marx y otros ilustres filósofos e historiadores.
PRESENTACIÒN:
"... Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino.
Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición
pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde,
de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pasee el hombre libre,
para construir una sociedad mejor. Estas
son mis últimas palabras y tengo certeza de que mi sacrificio no será en vano;
tengo la certeza de que por lo menos, será una lección moral que castigará la
felonía, la cobardía y la traición".
¡¡
VIVA CHILE !¡
¡¡ VIVA EL PUEBLO !¡
¡¡
VIVAN LOS TRABAJADORES ¡¡
(Salvador Allende, última declaración
radiofónica).
El documento
El documento fue publicado por Nuevo
Claridad, el antecedente del periódico obrero El Militante, que agrupa a la
corriente marxista de las organizaciones obreras en el Estado español. Sacando
conclusiones de la amarga derrota de los trabajadores chilenos, contesta a
todos aquellos dirigentes del movimiento obrero que en todo el mundo y muy
especialmente en la España de los años 70 argumentaban la necesidad de pactar
con la burguesía "liberal", para una vez conseguida la democracia
pasar a la lucha por el socialismo, desde la acción parlamentaria y sin
enfrentarse al Estado burgués. Estos dirigentes utilizaban la experiencia
chilena para justificar concesión tras concesión.
La posibilidad de la transformación socialista de la sociedad de forma gradual
y lentamente, a través de las instituciones "democráticas", es un
debate muy antiguo en el movimiento obrero. Marx, Engels o Lenin combatieron la
idea de utilizar el Estado burgués para llegar al socialismo. Cómo demuestra el
documento, refiriéndose al pacifismo y las buenas intenciones que puedan tener
determinados dirigentes, el intento de aplicación de estos métodos, sólo ha
conducido a derrotas sangrientas. El caso de Chile, por su cercanía, sigue
siendo un ejemplo del que necesitamos sacar todas las conclusiones para no
repetirlo.
LA POLITICA DE LA DICTAURA:
En nuestros días, de sesudos comentaristas, tenemos que escuchar alabanzas a
los supuestos éxitos de la política de Pinochet. Incluso el presidente
argentino Menem llegó a manifestar su admiración a la dictadura por entregar un
país ordenado en lo económico.
Al parecer ése es el pensamiento de moda: en Chile se produjo un milagro
económico que continúa hasta hoy y sólo hay que lamentar algún exceso en el
terreno de los derechos humanos, o en el de la redistribución de la riqueza
generada por ese milagro.
Incluso dentro de esa enorme mentira en torno a Chile, se nos sugiere de vez en
cuando la necesidad de copiar el modelo sanitario o sobre todo el de gestión de
pensiones a través de bancos privados.
Sin embargo la realidad de la brutal dictadura pinochetista es otra. El
documento insiste en la incapacidad histórica de la burguesía chilena para
desarrollar el país, primero sometida al colonialismo español, después al
imperialismo inglés y posteriormente al estadounidense. La realidad del milagro
económico chileno es, precisamente, que no ha hecho sino profundizar esta
dependencia. Los supuestos éxitos de los técnicos del FMI en la política
macroeconómica son directamente proporcionales a los sufrimientos de los
trabajadores.
El documento, en su parte final, analiza los primeros años de la dictadura. La
política salvaje dictada por el imperialismo y seguida a pie juntillas por la
oligarquía chilena desató una crisis sin precedentes. La represión, el paro, la
pobreza les daba igual; para los imperialistas una de las mejores formas de
salir de sus crisis es exprimiendo más y más al llamado "Tercer
Mundo", expoliando sus recursos naturales. Chile es un ejemplo
paradigmático de este proceso y no son casuales las continuas alabanzas
recibidas desde el FMI.
La coyuntura internacional ha permitido, desde la segunda mitad de los años 80,
que Chile tuviese aumentos sostenidos del PIB, de las exportaciones y el
control de la inflación; éxitos que hoy tanto se destacan y que desde el gobierno
de la Concertación se quieren mantener.
Sin embargo estos éxitos no encubren que los únicos beneficiados han sido los
ricos. Los patriotas generales chilenos no tuvieron ningún reparo en vender
barato el país al capital extranjero, proceso continuado en los 90 por los
gobiernos democráticos. Tampoco los éxitos pueden encubrir el aumento de la
pobreza, que afectaba al 17% de la población en 1970 para pasar al 34,5% en
1990; ni los descensos salariales (si en 1970 teníamos un índice 100, en 1972
había pasado a 126, para bajar a 70 en 1977 y aún en 1990 todavía no se había
recuperado el nivel de 1970, con 92), el empeoramiento en las condiciones de
trabajo, la perdida de prestaciones sociales y en definitiva el saqueo del país
a manos de un puñado a costa de la mayoría de la población.
Ese fue el objetivo del golpe, por eso es ridículo y cínico lamentarse de los
excesos de la dictadura pues la única forma de aplicar su tan admirada política
económica era a través del aplastamiento de cualquier oposición organizada, de
la desaparición y el asesinato de más de 30.000 trabajadores, entre ellos los
mejores activistas del movimiento obrero y juvenil. La burguesía chilena e
internacional se asustó con el proceso de 1970/73, temió perderlo todo y se
protegió detrás de dictaduras sangrientas. Tampoco es casualidad que Argentina
o Uruguay sufriesen golpes en esta época. Para seguir exprimiendo
Latinoamérica, aplicando las recetas del FMI, el imperialismo USA no podía
permitirse la más mínima democracia.
LA TRANSICIÓN PACTADA:
El documento ya señala un cambio en la orientación de la política de Washington
a finales de los años setenta. Efectivamente la dictadura de Pinochet, a pesar
de sus atrocidades, tuvo que enfrentarse a una creciente respuesta popular;
tras unos primeros años de parálisis, el movimiento obrero se fue recuperando.
Aunque escrito en 1979 el documento anticipa brillantemente todos estos
procesos. La brutal crisis que sacudió la economía chilena en los primeros años
de la década de los ochenta (el paro llegó a un máximo histórico, rozando el
30% en 1983, y la pobreza a más del 40%) ya no supuso un freno, por el
contrario, desde 1983 en adelante, asistimos a una recuperación de las luchas
obreras y populares, que no cesaran hasta la caída de la dictadura.
Así, en mayo del 1983 se produce la huelga en el sector del cobre y la
formación del Comando Nacional de Trabajadores. Desde entonces y hasta octubre
de 1987 se celebraran tres huelgas generales contra la dictadura e innumerables
protestas que irán minando y provocando grietas en el régimen, que responde con
el estado de sitio y una salvaje represión que se va a cobrar muchas vidas.
En este proceso la dictadura se va haciendo innecesaria, incómoda para la
burguesía. Los cambios "estructurales" exigidos por el imperialismo
(en otras palabras, el saqueo del país por el capital extranjero) se han
consolidado y el mantenimiento del régimen puede llevar a una radicalización
aún mayor de las crecientes luchas populares. Los que saludaron el golpe con
entusiasmo se vuelven demócratas de toda la vida. Como señala el documento:
"Además, estos hábiles políticos se percataron de que el régimen de
Pinochet no podía durar siempre, y que cualquier elemento comprometido con él
perdería toda credibilidad para las masas. Un viejo zorro como Frei comprendió
que, aunque hoy sus servicios eran superfluos para la burguesía, mañana, tras
la caída de Pinochet, iban a ser más necesarios que nunca. Por eso, cínicos
profesionales como Frei están buscando su nuevo ‘certificado de buena conducta
democrática’ cara al futuro".
Paradojas de la política, el que encabezará la coalición de partidos
(Concertación) que derrotará al candidato de Pinochet en las elecciones de 1989
será Patricio Alwyn, el representante del ala más de derechas de la Democracia
Cristiana en 1973; el mismo "demócrata" que el día después del golpe
declaraba: "La intención manifiesta de la Junta es la de nuestras
instituciones políticas de acuerdo con la constitución y traer la paz y la
unidad a todas los chilenos". Sin duda la paz de los cementerios.
Como también señala el documento, "Pinochet solo considerará la
posibilidad de una retirada ( negociada o no) cuando el movimiento de las masas
le obligue a salir". Así fue, el movimiento de masas arrincona al
dictador, que buscando una salida se ve obligado a convocar un referéndum sobre
su continuidad al frente del país. El 5 de octubre de 1988 es derrotado
con un 55% de votos en contra, a pesar de contar con el control de los medios
de comunicación y que los partidos "marxistas" son ilegales.
Sin embargo, el final de la dictadura
fue pactado. El documento, con 10 años de antelación, anticipa los porqués y
las claves principales de la transición: "la idea de los estrategas del
imperialismo y de la burguesía es la formación de un gobierno de coalición,
después de la caída de Pinochet, con la participación de la Democracia
Cristiana y los representantes de la clase obrera"(…) "El Partido
Socialista es clave en esta situación. Sin la presencia de los socialistas, un
gobierno de colaboración de clases no sería viable. Por eso, hay enormes
presiones sobre el partido para participar en esta nueva conspiración
antiobrera en Chile".
Estas presiones tuvieron un efecto, en
1983 la mayoría del PSCh forma la Alianza Democrática junto a Democristianos y
Radicales. Un sector de izquierda del PSCh liderado por Clodomiro Almeyda
formará con el Partido Comunista, el Movimiento Democrático Popular. Sin
embargo éste no se constituirá en una alternativa sólida, pues en ningún
momento se diferencia claramente de la Democracia Cristiana ni de los objetivos
de la Alianza.
En febrero de 1988 se llega al acuerdo que dará origen a la Concertación
(coalición de 17 partidos encabezada por la DC y el PSCh). Aunque el Partido
Comunista y los socialistas de Almeyda se quedan fuera y rechazan las
concesiones a los militares, su política no va más allá de la estabilización de
la democracia burguesa, defendiendo la "recon-ciliación nacional" y
apoyando al candidato de la Concertación, Patricio Alwyn, en las elecciones de
1989. El programa del Partido Comunista queda perfectamente expresado en las
declaraciones del Secretario General del partido, Volodia Teitelboim, a El
País, 29 de junio de 1989:
"No hablo de una constitución socialista, sino de una que no diga ni más
ni menos que la italiana o francesa", "aunque sea un régimen en que
no participe el Partido Comunista y no sea de izquierda, apoyaremos al futuro
Gobierno si es democrático, como se concibe en los países occidentales y existió
en Chile".
Una vez más, los dirigentes reformistas, alarmando sobre el peligro de una
guerra civil, de perderlo todo, etc., ayudaban a la burguesía a salir de la
crisis. Repetían así toda la experiencia de los Frentes Populares condenada una
y mil veces por la historia. Tras la derrota en el referéndum la dictadura
convoca elecciones presidenciales para diciembre de 1989, en las que el
candidato de la Concertación derrota con más del 55% de los votos a Buchi, el
candidato de los militares.
La conquista de las libertades democráticas no fue gratis. Chile sigue siendo
hoy una democracia vigilada, donde los verdugos campan a sus anchas, con
continuas declaraciones provocadoras y con un Pinochet senador vitalicio y jefe
de las fuerzas armadas hasta hace unos meses. Los responsables del genocidio se
han mantenido impunes, la ley de amnistía de 1978 no se derogó, la constitución
de Pinochet de 1980 sólo sufrió algunos retoques. Como han denunciado revistas
independientes, en las academias militares se siguen enseñando técnicas de tortura contrainsurgentes. Y, sobre todo, se mantiene el capitalismo y la
política económica seguida por la dictadura durante 16 años. El régimen ha
cambiado de rostro pero el poder sigue firmemente en manos de los mismos
capitalistas, banqueros y terratenientes que respaldaron el golpe de Pinochet.
EL CHILE DE LOS AÑOS 80.
Un proceso similar al acontecido en España en los años 70 se produjo en Chile a
finales de los años 80. Las luchas populares derriban a la dictadura, pero la
política de sus dirigentes les impide ir más allá. Mientras para los
trabajadores la democracia se identifica con la mejora en sus condiciones
materiales de existencia, la burguesía ve en la democracia la mejor forma de
mantener sus privilegios, haciendo imposible esa justicia social.
El ministro de economía del gobierno de Alwyn, A. Foxley, reconoció
abiertamente los servicios prestados por la dictadura: "Yo no tengo ningún
problema ni ningún complejo en reconocer que una parte de esas tareas (la
política económica del régimen militar) fue necesaria para lo que estamos
haciendo hoy día" El País, 24 de marzo 1991. El mismo individuo señaló
claramente cuáles son las prioridades para la burguesía: "Resistiremos a
la tentación de dar la espalda al sistema económico mundial y replegarse en el
proteccionismo y la autarquía.". En otras palabras seguir fielmente los
dictados del FMI, aunque " la equidad social, esperada por todos con la
llegada de la democracia, no puede hacerse en forma inmediata. Tiene que ser a
largo plazo, para no dañar las instituciones democráticas recientes".
Durante los últimos ocho años Chile ha sido, junto al Sudeste Asiático, el
modelo económico del FMI. Una mano de obra barata y la "paz social"
-propiciada por las primeras ilusiones en el gobierno de la Concertación- ha
hecho de Chile un paraíso de inversiones y especuladores extranjeros, como bien
saben el BBV o el Banco de Santander. La coyuntura económica internacional ha
permitido un crecimiento sostenido del PIB y el mantenimiento del espejismo
económico, basado fundamentalmente en el boom de las exportaciones. Sin embargo
este crecimiento ha tenido escasos logros sociales. Bien es cierto que esta
situación ha permitido reducir algo las tasas de pobreza y paro, pero la
eventualidad y sobreexplotación de los trabajadores sigue en aumento y todavía
más de un millón de chilenos viven en la pobreza; por cierto, muchos de ellos
con trabajos que hacen imposible que el ingreso en los hogares cubra las
necesidades alimenticias básicas.
La Concertación pudo mantenerse unida en 1994, volviendo a ganar las elecciones
gracias a esta coyuntura. Sin embargo este crecimiento está condenado, la
crisis de los dragones asiáticos y Japón se extenderá más temprano que tarde a
otras zonas del planeta, especialmente a América Latina. La realidad de 25 años
de política económica neoliberal, de aplicación de las recetas del FMI, ha
provocado que la economía chilena sea más dependiente y por tanto más
vulnerable a las crisis y coyunturas internacionales.
A pesar de que en el total de exportaciones el porcentaje del cobre ha
descendido desde un 80% a un 40%, no se ha compensado en exportaciones de
manufacturas, sino de otros productos primarios (sector maderero-forestal,
hortofrutícola y pesquero), hecho que, por cierto, ha tenido un enorme coste
desde el punto de vista medioambiental. Chile sigue manteniendo la principal
característica de todo país subdesarrollado: la inserción en el mercado mundial
a través de una economía basada en la exportación de materias primas, productos
que verán caer sus precios aún más en la próxima recesión.
Por eso el boom económico no es sostenible. La crisis asiática se cierne como
una pesadilla, el 30% de las exportaciones chilenas se concentran en Japón y
Asia, la caída del precio del cobre ha hecho que se hayan rebajado las
expectativas de crecimiento para este año del 7,1% al 4,8%.
Como siempre la burguesía intentará que la crisis la paguen los trabajadores y
sus familias, los parados, los campesinos y los pobres. El gobierno de Frei ya
ha anunciado recortes en el gasto público por valor de 144.000 millones de
pesos (313 millones de dólares); así mismo, se restó en la inversión de
empresas públicas 235 millones de dólares y otros 150 del fondo de
infraestructuras. Salud, sanidad y vivienda se llevan un tercio del recorte,
pero eso sí, los subsidios a las Isapres (gestoras privadas de la sanidad) no
se han recortado ni un peso. También se calcula que el paro aumentará un 2,5%
este año y llegará al 9% en 1999.
Con este panorama las luchas sociales volverán a subir a escena. Una nueva generación
de jóvenes se da cuenta de los límites de la democracia burguesa y el
capitalismo (los últimas movilizaciones en la universidad, en octubre de 1997,
o contra la designación de Pinochet como senador vitalicio son sintomáticas).
Las ilusiones en la Concertación se están agotando y los partidos reflejarán
tarde o temprano estas tensiones. La Concertación se hará añicos, ya con los
últimos recortes ha habido tensiones en el PSCh y el PPD; además los
empresarios piden más, el dirigente patronal Ernesto Ayala declaraba
recientemente: "Si el gobierno resolviera privatizar empresas como ENAP,
CODELCO, las sanitarias, los puertos y aeropuertos, este país tendría una
inyección grande de vitalidad". Vamos a asistir a profundas luchas
sociales y un nuevo auge de la lucha de clases, similar al que llevó al triunfo
de Salvador Allende en 1970.
Una vez más se pondrá a la orden del día la transformación de la sociedad, por
esa razón estudiar este documento será útil para cualquier activista del
movimiento juvenil o sindical. Aprender de la experiencia de la Unidad Popular,
de sus errores, es imprescindible para no repetirlos.
Mitificar a los dirigentes no sirve para analizar seriamente los
acontecimientos, especialmente cuando se trata de derrotas que la clase obrera
ha pagado con la vida de los mejores de los suyos. A la vez que reconocemos el
valor, la honradez y el coraje de Salvador Allende, entendemos que la
experiencia de la Unidad Popular pone de manifiesto los límites del reformismo
y el centrismo. Por eso, para hacer realidad las últimas palabras de Allende
pronunciadas momentos antes de su muerte, defendiendo el Palacio de la Moneda,
debemos aprender y extraer todas las conclusiones para que la próxima batalla
por el socialismo termine con una victoria de los oprimidos (…)
FUENTE: EXTRACTO
DEL DOCUMENTO “LECCIONES DE CHILE”.
https/:www.fundacionfedericoengels.net
(Cualquier persona que esté interesada en consultar o adquirir el Documento
completo mencionado, editado por la Fundación de Estudios Socialistas Federico
Engels, , pueden dirigirse para más información al link que dejamos arriba.)
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